Este es un fic PARA MAYORES DE 18. Le pregunté a Sabrina si podía postear un fic con el calibre de las cosas que saldrán en él, y me dijo que sí siempre y cuando pusiera la advertencia que van a leer a continuación.
[SIZE="7"]ESTE FIC CONTIENE MATERIAL NO APTO PARA MENORES DE 18 AÑOS. SI TIENES MENOS DE 18 AÑOS, ABSTENTE DE LEERLO. NO CONTIENE HENTAI, PERO CONTIENE ESCENAS DE ALTA CRUDEZA, EXCESO DE CRUELDAD Y MUCHA CRÍTICA HACIA CÓMO ACTUAMOS NOSOTROS MISMOS.[/SIZE]
Ahora sí.
A diferencia de mis otros fics, esta no es una comedia. De hecho, creo que no tendrá nada muy chistoso. Creo que será un experimento nuevo en cuanto a mi formato de redacción, acostumbrado a las cosas chistosas. Es algo difícil narrar situaciones penosas o tristes cuando tiendes a sacarle humor a todo lo que se te ocurre.
Asimismo, supongo que será mi último fanfiction por largo tiempo (salvo que mi inspiración me diga otra cosa). Planeo que este sea mi último paso antes de lanzarme a un libro original, por mi propia cuenta.
Bueno, vamos adelante. Júzguenlo, opínenlo y bla bla bla.
[SIZE="5"]Kimy[/SIZE]
Nada brinda más contenido a este mundo
Que los recuerdos ya formados
Cada momento una nueva semilla
Es sembrada sin razón, y el problema sale a relucir
Prong
Era un bello día de primavera. El sol matutino creaba un hermoso contraste entre las zonas de luz y sombra. El cielo de un azul muy nítido era ocasionalmente atravesado por los Pidgey que buscaban un lugar para llamar la atención de las hembras. Pequeñas gotitas de rocío caían desde la punta de las hojas al suelo.
En un lugar, en medio del follaje del bosque, un botón se abrió. De su interior no salió una flor; salió una pequeña criatura cuadrúpeda. Se levantó, algo temblorosa. Su piel tenía color verde claro y algo azulado, una cola pequeñísima, y una gran hoja de color verde oscuro salía de su cabeza. Sus ojos blancos de pupilas rojas, miraron hacia los costados con timidez. Su cuerpo completo estaba mojado con un líquido algo viscoso.
En el momento en que la pequeña Chikorita se vio en el suelo, dejó sonar un pequeño lamento. Casi al instante obtuvo una respuesta. Apareció otro Pokémon. Su largo cuello rodeado por unos pétalos que le daban la apariencia de una flor, terminaban en una pequeña cabeza con un par de delgadas antenas. Sus patas, algo cortas, le condujeron hacia ponerse junto a la recién nacida Chikorita.
La Meganium olió a la pequeña Pokémon, y empezó a lengüetearle. Después de que fue lavada completamente, la pequeña Chikorita se sintió segura y siguió a su madre. Todo era nuevo para la pequeñina. Finalmente llegó con su madre a un lugar algo más resguardado. La pequeñina sintió sueño y se tumbó a dormir.
Despertó al rato después. La Chikorita no tenía ningún interés más que bostezar y volver a dormir. Y así lo hizo. Despertó rato después con el sentimiento agradable de una lengua rozándole el cuerpo. Su madre estaba ahí. No había nada de lo que preocuparse.
Pasaron un par de días en los que su madre le enseñó las expresiones básicas de comunicación entre Pokémon y cómo cuidarse de los enemigos en el bosque. La pequeñina era tímida y no se atrevía a separarse mucho de su madre, cosa diferente a la mayoría de los Pokémon de esta especie. Aprendió también que su cabeza era dura y podía defenderse de pequeños enemigos cercanos que rondaban por la zona, dando un pequeño cabezazo.
La Chikorita presentía por instinto que esos cuidados no durarían mucho, aunque intentaba convencerse a sí misma que se equivocaba y que todo seguiría igual. Sin embargo, su instinto estaba en lo cierto. Al cabo de un par de semanas, vio a su madre irse. Después de eso no la vio nunca más. La pequeña se lamentó por un par de días y sufrió la ausencia de su madre, pero reflexionó y se dio cuenta que la vida era así, y que debía seguir.
La Chikorita salió del lugar en el que había estado descansando. Después de alimentarse con luz solar por medio de ese proceso conocido como fotosíntesis, empezó a caminar sin rumbo fijo.
Estaba en eso, cuando de pronto sintió un ruido extraño. Reaccionó velozmente y quiso ocultarse, pero frente a ella vio una criatura que había conocido durante el corto tiempo con su madre. Era una cosa de color púrpura, pequeña, con una cola enrollada. Caminaba en cuatro patas que tenían las puntas de color blanco. Sus redondas orejas le hacían inconfundible, además que eran relativamente comunes.
El Rattata le gruñó a la pequeña Chikorita, que vio detrás de su enemigo a una enorme criatura bípeda. En la parte de su cabeza llevaba una cosa de color rojo, en su mano derecha tenía una pelota bicolor (blanco con rojo). Estaba totalmente cubierto con algo de colores, que no parecía muy protector, después de todo. Sobre sus patas era distinto; tenía una especie de piel, de color negro con blanco, que aparentemente protegía bastante bien.
La Chikorita volvió a mirar al que aparentemente era su rival. La criatura bípeda gritó “¡Ataque rápido!” y el Rattata obedeció. La pequeñina, no acostumbrada a ver cosas como esa, se asustó cuando su rival desapareció misteriosamente, y sólo supo de él cuando recibió un golpe en su costado, que le dolió y le hizo rodar. Quiso defenderse con un cabezazo sobre su rival, pero éste era muy hábil y la esquivó dando un salto..
- ¡Híper colmillo!- se oyó decir al humano. El Rattata se dirigió hacia ella, con la boca muy abierta. La Chikorita por un segundo sintió terror, pensando en que quizás el ratón púrpura se la comería, pero no ocurrió tal cosa. Sin embargo, cuando quedó junto a ella, agarró potentemente a la pequeña Pokémon de hierba usando su boca. La Chikorita sintió con mucho dolor los dientes de su rival enterrados profundamente en su carne. Dejó escapar un grito de dolor mientras una gota de sangre de color verde oscuro brotaba del lugar en el cual su enemigo la tenía agarrada; no era capaz de contraatacar. Su rival era demasiado fuerte, y ella sólo tenía un poco más de una semana de vida. Se dejó caer. El Rattata la soltó, y el humano arrojó la pelota contra ella.
La Chikorita sintió el toque, y repentinamente se vio en un lugar cerrado, desde el que podía ver y oír afuera. Sintió un quemante dolor, y en respuesta intentó agitarse y liberarse. Cinco segundos después, el dolor cesó, pero la Chikorita ya no podía agitarse. Sin embargo, por alguna razón era bastante cómodo, incluso si no permitía movilidad. Aquella sensación de calma no duró mucho. Sintió cómo su prisión se abría, y al instante siguiente, ella se vio delante del humano que la había capturado. Le escuchó algunas palabras, y se las entendió.
- Mira, Chikorita tonta. Como te capturé, ahora eres mía, te entrenaré y serás tan fuerte que podremos derrotar a la Liga Pokémon con muchísima facilidad..
La Chikorita no sintió el entusiasmo de su entrenador. “Te llamaré Kimy, en honor a una chica que me gusta que se llama así. ¿Vale?”
Nuestra compañera sintió algo de recelo, pero aceptó su suerte. Después de todo, ella no sabía muy bien cómo actuar estando sola, y con algún compañero de equipo se le haría más fácil. Sin embargo, se equivocaba.
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