Poor Chiko

Para todos aquellos escritores que quieren compartir sus obras con el mundo, ya tienen el rincón para hacerlo. =)
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DragonTrainer
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Poor Chiko

Mensaje por DragonTrainer »

OK. Desde el comienzo voy a advertirlo.

Este es un fic PARA MAYORES DE 18. Le pregunté a Sabrina si podía postear un fic con el calibre de las cosas que saldrán en él, y me dijo que sí siempre y cuando pusiera la advertencia que van a leer a continuación.

[SIZE="7"]ESTE FIC CONTIENE MATERIAL NO APTO PARA MENORES DE 18 AÑOS. SI TIENES MENOS DE 18 AÑOS, ABSTENTE DE LEERLO. NO CONTIENE HENTAI, PERO CONTIENE ESCENAS DE ALTA CRUDEZA, EXCESO DE CRUELDAD Y MUCHA CRÍTICA HACIA CÓMO ACTUAMOS NOSOTROS MISMOS.[/SIZE]

Ahora sí.
A diferencia de mis otros fics, esta no es una comedia. De hecho, creo que no tendrá nada muy chistoso. Creo que será un experimento nuevo en cuanto a mi formato de redacción, acostumbrado a las cosas chistosas. Es algo difícil narrar situaciones penosas o tristes cuando tiendes a sacarle humor a todo lo que se te ocurre.

Asimismo, supongo que será mi último fanfiction por largo tiempo (salvo que mi inspiración me diga otra cosa). Planeo que este sea mi último paso antes de lanzarme a un libro original, por mi propia cuenta.

Bueno, vamos adelante. Júzguenlo, opínenlo y bla bla bla.

[SIZE="2"]Capítulo 1[/SIZE]
[SIZE="5"]Kimy[/SIZE]

Nada brinda más contenido a este mundo
Que los recuerdos ya formados
Cada momento una nueva semilla
Es sembrada sin razón, y el problema sale a relucir

Snap Your Fingers, Snap your Neck
Prong


Era un bello día de primavera. El sol matutino creaba un hermoso contraste entre las zonas de luz y sombra. El cielo de un azul muy nítido era ocasionalmente atravesado por los Pidgey que buscaban un lugar para llamar la atención de las hembras. Pequeñas gotitas de rocío caían desde la punta de las hojas al suelo.

En un lugar, en medio del follaje del bosque, un botón se abrió. De su interior no salió una flor; salió una pequeña criatura cuadrúpeda. Se levantó, algo temblorosa. Su piel tenía color verde claro y algo azulado, una cola pequeñísima, y una gran hoja de color verde oscuro salía de su cabeza. Sus ojos blancos de pupilas rojas, miraron hacia los costados con timidez. Su cuerpo completo estaba mojado con un líquido algo viscoso.

En el momento en que la pequeña Chikorita se vio en el suelo, dejó sonar un pequeño lamento. Casi al instante obtuvo una respuesta. Apareció otro Pokémon. Su largo cuello rodeado por unos pétalos que le daban la apariencia de una flor, terminaban en una pequeña cabeza con un par de delgadas antenas. Sus patas, algo cortas, le condujeron hacia ponerse junto a la recién nacida Chikorita.
La Meganium olió a la pequeña Pokémon, y empezó a lengüetearle. Después de que fue lavada completamente, la pequeña Chikorita se sintió segura y siguió a su madre. Todo era nuevo para la pequeñina. Finalmente llegó con su madre a un lugar algo más resguardado. La pequeñina sintió sueño y se tumbó a dormir.

Despertó al rato después. La Chikorita no tenía ningún interés más que bostezar y volver a dormir. Y así lo hizo. Despertó rato después con el sentimiento agradable de una lengua rozándole el cuerpo. Su madre estaba ahí. No había nada de lo que preocuparse.

Pasaron un par de días en los que su madre le enseñó las expresiones básicas de comunicación entre Pokémon y cómo cuidarse de los enemigos en el bosque. La pequeñina era tímida y no se atrevía a separarse mucho de su madre, cosa diferente a la mayoría de los Pokémon de esta especie. Aprendió también que su cabeza era dura y podía defenderse de pequeños enemigos cercanos que rondaban por la zona, dando un pequeño cabezazo.

La Chikorita presentía por instinto que esos cuidados no durarían mucho, aunque intentaba convencerse a sí misma que se equivocaba y que todo seguiría igual. Sin embargo, su instinto estaba en lo cierto. Al cabo de un par de semanas, vio a su madre irse. Después de eso no la vio nunca más. La pequeña se lamentó por un par de días y sufrió la ausencia de su madre, pero reflexionó y se dio cuenta que la vida era así, y que debía seguir.

La Chikorita salió del lugar en el que había estado descansando. Después de alimentarse con luz solar por medio de ese proceso conocido como fotosíntesis, empezó a caminar sin rumbo fijo.

Estaba en eso, cuando de pronto sintió un ruido extraño. Reaccionó velozmente y quiso ocultarse, pero frente a ella vio una criatura que había conocido durante el corto tiempo con su madre. Era una cosa de color púrpura, pequeña, con una cola enrollada. Caminaba en cuatro patas que tenían las puntas de color blanco. Sus redondas orejas le hacían inconfundible, además que eran relativamente comunes.

El Rattata le gruñó a la pequeña Chikorita, que vio detrás de su enemigo a una enorme criatura bípeda. En la parte de su cabeza llevaba una cosa de color rojo, en su mano derecha tenía una pelota bicolor (blanco con rojo). Estaba totalmente cubierto con algo de colores, que no parecía muy protector, después de todo. Sobre sus patas era distinto; tenía una especie de piel, de color negro con blanco, que aparentemente protegía bastante bien.

La Chikorita volvió a mirar al que aparentemente era su rival. La criatura bípeda gritó “¡Ataque rápido!” y el Rattata obedeció. La pequeñina, no acostumbrada a ver cosas como esa, se asustó cuando su rival desapareció misteriosamente, y sólo supo de él cuando recibió un golpe en su costado, que le dolió y le hizo rodar. Quiso defenderse con un cabezazo sobre su rival, pero éste era muy hábil y la esquivó dando un salto..
- ¡Híper colmillo!- se oyó decir al humano. El Rattata se dirigió hacia ella, con la boca muy abierta. La Chikorita por un segundo sintió terror, pensando en que quizás el ratón púrpura se la comería, pero no ocurrió tal cosa. Sin embargo, cuando quedó junto a ella, agarró potentemente a la pequeña Pokémon de hierba usando su boca. La Chikorita sintió con mucho dolor los dientes de su rival enterrados profundamente en su carne. Dejó escapar un grito de dolor mientras una gota de sangre de color verde oscuro brotaba del lugar en el cual su enemigo la tenía agarrada; no era capaz de contraatacar. Su rival era demasiado fuerte, y ella sólo tenía un poco más de una semana de vida. Se dejó caer. El Rattata la soltó, y el humano arrojó la pelota contra ella.

La Chikorita sintió el toque, y repentinamente se vio en un lugar cerrado, desde el que podía ver y oír afuera. Sintió un quemante dolor, y en respuesta intentó agitarse y liberarse. Cinco segundos después, el dolor cesó, pero la Chikorita ya no podía agitarse. Sin embargo, por alguna razón era bastante cómodo, incluso si no permitía movilidad. Aquella sensación de calma no duró mucho. Sintió cómo su prisión se abría, y al instante siguiente, ella se vio delante del humano que la había capturado. Le escuchó algunas palabras, y se las entendió.

- Mira, Chikorita tonta. Como te capturé, ahora eres mía, te entrenaré y serás tan fuerte que podremos derrotar a la Liga Pokémon con muchísima facilidad..

La Chikorita no sintió el entusiasmo de su entrenador. “Te llamaré Kimy, en honor a una chica que me gusta que se llama así. ¿Vale?”

Nuestra compañera sintió algo de recelo, pero aceptó su suerte. Después de todo, ella no sabía muy bien cómo actuar estando sola, y con algún compañero de equipo se le haría más fácil. Sin embargo, se equivocaba.

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Mycroft
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Re: Poor Chiko

Mensaje por Mycroft »

Me gusto mucho o.o la historia desde la perspectiva del bicho y no del entrenador :duda y me interesa ver el progreso, nunca vi (o no recuerdo en este momento xD) que se toque el tema desde este punto de vista, los pokemon tienen un habitat salvaje y los humanos se aprovechan de su debilidad y se apropian de su libertad para cumplir sus objetivos personales, sin pensar que el bicho pueda estar sufriendo por eso :duda en fin, me gusta, y quiero seguir leyendo.. au revoir O_O
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Re: Poor Chiko

Mensaje por Ivanobich »

Cioncido con Mycroft.... interesante verlo desde la perspectiva del pokemon
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Re: Poor Chiko

Mensaje por DragonTrainer »

[SIZE="5"]Capítulo 2[/SIZE]
[SIZE="3"]En posesión[/SIZE]


No te molestes en resistir o te golpearé;
No es tu culpa que tú estés siempre equivocado
Es una necesidad de los débiles justificar a los fuertes.
The Beautiful People
Marilyn Manson
Antichrist Superstar



Kimy se levantó. Aunque estuviese encerrada, su Pokéball era cómoda, y no tenía nada que criticar. Pero ahora estaba de pie en una pradera. Se apreciaban las montañas en el horizonte, y unas flores por ahí cerca. Unos árboles a lo lejos, lo que indicaba que más allá se levantaba un bosque. El cielo estaba de un tono celeste con algunas nubes sueltas y una suave brisa cálida soplaba en el ambiente.

Nuestra amiga miró, y vio junto a ella a aquella criatura bípeda que hacía tres días atrás la había encerrado en esa pelota bicolor. Ella tenía alguna idea básica sobre espacio, y nunca pudo entender cómo es que ella, siendo un poco más grande que una sandía, cupiese en una esfera no más grande que una manzana.

Tampoco se hubiera dado cuenta por sí misma de que ella vivía dentro de esa esfera. Había visto el día en que la capturaron cómo el humano arrojaba la pelota, ésta se abría y salían Pokémon, dos de ellos muchísimo más grandes que ella. Entonces había deducido lo que en verdad ocurría con ella.

Había intentado acercarse a los otros Pokémon, pero no había sido posible. Sus compañeros eran cuatro; uno de ellos era aquella rata que le había atacado siguiendo las instrucciones del humano. Otro era una cosa parecida a una vaina de arvejitas con dos ojos en sus costados, puntiaguda y bastante dura, a la que el entrenador llamaba Metapod. Cuando ella se le acercó y le hizo un gesto de saludo, sólo le miró y ni siquiera hizo un intento por emitir alguna respuesta.

Otro de sus compañeros de equipo era una pequeña serpiente color púrpura con la cara redondeada y una barriga de color amarillo, que sin embargo, parecía bastante temible. Kimy no tuvo el valor de acercársele mucho; sus movimientos no le inspiraban ninguna confianza, y además, la pequeñina temía que si se le acercaba mucho, la devoraría.

El cuarto compañero, el que parecía más poderoso y grande, era una criatura cuadrúpeda de color blanco amarillento. Su pelaje se veía muy suave y terso, y tenía una enorme cola dividida en nueve puntas. Era tan grande que el humano podía sentarse sobre ella. Cuando caminaba, nuestra amiga se sentía muy intimidada. El Ninetales tampoco procuraba hacer amigos. Miró a Kimy con desdén y siguió con sus pasos finos, suaves y que derrochaban hermosura.
- Muy bien- escuchó nuestra amiga.- Voy a entrenarte, Chikorita. Te mandaré hacer cosas y tú deberás hacerlas. Con esto te harás más fuerte.
- De acuerdo- suspiró. El humano aparentemente no había entendido lo que ella le dijo. En esos dos días había visto a su entrenador, y pensaba que era una criatura algo tonta, pero que podía hacer muchas cosas. No era capaz de entender frases sueltas ni palabras simples. Tampoco parecía quererlo. Kimy pensó que era muy cercano a ese hermoso zorro que era, aparentemente, el líder del equipo.

Después de ese par de segundos, se arrepintió de pensar mal. Él era una criatura algo extraña, pero tenía más edad y experiencia que ella. No podía juzgar a su entrenador siendo que ella no sabía cómo eran los demás de su especie. Además, ella era, probablemente, la que menos llamaba la atención de él; era lógico que él se mantuviese alejado. Pensó que con esto quizás pudiese aprender algo útil, y que quizás podría acercarse más a él. Decidió hacerle caso.

- Muy bien, Kimy. Quiero que ataques a ese tronco de árbol con una hoja afilada.

Kimy miró al humano con un gesto de extrañeza. ¿Qué significaba que usara una hoja afilada? Ella tenía una hoja en su cabeza, pero no era filosa, y no se le ocurría que una hoja pudiera afilarse.
- No lo sé- dijo, bajando la cabeza.
- Ya veo- dijo el humano, como si no hubiese entendido lo que ella había dicho.- Debes de tener un nivel muy bajo. Sola aprenderás cómo se hace. Lo que ahora quiero es que hagas un placaje contra ese tronco de árbol.

Kimy miró de nuevo con rareza a su entrenador. ¿Qué era un placaje? No fue capaz de asociar la palabra con nada que ella supiese. Murmuró un “no entiendo”.

El entrenador miró a la Chikorita, como si no le hubiese entendido.
- A ver, Kimy. Quiero que placajees ese árbol.
- Pero si no sé qué es un placaje- dijo ella.
- Chikorita, me estoy empezando a enojar. Quiero que vayas y le hagas un bien dado ataque de placaje a ese árbol.
- ¡Pero no sé cómo!- dijo.

El entrenador puso los ojos blancos por un minuto, respiró hondo, y empezó de nuevo.
- Chikorita, quiero que hagas un placaje sobre ese árbol.
- No sé cómo se hace- dijo.
- ¡Que hagas el puto placaje!- rugió el entrenador, ahora bastante enojado.
- ¡No lo sé!- dijo ella, asustada.

Al entrenador se le puso la cabeza de color rojo. Rugió un “¡Haz el placaje, Pokémon de mierda!” con una cara tan fea, que la Chikorita sintió terror. Se dio vuelta y salió corriendo, intentando huir del humano.

Corrió por casi quince minutos. Sin embargo, estaba huyendo cuando aquel Pokémon imponente y bello, ese Ninetales, se le puso por delante y le hizo un rugido. El efecto fue inmediato. La Chikorita dio un chillido de terror, y en su afán de frenarse, resbaló y se golpeó la cabeza contra un tronco cortado. En ese momento, aparecieron junto a ella el ratón y la serpiente. Kimy se quedó quieta, asustada. Se puso a temblar, y cuando vio venir a su entrenador, que, pese a todo, no tenía su expresión fea, su terror fue tal que se orinó ahí mismo.

El entrenador le dio una patada. No con odio ni rabia; fue lo suficientemente fuerte para que la Chikorita entendiese que era un castigo por intentar fugarse, pero fue lo suficientemente suave como para que ella comprendiera que él no la odiaba. Tomó la pelota bicolor, y Kimy pronto se vio en aquél lugar en el que no se podía mover, pero que era cómodo. Ahí lloró en silencio.

Dos días después, el entrenador volvió a enviar a la Chikorita. Ella estaba aterrorizada de miedo, por la posibilidad de que ocurriese lo mismo. El lugar era otro, pero la situación era la misma: Estaba frente a un árbol. Y su entrenador se lo señaló y le dijo:
- Quiero que hagas un placaje.

Kimy decidió no volver a pasar por el mismo horror del otro día, y decidió hacer lo primero que se le ocurrió. Ya que su entrenador le señalaba el árbol, ella se lanzó de costado contra él. No fue un golpe muy fuerte, pero miró a su entrenador.

- Vamos mejorando, pero los placajes no se hacen así. Tienes que darle con la cabeza. Tu hoja te servirá como amortiguador. Ahora, quiero que me hagas un placaje bien hecho.

Kimy se sintió muy feliz. Había logrado que su entrenador ahora estuviese orgulloso de ella. Aún a sabiendas que le dolería mucho, se lanzó contra el árbol y le dio un cabezazo. No le dolió tanto como pensaba.
- Excelente. ¿Ves que puedes hacerlo?

La pequeña se sintió mucho más feliz. Se dio cuenta que aquí el entrenador era el único con derecho a hablar... Y que todos serían felices si así era. Por un instante sintió el placer del sentirse aceptado. Este entrenador podría enseñarle mucho, podría ayudarle, tal como lo hizo su madre alguna vez. Con la diferencia que el entrenador ya no se iría; ella se quedaría con él.

- Ahora, Chikorita. Quiero que me hagas un ataque de Hoja Afilada.
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Jeriko
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Re: Poor Chiko

Mensaje por Jeriko »

Gua o_o
Ta copado, me gusto mucho, me gustaria saber como se las ingeniara para hacer el ataque xD
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Ginji
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Re: Poor Chiko

Mensaje por Ginji »

[color="Blue"]Guau! Dragon Trainer me gusto demasiado!!!

Pobre Chikorita, hasta parece que será victima de violación u algo peor xD. Me pregunto ¿Como será su primera batalla?. Hum es un buen aspecto esté que tratas de los ataques y demás, los pokemons aprenden ataques por si solos pero uno nunca sabe si ellos saben que los tienen xD y las TM son aún peores ¡Como carajo se les enseñan? En Fire red y esos juegos su sprites erán discos, eso que significa? Le ponias los discos al pokemon o que xD.

En fin continualo por favor que es increiblemente bueno.

PD: El entrenador es nub.
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Sabrina
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Re: Poor Chiko

Mensaje por Sabrina »

Bueno, me gustó. Aunque lo de los ataques se me hizo raro. Digo, no se supone que un bicho naturalmente entiende cuando se le ordena un ataque? Al menos eso se da a entender a la serie/juegos/manga... digo, están hechos para eso. Pero bueno, es otro punto de vista. O_O

[s]O la Chikorita tiene un cromosoma extra[/s]
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Gonzaa
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Re: Poor Chiko

Mensaje por Gonzaa »

Me encanta, sencillamente me encanta o_o
Aunque ya había leído algunos fics desde el punto de vista de el pokemon (No se si conoces el de Slowpoke :O), este me gusta mucho mas =D
Sigue asi D;
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Ñako!
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Re: Poor Chiko

Mensaje por Ñako! »

Ok, lei el primer capitulo y esta bueno xD

Ta bueno, hace mucho que no veia uno asi xD

En un rato me pongo a leer el 2 y edito xD
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Re: Poor Chiko

Mensaje por DragonTrainer »

Después de un poco de tiempo, aquí va el capítulo siguiente. Espero que les guste.
@Ñako: ¿Cuándo editas? XD

[SIZE="5"]Capítulo 3[/SIZE]
[SIZE="4"]Palabras[/SIZE]


¿Puedes entender, mi pequeña niña?
Todo lo que he querido
Todo lo que he necesitado
Está aquí en mis ojos
Las palabras son tan innecesarias
Ellas sólo pueden hacer daño...

Enjoy the Silence
Depeche Mode


Había pasado poco más de una semana desde el incidente del placaje. Kimy no había podido aprender hoja afilada, por más que el entrenador había puesto de su parte. La Chikorita también lo había intentado, pero no le resultaba. Intentaba arrojar alguna hoja de borde afilado, pero no le salía nada. El entrenador estaba perdiendo lentamente la paciencia, y Kimy se daba cuenta de ello y tenía miedo.

En el intertanto viajaron su buen poco. La Chikorita se vio en lugares que jamás soñó que existían. Un lugar donde todo lo que se veía, hasta donde la vista se perdía en el horizonte, era arena seca de color dorado, sin ningún ser vivo (al menos aparentemente). Después en un lugar donde los árboles eran muy pocos, casi ninguno, pero con el pasto del suelo tan alto que al humano le llegaba incluso hasta el cuello.

Kimy se preguntaba qué ocurriría. Observó que el entrenador viajaba por los lugares tomando direcciones aparentemente al azar, y cuando se encontraba con algún Pokémon salvaje, enviaba a alguno de sus compañeros a combatirlo. Cuando éste caía debilitado, el entrenador se reía y lo dejaba ir. Nuestra amiga se preguntaba por qué no les arrojaba esa pelota que le había arrojado a ella. Después de todo, los Pidgeys, Rattata, Wurmple y Bidoof eran Pokémon igual que ella...

En un determinado momento, llegaron a un lugar lleno de enormes edificaciones hechas de una cosa gris y bastante dura que parecía roca, pero que no lo era. En esas edificaciones había, también, en las murallas, un material transparente, como el hielo, pero no era helado, y permitía ver hacia adentro de la construcción. Y estaba lleno de humanos.

- Hemos llegado a Ciudad Trigal- dijo el humano.- Iremos al Centro Pokémon y después lucharemos en el gimnasio.

El chico se dirigió por las calles. No sólo estaba lleno de humanos; era impresionante. Había unas cosas hechas de lo mismo de lo que estaban hechos los Mawile, pero de otros colores. Andaban sobre ruedas hechas de un material que Kimy jamás había visto ni podía comparar con nada, un material blando pero al mismo tiempo durísimo y resistente.

Finalmente, llegaron a una enorme construcción con el dibujo de una de esas pelotas bicolores dentro de las cuales Kimy estaba, observando lo que ocurría afuera- ya que los Pokémon pueden ver desde adentro de sus Pokéball lo que ocurre afuera-.

Una vez ahí, un humano se acercó al chico, y le dijo con voz aguda y amable:
- ¿Puedo ayudarte?
- Sí, enfermera. Verá, tengo estos Pokémon y quiero dejarlos descansando y que les revisen.
- De acuerdo- dijo ella con una sonrisa. El chico le pasó las Pokéball. Kimy estaba algo asustada, pero por alguna razón la voz de ese humano la hacía sentir más tranquila. Además, supo instintivamente que ese humano era una hembra igual que ella.

La enfermera liberó a todos los Pokémon. Los revisó concienzudamente, teniendo cuidado de no tocarle la cola al Ninetales. Kimy también fue revisada, y se dejó, bastante dócilmente, intentando caerle agradable. Sin embargo, la enfermera no se fijó en eso. Dijo “Están todos sanos”, les regresó a sus ball y los puso en una repisa, junto a otras ball. Le puso una pequeña etiqueta a cada una con el nombre del entrenador y se fue.

A la media hora, la enfermera volvió, pero sólo tomó la Pokéball de Ninetales y se la llevó. Kimy se aburrió de esperar que ocurriese algo interesante, y se durmió.

Despertó aparentemente al día siguiente, porque se vio en el cinturón de su entrenador. Éste iba muy feliz, caminando con el Ninetales a su lado, y le hablaba.

- Por algo eres mi mejor Pokémon. No sólo eres fuerte y bello, sino que entiendes a la perfección lo que es el buen entrenamiento. ¿Sabes que perdoné que la primera vez hubieras... acabado con mi Chary?
- Ya lo suponía. Sí sé que fue triste que hubiese acabado con ese Charmander, pero era un debilucho y no supo pelear contra mí. Yo pensé que había sido más fuerte, por eso le ataqué así. De cualquier forma- le dijo el Ninetales al entrenador-, tú supiste caerme bien. Y como no puedes entender lo que te hablo, me encanta insultarte.
- También te quiero- dijo el chico, abrazando a su Pokémon de fuego. Entonces montó sobre él.- ¡Vamos!
- Aquí vamos- dijo el Ninetales.

Así estuvieron y viajaron por casi una semana. Su entrenador no la soltó, y cuando llegaron a un hermoso bosque donde todos los Pokémon fueron liberados para descansar, habían pasado muchos días en los que Kimy no había comido nada y estaba que moría de hambre. Sin embargo, logró dar con un arbusto lleno de bayas que empezó a comer con gusto... hasta que llegó el Ninetales, y ante el peligro de ser quemada por él, tuvo que retirarse, dejándoselas todas a él. Así, famélica y todo, guiada por la necesidad, encontró un manzano, y una manzana madura con un par de agujeros estaba en el suelo. La Chikorita la agarró y con cuidado se fue a esconder tras unos arbustos espinosos para poder comérsela en paz.

Siguieron el camino. Después de vagar por unos días, conocieron un bosque tan espeso, que el sol simplemente no llegaba casi hasta el suelo y no crecían hierbas sino líquenes y algunas setas. Ahí, Kimy vio que el humano arrojaba la ball y ella recuperaba su capacidad de movimiento. Y ahí vio lo que no esperaba ver: Era un agua con bastante lodo, donde uno podía hundirse fácilmente. Nunca había conocido lo que era un pantano, pero ahora tenía muy claro lo que era uno.

- Ahora, en este lugar quizás puedas aprender algo útil. Aprovecharé que aquí los Pokémon no son tan fuertes, y pelearás contra ellos.
- Me está poniendo a la altura de los demás- pensó nuestra amiguita.- Espero no defraudarle esta vez.

Empezaron a caminar por la marisma. De pronto, la Chikorita vio delante de ella a un pequeño Pokémon de color azul. Tendría el mismo tamaño de ella. De sus mejillas salían tres puntas de color anaranjado, en su cabeza se erguía una larga cresta, y sus patas eran más bien pequeñas, aunque bien proporcionadas. Su cola parecía la aleta de un pez.

- Hola- dijo el Pokémon, en forma amistosa.
- ¡GUAU! ¡Un Mudkip!- dijo el humano.
- Hola- dijo Kimy, intentando sonar agradable.
- ¿De dónde vienes? Este pantano es mío...- dijo el Pokémon.
- Bueno, pues yo...
- Ahora, Kimy, ¡Quiero que hagas un placaje contra ese Mudkip!
- ¿Placaje? ¡Pero él es alguien agradable...!- dijo la Pokémon.
- Me llamo Ted, y soy el Mudkip de este pantano. ¿Qué se les ofrece?- dijo el Mudkip en forma agradable.
- ¡QUE LO ATAQUES, MIERDA, O HUIRÁ! ¡Después se hacen amigos!

La voz llena de furia del entrenador espantó a Kimy. O atacaba, o su entrenador le haría mucho daño. Por un instante pensó en salir corriendo, pero esta vez no tuvo el valor. Dio una mirada a su entrenador, que tenía la cara roja y llena de furia. Y adelante al Mudkip amistoso, que había levantado una pata para saludar.

- Si no lo atacas, te voy a...- el entrenador no gritó, pero en la voz se percibía tanta rabia, que la Chikorita sólo obedeció. Se lanzó contra el Mudkip y le dio un cabezazo.
- ¡Oye! ¡¿Con que ésas tenemos?! ¡Toma!- el Mudkip se arrojó contra la pequeña y le dio un cabezazo mucho más poderoso que el que podría haber dado ella.
- ¡No lo dejes cabecearte, los Mudkip rompen rocas con su cabeza!- gritó el entrenador.- ¡Atácalo y hácele placaje!

Kimy se arrojó contra el Pokémon acuático y le dio un cabezazo en el costado. Por alguna razón, el Mudkip rodó. Entonces, vio que su entrenador preparaba una de esas pelotas bicolor.
- ¡Ahora Kimy, aprovecha que está en el suelo y remátalo con otro placaje!

La Chikorita titubeó. Le costó caro; el Mudkip se incorporó a una velocidad impresionante y se hundió en el fango del pantano sobre el que estaban luchando.
- ¡CHIKORITA HIJA DE PUTA! ¡Se me escapó!
- Pero yo... pero yo...- dijo la Chikorita, con ganas de llorar. No le duró mucho. Al instante siguiente, se sintió brutalmente golpeada por debajo. El Mudkip se desenterró, justo donde había estado ella. La Chikorita había sido bastante dañada por el ataque, y le dolía todo el cuerpo. El chico aprovechó la oportunidad y arrojó la Pokéball hacia el Pokémon acuático.

Ésta se agitó por unos segundos, y finalmente se quedó quieta. El humano la recogió. Tenía una sonrisa en su cara.

- ¡Te he capturado, Mudkip! ¡Lo hice excelente!- se dijo el chico.- Tú regresa- le dijo a Kimy, regresándola a su Pokéball.

La Chikorita se sentía triste. Pensó que tan sólo un “bien hecho” hubiera bastado, pero no lo oyó. Sin embargo, se consoló pensando en que quizás se lo diría después cuando ella se sintiera mejor.

Pronto ella fue liberada de nuevo. Estaba con todos sus compañeros de equipo.

- Te ves bastante bueno para dar pelea, pero te capturé, Mudkip. Te voy a entrenar y vamos a ser campeones de liga, ¡Sí! Éstos son tus compañeros de equipo.

El Mudkip los vio a todos por un momento, se acercó a Kimy y le dijo en tono de reproche:

- Gracias por destruir mi libertad. Esto me pasó por intentar ser amable contigo.
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Re: Poor Chiko

Mensaje por DragonTrainer »

[SIZE="4"]Capítulo 4[/SIZE]
[SIZE="5"]Amistades[/SIZE]


Silenciada mi voz, no tengo elección
Todo el mundo que había visto antes de mí
Pasa por que no te interesa cómo me siento

“A.T.W.A”
System of a Down


Así como había pasado con Kimy, el entrenador probó a entrenar a Ted. A diferencia de la Chikorita, Ted sabía una buena variedad de ataques, lo que hizo que el entrenador se sintiera aún más contento y le dirigiese algunas palabras de aliento, como “Eres uno de los mejores que podría haber capturado”. Sin embargo, el Mudkip estaba reticente y cuando obedecía lo hacía sin ningún gusto ni ganas.

Kimy permanecía en su Pokéball. Pasados cuatro días, el chico llegó a un lugar hermoso; era un prado junto a un río, y cerca, un bosque. Estaba despejado, salvo por unas rocas que podían servir como mesa en caso de querer organizar un picnic con los amigos. En el suelo crecían flores de distintos colores, amontonadas por grupos de especies.

En ese lugar el chico decidió dejar a sus Pokémon salir de sus bolas. Cuando se vieron todos libres, Kimy pensó primero en ir a comer algo, porque no le habían dado nada. Sin embargo no había nada cerca que la pequeña pudiera comer. Decidió pararse al sol a obtener energía por fotosíntesis, pero no podía. Cuando se acomodaba, el Ninetales le gruñía y la obligaba a moverse.

Kimy quiso acercarse a Ted para pedirle perdón. Sabía de sobra que ella era la única culpable de su molestia. Cuando le vio y se acercó, el Mudkip caminó hacia el agua. La Chikorita le siguió hasta el borde, y le llamó.
- Ted
- ¿Qué quieres?- le dijo con hastío.
- Ted... sólo quería... decir... es que... por favor, perdóname...
- Mira, Chikorita. Fácil sería decirte “te perdono” y ya, pero no es eso lo que duele. No sólo me destruiste toda la vida que había trazado por delante; sino que me atacaste pese a que yo fui amable. Lo siento mucho, pero no puedo perdonarte.
- Pero...- dijo ella. Agachó la cabeza. Cuando la levantó, el Mudkip ya no estaba ahí.

Kimy se apartó de los demás Pokémon. Se escondió detrás de un arbusto y ahí lloró. Estaba en eso, cuando de repente algo apartó el arbusto, dejándola al descubierto. Ahí estaba el Ninetales.

Todos los demás (excepto el humano, que dormía) la miraron. El Ninetales esbozó una sonrisa malévola. Entonces, usando su pata le dio un golpe en la nuca a la pequeñina, que rodó. El Ninetales se rió. El Rattata y el Ekans rieron con él. El Metapod estaba mudo como siempre, pero se vio en su mirada que estaba tentado de reírse. Y Ted no estaba ahí.

Kimy gruñó de la rabia y de la impotencia, y el Ninetales desapareció. La Chikorita sólo le vio repentinamente en el momento en que él le daba un potente golpe en su costado, haciéndola volar unos pocos metros. Se golpeó contra la mesa de piedra, y cayó al suelo.

- Amenázame de nuevo ahora- dijo el Pokémon de fuego.

Kimy no se levantó. Se quedó ahí en el suelo. Los otros Pokémon se le acercaron. El Ekans se rió y se fue. El Ninetales se fue, pero cuando estaba yéndose, con un movimiento de su pata le arrojó tierra a la pequeña. Después del Ninetales fue el Rattata, que sólo levantó la cola y dejó escapar un pedo. Las risas de los tres Pokémon se sintieron por un buen rato.

La pequeña Chikorita se levantó y decidió irse lentamente. No era definitivo; sabía que la podían rastrear. Pero al menos podría irse hacia un lugar en el que pudiese descansar y desahogar su pena. Herida y sangrando a ratos, de a poco fue internándose en el bosque mientras sollozaba. Encontró un arbusto espinoso con unas pequeñas frutas de color azul. Bajo él se escondió. Lloró un rato, y se dejó caer en el suelo, meditando.

Kimy despertó a las dos horas después. El sol estaba en una posición ligeramente más abajo que antes. Sin embargo, aún hacía mucho calor y el día era hermoso. La Chikorita se levantó, salió de debajo de las espinas que la protegían, e instintivamente probó las frutas azules que el arbusto daba. Le calmaron bastante el hambre, y pese a lo apenada que se sentía, después de comerlas, pensó que ella era un Pokémon bueno, después de todo. Que todo mejoraría.

Se encaminó de regreso a donde debía estar el grupo. Los encontró sin ninguna dificultad. Cada uno en lo suyo. El Ekans tenía a medio tragar un huevo. El Rattata estaba royendo un palo que había encontrado por ahí. El Metapod seguía... haciendo nada. El Ninetales estaba acostado y medio dormido. Y Ted... no estaba por ninguna parte.

Kimy decidió acercarse al agua a mojarse un poco, y ahí le vio. Ted estaba enterrado en el fango del fondo. Ella se le acercó un poco, pero cuando quería decirle algo, el Mudkip fue tajante:

- Piérdete. No quiero nada contigo.

Apenada, la Pokémon regresó hacia donde el entrenador, que aún dormía, y se regresó sola a su pokébola. Ahí podría descansar.

Al otro día el chico iba camino a su próximo destino. Dijo en voz alta algo sobre “la casa de mi tía” que quedaba cerca. Los días siguientes fueron monótonos. El chico avanzaba y cuando veía a algún Pokémon usaba ya fuese a Ninetales o al Rattata. Dejó de usar a Ted en batallas, porque tuvo problemas para controlarle. El Mudkip tenía un espíritu indomable. Cuando lo enviaban a luchar contra un Pokémon salvaje que no le hubiese hecho nada, él simplemente no atacaba. Cuando el chico reaccionó con furia, igual como lo había hecho con Kimy, Ted le había arrojado una Pistola Agua en toda la cara.

El chico estaba tan furioso que echaba espuma por la boca. Envió a Ninetales para que castigara al Mudkip atrevido. El Ninetales lo hizo, pero el Mudkip, aunque acababa herido y lastimado, era regresado a su Pokéball con el orgullo en alto, sin que le hubiesen obligado a atacar a alguien al que él no le tenía rivalidad.

La misma situación se repitió 3 veces. Finalmente el chico se dio por vencido y dejó de entrenar al Mudkip, si bien no le dejó en libertad.

Kimy deseaba tener la valentía y la fortaleza de Ted para hacer lo que quería pese a que el castigo era fuerte. Sin embargo, no tenía el valor. En ningún momento se animó a rechazar las órdenes de su entrenador.

Pasó otra semana. El chico estaba contento. Decía en voz alta cosas como “Estamos a punto de llegar” o “Tan sólo cruzar esta montaña y estaremos ahí”. Cruzaron una montaña con unos días muy calurosos y noches tan claras en las que las estrellas podían verse al por mayor. Kimy vio de reojo, desde su ball algo que la inquietó bastante: Otra Chikorita. Sin embargo, su entrenador no la vio. Por otro lado, los Pokémon de la montaña eran unas enormes piedras con brazos, o en su defecto, criaturas de brazos largos y piernas cortas con un par de bandas cruzando su cabeza de adelante hacia atrás, que de lejos parecían niños humanos con una pequeña cola. Oyó que su entrenador dijo algo como "Estos machop no dejan en paz", pero más que eso, nada.

Después de un día de atravesar la montaña, en el otro lado, el entrenador dio un grito de júbilo. Corrió hacia un camino junto al cual crecían unas setas de color café que se mecían suavemente con el viento.

- ¡Estamos a un tiro de piedra! Tan sólo 1 kilómetro más de viaje y habremos llegado. Nos tomaremos unas merecidas vacaciones de una semana.

Como era de esperar, al poco rato, llegaron. El lugar era un pequeño establo (con un par de Miltank) puesto en un lugar abierto, con pocos árboles. Hacia el norte se veía terreno llano, pero hacia todos los lados restantes se veían sólo montañas. Cerca del establo había una pequeña casita, hecha de ladrillos de piedra de color rojo. Una chimenea salía por un costado y hacia el techo. Alrededor de la casa crecían flores de variados colores que despedían un aroma a manzanilla, boldo y litre. Junto a la casa había un horno de barro.

El entrenador se dirigió hacia la pequeña casita. Se detuvo un momento sólo para oler la mezcla de aromas en el ambiente, y tocó a la puerta de la casa.

Después de un par de minutos, ésta se abrió. De adentro salió una humana. Kimy jamás imaginó conocer a una humana tan arrugada como esa. Además, a diferencia de los humanos que ella había visto, ésta andaba con el cuerpo doblado hacia delante y se apoyaba en un palo toscamente pulido.

- ¡HIJO MÍO!- dijo la vieja, con la voz quebrada.
- ¡Abuelita! ¡Sí soy yo!- dijo el chico, abrazándola.
- No puedo creerlo, Nicolás... Has venido a visitarnos...- dijo la vieja, mientras le daba de besos al chico.
- Sí, abuelita...- dijo él, con una sonrisa.
- Pero pasa, hijito, al tiro voy a calentarte un poco de pan. Mira, éste lo hice ayer.
- Sabes que me encanta tu pan- dijo él, sonriendo.
- ¡PRIMO NICOLÁS!- dijo un niño que venía llegando.
- ¡Jaimito! ¡Eres tú! ¡Pero qué grande estás...! ¡Ven acá!- Jaimito se acercó al entrenador y le dio un abrazo.- ¿Cómo te ha ido?
- Genial. Tengo algo que quiero mostrarte, pero después.
En ese momento llegó la abuelita con el pan caliente y un vaso de jugo helado. Nicolás se detuvo y saboreó lentamente esas esencias, esos sabores que él recordaba de cuando era un niño pequeño y su abuelita le preparaba.

Kimy sentía el olor, y sólo deseaba poder salir de la casa para ir a revolcarse en esas hierbas que olían tan bien. Atenta como estaba a lo que decían y hacían los humanos, dedujo que la humana arrugada era alguien importante en su clan o familia, y que el niño pequeño era un familiar cercano y querido. Asimismo, tuvo que soportar pacientemente todo el día dentro de su Pokéball, porque Nicolás no soltó a sus Pokémon. Llegó la noche y todos se durmieron. La pequeña Chikorita no pudo dormir esa noche. El aroma de las hierbas, que entraba por la ventana del cuarto en el cual estaba durmiendo Nicolás, su entrenador, era demasiado exquisito y revitalizante como para ignorarlo.

Al otro día, finalmente, el chico dejó ir a sus Pokémon. Kimy fue a lo que había deseado fervientemente desde el día anterior; se dirigió hacia las hierbas y se revolcó en ellas, en un estado de éxtasis.

No le duró mucho. Se había acostado sobre ellas, y el Ninetales llegó. La miró con una de esas miradas tan atemorizantes a las que ella le tenía terror.
- Sale de ahí ahora.

Kimy obedeció. En el instante en que ella salió de ahí, el Ninetales se acostó sobre las hierbas. La pequeña quiso acostarse por ahí cerca, pero escuchó la advertencia.
- Si te acercas a menos de 15 metros de mí, te carbonizo.

Kimy ni siquiera chistó, y se apartó del lugar. Mientras vagaba, encontró, bien escondido bajo una mata de manzanillas, un pequeño caramelo. Parecía abandonado de hacía tiempo, pero no se veía echado a perder. Le hizo caso a su instinto y a su hambre y se lo comió. Al instante sintió que su cuerpo tenía más energías. Sin embargo, decidió no decir nada ni demostrar que se sentía mejor, porque intuyó que la molestarían por eso.

Encontró un lugar al sol pero al mismo tiempo protegido, y se acostó a dormir. Abrió los ojos cuando vio a su entrenador conversando con su primo.
- Primo, te tengo un objeto que quizás te interese.
- ¿Qué es?
- Míralo. Lo encontré por ahí.

Era una cosa verde y brillante. Tenía forma de bola, y el tamaño de una pelota de ping-pong. Una varita sobresalía por un costado, que tenía agujeros para poner los dedos y la boca. Kimy se acercó un poco y vio que era hermoso.
- ¡No puedo creerlo, Jaime! ¡Es...!
- Sí, primo. Es una Poké-flauta para despertar Pokémon dormidos, sean cuales sean.

Kimy pudo ver la mirada de codicia en su entrenador.
- ¿Dámela?
- Ah, no. Te la cambio.
- Pero Jaime, tú tienes 10 años y no creo que lo puedas usar aquí.
- Sí lo sé, pero ofréceme algo y yo te lo cambio.
- Porfa, primito, dámelo.
- Si tú me das algo.

Nicolás miró a su alrededor, y vio a Kimy.

- De acuerdo. Te regalo a la Chikorita. Es bastante dócil.
- Un... Pokémon... ¡Primo! ¿Me estás ofreciendo un Pokémon?
- Pues... ¡Claro!

Jaimito frunció el ceño.
- ¿Qué tiene de malo esta Pokémon?
- Nada, es un Pokémon dócil y cariñoso.
- Es que tú no me darías un Pokémon si no fuese porque algo malo tiene y no te gusta.
- No, Jaime, es en serio. Este Pokémon es bueno como para que empieces a pensar en salir de viaje.
- ¿Yo, salir de viaje? Por favor, tengo aquí a mi abuela que me cocina y me lava y me da todo. De acuerdo, acepto a tu Pokémon.

Kimy, aún sorprendida por lo que acababa de escuchar, no atinó a decir nada. Entonces, vio a Jaimito agacharse junto a ella. Su mirada y su sonrisa no eran muy tranquilizadoras.
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Re: Poor Chiko

Mensaje por Ginji »

[color="Blue"]"criaturas de brazos largos y piernas cortas con un par de bandas cruzando su cabeza de adelante hacia atrás" ---> ¿Que rayos eran esos? :S


En fin pobre Kimy, al menos el ninetales ya no la maltratara si la regalan. El mudkip me dio risa, y un gusto tremendo cuando le disparo al entrenador, parece ser que ese chico no tiene ni idea del factor felicidad en el pokemon (ese chikorita jamás usara return, pero su frustración si que seria poderosa...).

La verdad que esto ya se está poniendo re-tragico, haber cuando kimy encuentra algo de calma en toda está situación, x ultimo no creo que Jaimito sea peor que el ninetales. En fin continualo pronto está muy interesante.[/color]
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Re: Poor Chiko

Mensaje por DragonTrainer »

Chucha... Si alguien me sugiere una forma mejor de describir un Machop que me lo diga XD

¿Jaimito mejor que Ninetales?
[spoiler]Te vas a llevar una desilución mayúscula.[/spoiler]

:banallama
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Re: Poor Chiko

Mensaje por Ginji »

[quote="DragonTrainer"]Chucha... Si alguien me sugiere una forma mejor de describir un Machop que me lo diga XD

¿Jaimito mejor que Ninetales?
[spoiler]Te vas a llevar una desilución mayúscula.[/spoiler]

[color="Blue"]Hum... quizas robusto y con forma humanoide (o de niño) me hubiera ayudado más xD.

Vaya, pobre Kimy a esté paso probablemente se suicide.[/color]
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Re: Poor Chiko

Mensaje por Sabrina »

Tengo la impresión de que el entrenador del Ninetales es una criatura dulce y comprensiva comparada con el pendejito nuevo. O_O

Esto me recuerda un poco a esa cadena de mail, del diario de un perro... relataba como el pobre bicho pasaba de mano en mano y era maltratado y bla... pabre. XD
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