Logré ponerme en pie justo a tiempo para evitar otro ataque de Trevor, quien tras haber fallado su cabezazo se veía aún mas irritado.
-Pará... Es un cachorrito, sólo está jugando. Lo alcé en brazos soportándo sus pataletas e intentos por soltarse y me acerqué al pequeño pokémon.
-Disculpalo, es un poco intolerante hacia los demás, pero en un bien chico. .... O... Pokemón..- Desconocía hasta que punto los pokémon, y sobretodo los salvajes entendían el lenguaje humano. Aún asi, trataba de hablar claro y combinando tanto lenguaje corporal como verbal para hacerme entender.
-Ahora estamos algo apurados como para quedarnos a jugar, tenemos que salvar el mundo. Pero te propongo que nos acompañes -dije acariciando su cabeza, y bajando la voz, agregué- Te prometo que no va a faltar oportunidad para que sigas mordisqueándo la cola de Trev.-
//Afinidad + Comprension para que (no) me haga caso// [dice]0[/dice]
-No quiero apurarlos, pero creo que tenemos que llegar a un volcán antes de que un par de locos en capas sucias lo hagan ¿No?
Otra vez Luca, apurándonos. Porqué le costará tanto trabajo relajarse, distenderse un poco, disfrutar de la companía de estas increibles criaturas. Acaso.... ESTA CELOSA!!! dije para mi mismo en un fogonaso de lucidez. Claro, cada vez que paramos a jugar con algún pokémon del camino, o a luchar con nuestros amigos para fortalecer lazos de amistad ella recuerda que tenemos que irnos. Bueno... Creo que tengo la cura para eso.
-Ey! -dije nuevamente dirigiéndome al pequeño perrito- Esa chica cree que sos lindo, y sabes que? Creo que harían un buen equipo. Esperame acá.
Avancé los pocos pasos que me separaban de la chica rubia repasando en mi mente lo que iba a decirle, aunque probablemente cuando empiece a hablar lo olvide por completo.
-Che Lu, estaba charlando con mi amiguito, y cree que serías una buena compañera y amiga para él. Mirá, tiene mucho en común con vos, es muy lindo, simpático, muy lindo, y bastante mas fuerte de lo que aparenta. A ver... Teneme esto! -Y sin darle tiempo a nada le entregué al aún irritado scraggy, mientras revisaba mi mochila, (dije muy lindo dos veces?? --- dije muy lindo?)
-Gracias! -tomé de nuevo a Trevor y en su lugar coloqué una bebida a base de bayas en una de sus manos.
-Ofrecele esto, es una bebida dulce, seguro le gustará. Además ayudará a curarse de las heridas del ataque de Gertru, y si todo sale bien ofrecele esto. -dije, coloqué una pokebola en su mano libre.
La expresión en la cara de la chica era muy diferente a la que había formado en mi cabeza, se la notaba incómoda, nerviosa. Al punto de hacerme arrepentir de lo que acababa de hacer.
-Ejem... Bueno.... Al volcán, no?- Dije, dejándo a Trevor en el piso y tomando del hombro a hace y al doctor.
------------------ Bueno, pido perdón de antemano por los atrevimientos con la npc, aunque esperaré ansioso el desenlace de la historia. Estoy preparado para todo, creo (?
Atlas había logrado cazar algún rastro ya que en seguida se comenzó a mover con rapidez, acompañado por el osito de Mel. Los seguimos a paso apurado hasta un pueblecito tranquilo en la isla. Había bastante movimiento pero los pokemon no se dejearon distraer por nada. El osito se había montado a Atlas, lo que admito siempre me lamenté de ser demasiado grande para intentar.
-Solo necesitamos un pokemon mensajero, como dijo la mujer.- le respondí a Nonnie cuando preguntó cómo nos comunicaríamos con el resto, mientras levantaba a Picard que parecía triste de no poder unirse a la búsqueda. -Ah, no tenemos pokemon voladores...- recordé. -Pero debe haber un local donde los renten, seguro encontramos la forma.-
En eso Picard me interrumpió con un ladrido. La pareja de detectives había comenzado a perseguir a un pokemon tipo planta. Corrimos detrás de ellos metiéndonos en lo que parecía ser un jardín, aunque no imagino para qué alguien necesitaría una casa tan grande. Mientras atravesábamos el lugar noté a varios otros pokemon tipo planta, lo que no me agradaba del todo pero... bueno, ahora tengo a Achlys si nos hacen algo.
Después de un par de vueltas y cruzar por un camino de enredaderas del cual agradezco salimos bastante rápido, terminamos frente a una gran puerta en lo que parecía ser la entrada a mansión. Un anciano nos atendió y se disculpó por las molestias causadas por su pokemon, pero en seguida cambió su tono por algo... casi amenazador, si no fuera porque nos estaba invitando a tomar el té.
Sabía que para algunas culturas era de mala educación rechazar una oferta así, mi papá me lo había explicado, sobre todo cuando se trata de comida. Si bien no quería que nos demoráramos más, no creo que sea lo mejor hacer enojar a alguien tan acaudalado, estas islas parecen bastante chicas después de todo, no necesitamos más problemas. Además Atlas seguía olfateando en dirección al pokemon con flores por manos, tal vez era una pista.
-Creo que deberíamos aceptar.- opiné. -Esas son rosas, no?- le pregunté a Atlas acariciando su pelaje, el Furfrou ladró en acuerdo. -Puede que nos ayude a encontrar al socio de... V..irgilio?- se me había ido el nombre. -Vicenzo, eso.-
Que adorable que es ese osito, la puta madre. Tendría que preguntarle después a Mel donde lo había capturado, esperemos que no sea en la loma del orto. Y hablando de eso... ¿No sería hora de empezar a buscar a un compañero para Maradona? Si bien sería el doble de responsabilidad (blegh) es posible que lo que atrape no sea tan dolor en el orto como él. Otro Growlithe me vendría bien. O cinco. Un ejército de Growlithe y sería feliz.
-Che, ¿a donde van esos dos? -exclamé, frunciendo el ceño hacia nuestro grupo de Pokemon. -¿No teniamos que ir para...?
Pero no parecieron capaces de escucharme. Estábamos en una parte del pueblo algo desolada, pero aún así me hubiera gustado ver alrededor que podíamos encontrar o a que gente podíamos preguntarles cosas, pero los bichos de mierda se nos adelantaron y seguían persiguiendo... esa cosa.
El tunel por el que caminamos tenía una atmósfera algo desconcertante; cada paso que dábamos parecía tener un eco y hubiera jurado que había miradas clavadas en nosotros, aunque cada vez que me daba vuelta no veía nada. Cerré las manos en puños y agudizé el oído, listo para reaccionar por si algo fuera a salir mal.
Pero nadie nos atacó, milagrosamente. Al salir vimos una casa algo gastada al final del camino y, en frente del portón, ese Pokemon que nunca había visto antes con rosas como manos. Nos miraba con una sonrisa extraña. Una vez que llegamos todos, golpeó el portón y un hombre canoso apareció por la puerta, invitándonos a tomar té. Té... Claro.
-Creo que deberíamos aceptar. -dijo Day, no muy sorprendentemente. Suspiré.
-No tenemos muchas más pistas para guiarnos. -contesté. -Ni tiempo para descifrarlas... Pero siempre tuviste buen instinto así que... -Me giré hacia el hombre y extendí una mano para que la sacuda. -Cole Chase; un gusto. No podemos quedarnos mucho pero... ¿Capaz para una charla cortita?
Tengo que admitir que ver a Plastic Love montando a Atlas es una imagen que voy a guardar en mi cerebro. Hay que guardar momentos alegres como este.
Extrañamente nos llevó a un jardín donde un hermoso Pokemon nos llevó a tomar el Té. Por donde nos llevó también estaba lindo, muchas hojas, un poco de "bosque" y seguro muchos Pokemon se ocultaban ahí. Me encantaría sumar algún compañero a mi grupo, me había acostumbrado a tener más gente, pero bueno, se trabaja con lo que se tiene.
La invitación era muy bizarra. Seguro la señora de la casa en realidad era un montón de Voltorbs uno arriba del otro listos para estallar. Bha, para ponerle un poco de diversidad, seguro uno era un Pineco.
Decidí seguir el resto de mis compañeros, pero no tomar nada de los nos ofrecieran, esto era demasiada hospitalidad en tan poco tiempo.
Me quedé mirando hacia el humo por unos instantes mientras a mis espaldas seguía escuchando el ajetreo del resto. No tenía idea de quién estaba gruñendo de todos, pero alguien lo estaba haciendo. ¿Qué posibilidades había? No parecía venir del pico del volcán... ¿Se podría haber abierto quizá...? No sé el termino correcto... ¿Una grieta? ¿Un lugar por donde se estuviera filtrando lava? Podría estar entrando en actividad... Necesito conseguir a un geólogo, vulcanólogo o alguien para preguntarle antes de que me quede con la duda.
Estaba totalmente decidida en empezar a caminar y a traerme al resto a la fuerza, pero Leon se me acercó e interrumpió mi plan.
…
-¿Eh? -fue lo que me salió decir, acompañado de total incredulidad en mi rostro- ¿...qué? ¿Por qué lo tengo que tener? -el scraggy estaba notablemente enojado, pero me miró con confusión cuando lo sostuve entre las manos. A todo esto, no era precisamente liviano pero podía sostenerlo unos segundos sin morir en el intento- No, no, no -dije rápidamente mientras me intentaba justificar de alguna manera sus ideas, siendo poco sutil para tirarme halagos en el medio. Ya había notado su tendencia a buscarme charla, si había algo que no necesitaba en este momento era alguien interesándose en mi, aunque.... No importa, ahora realmente no importa, algo totalmente peor estaba pasando: querían darme un pokémon- ¡No! -terminé gritando casi dejando caer al scraggy y atrapándolo a escasos centímetros del suelo- ¡No, no, no! No necesito ningún pokémon conmigo, no puedo tenerlos cerca, ¡¿y qué crees que puedo hacer con un jugo?! ¿Milagros? -dejé caer la pokebola apenas me la entregó, de hecho no llegué a agarrarla, apenas se había apoyado en mi mano.
El lillipup se acercó con interés (en el scraggy y su pantalón al juzgar por su mirada atenta en dicha criatura), pero al notar la pokebola tirada en medio de la tierra se acercó a olerla y a tocarla con total inocencia con una de sus patas. A los dos segundos la estaba mordiendo y sacudiendo con violencia. -No sé si lo están entendiendo -dije dirigiéndome al resto- pero simplemente no puedo tener un pokémon de compañero. No me interesa cuidarlos, y hasta llegaron a darme algo de fobia cuando era más chica... -y era cierto, no me encontraba como para cuidarlos, no me interesaba encargarme de alguien más, tenía otro objetivo más importante en mente. Sumar de estas cosas a lo que estábamos haciendo equivalía a interrupciones, trabas, cosas de las que hacerme cargo, no podía empezar a arriesgar todo por cosas así.
Clung~
Un sonido resonó a mis pies. Cuando miré debajo, la pokebola se había cerrado, y el lillipup había desaparecido. -¡Noooo! -grité asumiendo lo peor- ¡Voy a romper esa cosa, lo juro! -levanté una pierna y creo que fue Daichi el que me agarró por la espalda intentando evitar que destruyera a la cosa con la criatura adentro. Bien sabemos que al pokémon no le iba a pasar nada. -¡Tranquila, tranquila! -me dijo él, luchando por sostenerme hasta que finalmente me detuve y bajé la pierna- Si no queres tenerlo siempre podes liberarlo DE MANERA PACÍFICA Y NO VIOLENTA o entregárselo en un pueblo a alguien que pueda ayudarle, quizá algún anciano o algo. Tomé aire. Me agaché y abrí la pokebola para el bicho saliera. Miró a su alrededor y movió la cola, sacando la lengua para querer morder la pokebola en la que había estado hasta hace unos instantes -Bueno, esto paso por accidente, así que andate -tacto cero Luca, tacto cero. No era como si la empatía estuviera entre mis virtudes. La criatura en cambio empezó a llorar porque tenía la esfera lejos de su alcance, parándose en dos patas intentando tocarla. Cuando la dejé en el suelo la tocó y se metió dentro. O quería usarla de juguete o quería venir con nosotros. No había demasiadas opciones. Tomé la esfera y se la arrojé a Daichi, pero me la devolvió enseguida. -No, no, te eligió a ti, yo a tengo a mis chicas, aparentemente también un natu, y no quiero que me sigan golpeando a causa de los celos. Observé al resto, pero creo que todos se hicieron los distraídos y desentendidos, silbando o fumando más cosas raras.
Todo esto concluía con... muy pocas opciones. Si intentaba deshacerme de él de algunas de las formas poco agradables que se me ocurrían, seguramente me sacarían del grupo y me impedirían viajar con ellos, y por nada del mundo tendría que pasar eso. Había conseguido demasiado para perderlo, y las otras alternativas que tenía para seguir... Iugh, no. Pero el arqueólogo tenía razón, debería haber alguien a quién le sería de ayuda, alguien a quién puede servirle. Es agresivo, caprichoso, enérgico... sí, podría servirle a quien tenía en mente. La pregunta era... ¿cuándo se lo voy a entregar? Si lo que todos estos locos están diciendo es cierto... dentro de muy poco tiempo.
Guardé la bola esta en uno de mis bolsillos y finalmente (¡gracias!) avanzamos. Si nada nos detenía, en cuestión de minutos deberíamos llegar al volcán.
-Pero... no creo que haga falta y... -antes de que terminara mi oración, Atlas, Plastic y hasta Picard se adelantaron y entraron al sitio. El señor de traje no pareció molestarse en lo mismo por los pokémon así que asumí no tendríamos problema al menos con ello. El resto los siguió y me quedé sola fuera unos instantes. Miré a mis espaldas, volví a tomar un respiro del dulce aroma, y bajo la mirada simpática pero casi intimidante del hombre que seguía sosteniendo la puerta, entré, y la puerta se cerró detrás mio.
El lugar era enorme, con techos altos, varias puertas dirigiendo a otros sitios, y una gran escalera central que subía al siguiente piso. Todo se veía tan lujoso que llegaba a incomodarme. Estaba acostumbrada a otras cosas, y nunca me había metido en su sitio como este... aunque, me recordaba a los teatros de Kalos. No me sorprendería empezar a escuchar música clásica de un momento al otro. Detalle que no podía faltar: había varios jarrones con rosas dentro. -¿Qué es esto Jaime? -una voz femenina, ligeramente grave y con una importante fuerza se hizo presente en el lugar. Sí, presencia era algo que tenía sobre todas las cosas. Alzamos la vista y en medio de la escalera había una mujer alta, de vestido rojo y largo, de apariencia... imponente. Su cabello estaba repleto de grandes ondas y bucles, y no estaba segura de qué tan largo era realmente, pero era de un tono rosa oscuro, algo bordo. El pokémon de las rosas de antes corrió rápidamente para ponerse a su lado y la mujer nos observó acomodándose una especie de chalina con indiferencia. Luego de unos segundos sonrió- Oh, creo que ya sé que sucede. -Sra. Roze, disculpes las molestias -el hombre de traje se asomó de detrás nuestro- pero el señorito parece haberlos molestado y les he invitado a un té a modo de disculpas. -Me lo imaginaba -dijo finalmente la mujer comenzando a bajar hacia nosotros, con pasos lentos y firmes, era casi como si pensara como debía mover cada milímetros de sus piernas ligeramente expuestas. Creo que cualquiera con esas piernas les debería sacar provecho. Ehm, al menos eso tengo entendido en base a lo que hablaban las acróbatas del circo que se la pasaban anhelando cosas que la otra tenía, como una cintura delgada o una piel suave, cosas en las que nunca realmente me fijé tener- Disculpen a Chevalier, es travieso y cuesta vigilarlo todo el tiempo... -la mujer finalmente se detuvo frente a nosotros, y ahí fue cuando notamos que era casi tan alta como Cole. Cada vez me sentía más incómoda- ¡Ah! ¡Pero que espléndidos que son sus pokémon! ¡De pequeña tuve un furfrou! Aunque vivía peinado. En fin... Sean bienvenidos. Mi nombre es Rita Roze, soy la señora de este lugar, siganme por favor. La mujer se dio vuelta y atravesó uno de los arcos cercanos. Ahí noté que de ella se desprendía un olor a flores muy fuerte, y las narices de a Atlas, Plastic y hasta Picard lo notaron también. El último soltó un estornudo antes de que comenzáramos a seguir a la mujer.
-¿Soy la única que siente que no debería estar aquí? -susurré al resto- No por desconfiar, sino por no ir acorde al sitio... -me cubrí un poco con la capa, al menos esta parecía ser un poco similar al estilo del lugar con sus bordes dorados. -¿Qué pueden contarme de ustedes? -dijo de pronto la mujer deteniéndose frente a una larga mesa que tendría unos... dieciséis asientos a su alrededor si no contaba mal- ¿Chevalier les molestó mucho? ¿Vicenzo les dijo como encontrarme? No, no pongan esas caras, lo conozco bien y se que es capaz de haberles dicho poco y nada. Es una de sus formas de poner en prueba a las personas. Tomen asiento por favor.
La mujer se sentó en la cabecera. Yo tomé asiento a un lado porque nadie más lo hacia. Rita... digamos, aplaudió dos veces y mayordomos y criadas aparecieron casi de la nada, asustándonos a todos, excepto a Mel que parecía estar un poco alerta desde que entramos. Trajeron bandejas con galletas, sacos de te, jarros con agua caliente, tazas, platos... Completaron la mesa en cuestión de segundos y se fueron. Demasiado eficaces diría yo. -Sírvanse lo que gusten, y si no quieren hacerlo está bien, quizá ya desayunaron o creen que las tostadas están envenenadas, pero tranquilos, tenemos que hablar de algo importante, ¿no? -la mujer ahora en vez de aplaudir sonó una campanilla y el que apareció por la puerta fue el tal Jaime- Por favor que nadie entre hasta que termine -el hombre asintió con una reverencia y se retiró- Apenas tuvieron la oportunidad tanto Sabael como Vicenzo me notificaron de ustedes, sus apariencias y capacidades, así que fue sencillo identificarlos, los estaba esperando- la mujer hablaba mientras se preparaba un te con tranquilidad y delicadeza. Su meñique se mantenía siempre en alto sin importar el movimiento que realizara- Aunque me sorprende que sean solo... cuatro, no me dijeron que podrían separarse, pero -tomó un sorbo de te que pareció disfrutar bastante ya que mantuvo la boca cerrada por unos instantes- no me sorprende. ¿Ya les dijeron sobre los sitios a los que deben ir y de las “tablas” que tienen que encontrar? Por sus caras veo que no. Bueno, empiecen ustedes con las preguntas, será más efectivo.
Como cierre la mujer tomó una galleta, y la quebró con los dientes mientras sonreía observándonos.
Una elegante señora adentro nos recibió sin ningún problema, incluso comentó positivamente sobre nuestros pokemon. -Ah, siempre quise peinarlo como los de los concursos!- respondí. -Pero es difícil cepillarle el pelo por mi cuenta...- Los nudos en su pelo parecían rastas a veces, y no de las bien mantenidas que tiene alguna gente de la comunidad. -Me encantaría encontrar un lugar donde lo hagan.- El Furfrou resopló algo ofendido ante eso, sé que no tiene la paciencia para dejarme embellecerlo demasiado.
Mientras atravesábamos los salones de la casona, Nonnie preguntó en voz baja si no nos sentíamos fuera de lugar. -La verdad no, creo que estamos bien, vos sobre todo.- me encogí de hombros, más allá de la suciedad, estaba bien vestida. Era un lugar hermoso, claro, aunque nada que ver con las casas de Pacifidlog, algo exagerado, pero era un lindo cambio de escena. La señora por su lado tenía el tipo de vestimenta que esperaría ver más bien en un concurso que para estar solo de entrecasa. Si bien no viviría en un lugar así, no podía evitar apreciarlo y sentirme acogida por la belleza.
Fuimos invitados a sentarnos alrededor de una gran mesa, Atlas se sentó a mi lado como lo hacía en casa y la mujer no se quejó, ya me caía bien. Una horda de personas sirvió el té en cuestión de segundos y el lingkod principal fue instruido de no dejar que nadie nos moleste. En eso la señora nos reveló que conocía al hombre de traje y sabía todo sobre nosotros, aunque me hizo preguntarme cuánto sabían realmente de nosotros y cómo... Momento, si ella es la socia de Vicenzo entonces realmente la encontramos siguiendo su rastro? Qué buenos detectives somos.
-Primero, un placer, soy Darya, aunque ya lo sepa.- le sonreí. -La verdad no sabemos nada de a dónde tenemos que ir y qué tenemos que buscar, Vicenzo y Sabael fueron bastante abstractos. Pero nos dijeron que nos separáramos por cuestión de tiempo, los otros andan en otra isla.- expliqué rápidamente. -Así que si nos dice qué es eso de las tablas creo que nos haría todo mucho más fácil.-
No tenía hambre ya pero me guardé unas galletitas para mas tarde. Atlas se sentó en la mesa con mejores modales que lo habitual, capaz el lugar lo incentivaba, pero igual había devorado varias de las masitas que tenía en frente. Espero que no le caigan mal.
Comencé a escuchar gritos por lo que salí de mi trance, no había alcanzado a despedirme de mis nuevos, amigos, esperaba poder volver a verlos.
La rubia estaba bastante alterada, al parecer la idea de cuidar o atrapar un pokemon la parecía casi repulsivo.
En ese instante recordé lo que dijo sobre Friore, ella y el payazo venían de ahí. Un lugar donde humanos y pokemon vivian como iguales. Pero algo no nos habían contado…aunque de manera diferente, ambos parecían contentos de haber salido de allí. Miré a ger por un segundo, tampoco me gustaba tenerla encerrada, algo de aquello comprendía, aunque seguramente lo mínimo.
-Oye rubia nadie te va a obligar a que tengas un pokemon, cada uno es libre de hacer lo que quiera- dije apagando el “cigarro” y guardando la colilla en mi bata.
Yo a ger tampoco la obligaría a estar en una pokeball, para mi este perro rancio es mi amiga, mi compañera. Si ella quiere andar libre, que lo haga. Si atrapo otro Pokémon probablemente ocurra lo mismo. Seguro que no es fácil pasar de ser reportera a ser escapista de una torre en llamas con pokemon atacándonos a muerte, pero no nos queda de otra, es eso o el mundo se va a la mierda. Para tenerle miedo a los Pokémon, has reaccionado bastante bien, en nuestras primeras batallas estaba cagadísimo.
Además, estos chicos, aunque tengan pinta de que pasado las 22 salen a asaltar son buenas personas -dije poniendo mis brazos sobre ace y león.
Por el arqueólogo no digo nada, tiene pinta de ser rarito…
Mi mente volvió a divagar… ¿será aquel sujeto de bata también de fiore? ...esto ya no puede ser una coincidencia.
Me dí vuelta al escuchar el sonido, ya que Luca había dejado suficientemente claro que no quería un pokémon cerca. Desgraciadamente para ella, el lillipup había ingresado en su pokeball.
Entendía, o al menos creía entender que no quisiera cuidarlos, ya que en el pasado yo pensaba lo mismo. Nunca tuve la nececidad de tener un pokémon, no me veía para nada capacitado para cuidarlos, y además consideraba que eran mas felices libres. Parte de ese pensamiento lo fui cambiando al conocer a Naty y enterarme de lo que hacía. Viajar con ella ayudando a pokémon maltratados o usados para beneficio de humanos me había hecho entender que estaba equivocado... La única forma en la que los pokémon serían felices y podrían vivir seguros en libertad sería si la raza humana no existiera.
Por cada persona que se interesaba por ellos, había unas decenas que disfrutaban maltratándolos, torturándolos por diversión. Cientos de personas que lucraban obligándolos a reproducirse y hacer dinero fácil vendiendo sus crías, obligándolos a pelear por dinero, hacer trabajos pesados a golpes de látigo, y con una visible mala alimentación.
-Si fuera por mi tendría un campo enorme lleno de pokémon rescatados de la calle- Me había dicho Naty una noche luego de evitar que unos pendejitos apedrearan a unos pidgey. No importa que tanto te esfuerces, siempre habrá pokémon heridos por simple diversión o crueldad humana... Y si... la humanidad es una porquería cuando se lo propone.
Sin dirigirle la palabra, comenzamos a caminar hacia el volcán. Iba a abrir mi boca para decirle que seguramente con ella estaría a salvo y que se harían grandes amigos, cuando Pócrates, bastánte mas lúcido que hace un rato y con mucha mas comprensión de lo que le pasaba a Luca que yo, comenzó a hablarle.
Miré a Trevor, que se encontraba caminando detrás nuestro y notablemente preocupado, creo yo, de que el perrito nos acompañe. Las palabras del doc me hicieron dudar... Realmente él querría estar a mi lado? me consideraba su amigo?, su padre?, su captor? Después de todo había nacido en mis manos, no conocía lo que era estar en libertad, no conocía a otras personas y, en consecuencia no podía saber si lo que realmente quería era estar conmigo, ya que no tenía ningún punto de comparación. Esta vida era todo lo que conocía.
Sentí que un cable me caía en el hombro, pero al darme vuelta noté que era la mano del doc. Gracias Pocra.. dije sonriendo ante su comentario. Ejem... disculpame si te puse en una situación incómoda, no era mi intención, intenté disculparme con la chica rubia, cuando noté mi mochila notablemente mas liviana.
Miré a Daichi, dibujándo un huevo con mis manos, en clara seña de que lo quería de regreso. Lo había salvado de una muerte segura hace unos momentos, y quería ser yo quien lo proteja dentro del volcán.
Fuera de la clara y tétrica atmósfera del lugar, no parecía que hubiera gente escondiéndose atrás de los muebles con pistolas listos para hacernos queso apenas entráramos, por lo que me relajé un poco. La señora que nos recibió me hacía acordar un poco a Ollie en la forma en la que hablaba y se movía aunque... quizá un poco menos refinada. O más. Que se yo de estas cosas.
-La verdad nunca entendí que obsesión tienen todos con estos. -Dije, mirando a Atlas, una vez que la señora y Day terminaron de hablar de lo lindo y elegante que eran. -Los Arcanine son diez veces más lindos en mi opinión, pero bueno.
Nos pidió que la siguiéramos. Había algo sobre la forma en la que hablaba y se movía que me ponía nervioso, pero traté de no hacer que se note; no había razón para poner nerviosos a los demás. Rhiannon parecía compartir mi intuición, lo cual nos dejó saber en nuestro camino a través de la casa, susurrándonos.
-Ya tuvo muchisimas chances si hubiera querido hacernos algo. -le dije. -Creo que estamos relativamente a salvo, por ahora. Pero si llega a pasar algo...
No terminé la oración, pero creo que Rhiannon me entendió. Después de caminar por un rato llegamos a la habitación que había preparado para nosotros y la verdad se me hizo agua la boca con el desayuno que nos había preparado. Hija de puta, como supo que esa era la forma más rápida de ganar mi confianza? Ah bueno, que se le va a hacer. Es lo mínimo que puede hacer considerando el quilombo en el que nos está metiendo.
-Vicenzo hizo exactamente lo que acabas de decir, osea que lo conoces muy bien o ya habían hablado antes de como iban a manejarnos. -le dije, después de comer un par de tostadas. -Y eso de nuestras habilidades... Sigo sin entender que tienen que ver con todo lo demás, ni que fueramos muy buenos. Pero sí, la verdad que algunas respuestas nos vendrían bastante bien ahora mismo.
Todo esto estaba tomando tintes muy raros, se sentía como que ibamos de acá para allá, sin mucho en el medio. Sin información más que pequeñas migajas.
Mientras la mujer se presentaba, seguía totalmente alerta. Sabíamos que gente que nos quería matar sabía de nosotros y podrían hacerse pasar por gente de ¿nuestro bando?.
Pero la mujer, que se presentó como Rita, si dijo algo que me hizo creer que capaz no nos mataría. Nos dijo que podíamos preguntar lo que quisieramos por que seguro no nos dijeron nada. Eso extrañamente hizo que pueda bajar un poco mis defensas.
-Ok, tengo preguntas. ¿Que nos puede decir que seguro se "olvidaron" de decirnos sobre las tablas? Por que solo nos dijeron que tenían inscripciones.- dije sin dudarlo.
Seguí.
-Y mi otra pregunta.... ¿Podremos buscar Pokemon en los patios de acá?, es que me pareció ver cosas lindas- pregunté, mientras me brillaban los ojos.
Por más que le de vueltas al tema, todavía no puedo encontrarle una justificación lógica para que el equipo de investigación de Sabael (y sus inversores) eligieran a estos chicos para participar de esta búsqueda. Ninguno estaba capacitado realmente en el área, hasta donde sabía. No eran arqueólogos, historiadores, ni siquiera parecieran tener las aptitudes de un par de mercenarios (aunque siempre está la posibilidad de que me equivoque). La periodista se notaba curiosa, interesada en aprender y descifrar misterios, propio de su trabajo. El doctor había demostrado tener algunos conocimientos de mitología... Pero creo que algo le sucede para que no sea consciente de lo dañino que es que fume tanto. El muchacho de pelo azul parecía atlético, quizá era el que mejores aptitudes físicas tenía, pero no lo notaba del todo interesado. Y el muchacho de pelo gris... creo que la pasaría mejor de mensajero o en la granja de mi hermana. Tenía que haber algo más... algún otro motivo. Dudaba que fuera “lo mejor” que podrían encontrar en tan poco tiempo.
En momentos seriamente consideraba que simplemente éramos conejillos de indias, y un grupo que nos seguía los talones era el que iba a conseguir todo lo que los inversores querían.
Hablando de estos inversores... Sabael y Enzo se refirieron muchas veces a ellos simplemente con ese título, y al parecer el líder del culto era el único con enlace directo a estas figuras, el único con el que se comunicaban y con el que habían estado alguna vez frente a frente. Cuando consulté quiénes eran, si podían darme más información, recuerdo que todo lo que obtuve fue básicamente un “llevan mucho tiempo trabajando junto a Sabael, pero son personas de perfil bajo”. No entiendo cómo pueden mantener un perfil bajo y manejar dinero suficiente como para financiar esta campaña.
Nos detuvimos. Antes de que nos diéramos cuenta podíamos ver la entrada de la cueva y el volcán levantándose frente a nosotros. Tengo que perder esta costumbre de abstraerme tanto en lo que pienso, luego tengo que soportar que Sheri siempre me dice “así tu sobrina va a pensar que sos una estatua”. ¡Pero si no fuera por mi capacidad de concentración no llegaría a donde estoy! Eso y que las chicas siempre están para cuidarme. Bueno, ellas y mi familia. Más bien mi hermana porque a mi hermano no lo veo hace bastante. Cuando termine esto iré a pegarle una visita... ¡Ah! ¡Podría decirle a Sheri y a Ana! Sí, no es mala idea, un fin de semana en familia.
Mientras él nos ignora y sigue entrenando. En fin.
-Entonces -la reportera empezó a hablar- ¿Simplemente entramos y ya? -a nuestro alrededor no había guardias, ni otras personas. Este no era precisamente un sitio tan turístico. -Hasta donde sé hay muchas cuevas y algunas están conectadas por dentro -comenté mientras me rascaba la nuca, intentando hacer memoria y despejar otros pensamientos- Creo que si no tenemos alguna buena forma de guiarnos o de marcar el camino que vamos haciendo no vamos a poder salir. -¿Y a dónde tenemos que ir exactamente si hay tantas cuevas? Buena pregunta. Noté que Leon me clavaba la mirada. Iba de mi cara a mi mochila, de mi cara a mi mochila, y creo que ese gesto... ¿Estaba embarazado? Eso es biológicamente imposible. ¡Ahhh! ¡Ya entiendo, ya entiendo! -Perdón, no me di cuenta -llevé mi mochila hacia adelante y saqué con el cuidado que podía el huevo que la chica me había dado instantes atrás. Se lo entregué y aproveché la oportunidad para sacar uno de mis cuadernos y revisar algunas de mis notas. No teníamos un mapa del interior del volcán, por no decir que no había encontrado ningún registro de que alguna vez haya existido uno, pero teníamos un mínimo de información- Creo que nuestro guía va a ser cualquier marca de que alguna vez hubo alguien más dentro. Marcas en la pared, inscripciones, no simples rasguños que podría haber dejado algún pokémon de la zona. Estoy seguro que en el pasado los habitantes de las islas debían señalizar de alguna forma los bosques y cuevas. -Si encuentro un esqueleto ahí dentro voy a desconfiar de ti -dijo la periodista ya adelantándose hacia el interior de la cueva más cercana. -No creo que suceda eso... -me detuve en seco antes de avanzar mucho más. No, tenía razón- Pensandolo... es altamente probable que muchas personas murieran en el interior de una cueva volcánica. Falta de oxígeno, exceso de calor, gases tóxicos, pokémon hasta entonces desconocidos habitando en su interior... -el panorama que estaba dejando entrever no era para nada alentador, y podía notarlo en el rostro de los demás- Qué agradable lugar para dejar restos arqueológicos de suma relevancia. La próxima mejor me dedico a la jardinería.
Y como su supieran lo que podría ocurrir a continuación, Nishi y Higashi salieron de su pokebola y se pusieron adelante de todo el grupo, comenzando a reconocer el terreno con sus narices.
La mujer terminó su galleta tomándose su tiempo para dar cada mordisco. Sus ojos pasaban por cada uno de nosotros, centrándose en quién hablaba en el momento. Cuando al parecer nadie tenía nada más que agregar, se limpió con una servilleta (perdón pero ¿tenía detalles bordados en dorado?), y se dirigió a nosotros. -Bueno, son mucho menos preguntas de lo que esperaba -se acomodó sobre su silla y apoyó sus hombros sobre la mesa. Miró fijamente a Mel, pero antes de responderle le observó de arriba a abajo- Primero, sobre los pokémon del jardín. En su mayoría pertenecen a este edificio, han estado siempre, desde antes de que mi familia lo adquiriera... y no creo que estén precisamente interesados en ser atrapados, pero pueden probar suerte. -Disculpe pero... -sentí que la interrumpía, y más luego de que me mirara de manera severa al dirigirme a ella- ¿A dónde tendremos que ir después de esto? Solo quiero ganar algo de tiempo -se me quedó mirando por unos segundos en silencio, al punto que me estaba empezando a sentir incómoda- ¿Perdón...? ¿dije algo mal o...? -No, disculpa mis modales -la mujer sacudió casi imperceptiblemente la cabeza y se acomodó sobre la silla, acompañándolo de una especie de suspiro corto y molesto- Creí reconocer en ti a alguien más, pero no nos desviemos -algo se retorció en mi pecho. ¿Acaso? No, no podía ser. O sí, había una ínfima posibilidad... O quizá se refería a otra cosa. Había sido ambigua... No, no puedo pensar en ello, tengo que concentrarme en lo que está diciendo- Mi familia está conformada por un antiguo linaje de antropólogos, y cómo se imaginarán uno de nuestros objetos de estudio siempre fue esta civilización a la que ustedes, de cierta forma, están investigando también. A algunos les gusta llamarlos simplemente “los Primeros”. Más allá de sus tradiciones, costumbres, estructura y organización, hemos estudiado sus creencias.
La mujer tomó un sorbo de té. Intenté prestarle atención, pero no pude evitar ponerme a observar a todo el sitio nuevamente. Aquella mujer... había algo, algo que me recordaba... pero no podía distinguir qué. ¿Eso que se asomaba en su cuello era un collar o un tatuaje?
-Y aquí es cuando aparece la famosa llave -continuó con una sonrisa- La adoración que le profesaban la vi pocas veces. La mencionan un muchos textos, obras, inscripciones, pero todas coinciden en algo: está protegida y para poder acceder a ella... bueno, hay una serie de claves, como les decimos. Nuestra deducción fue que repartieron a lo largo de las siete islas siete piezas que hay que utilizar para abrir el camino a la llave. Y... antes de que lo pregunten -la mujer levantó un dedo al notar que varios de nosotros estuvimos a punto de hacer una pregunta, aunque creo uno o dos estaban más interesados en la comida, particularmente Darya. Le hice un gesto como de “¡prestá atención por favor!” pero creo que no me notó- Cof. Estamos investigando qué hacer a continuación a la par que ustedes recolectan estas claves. Seguramente puedan dar con algo que nos ayude, si es que los otros locos no los encuentran primero.
La mujer se colocó de pie y se limpió el vestido. La seguí con la mirada. -¿Y qué sucede si ellos encuentran las cosas primero...? ¿O la llave, por ejemplo? -Utilizarla todo lo que puedan antes de destruirla, seguramente -la mujer se inclinó para tomar la campana con una delicadeza pocas veces vista. Estaba tan acostumbrada a... al circo, a la calle, y a los movimientos lentos de mi, digamos, familia... que la forma de moverse de esta mujer no dejaba de sorprenderme. Pero... había algo más. Quizá yo también creía reconocer en ella a alguien más.
La campana sonó exactamente cuatro veces. Jaime volvió a ingresar luego de unos segundos, con un almohadón en manos, y sobre este, tres pokebolas. -Sé que contamos con poco tiempo, pero... ¿Será media hora? Quizá mucho menos. Pero quiero ponerlos a prueba, y ver de qué tantas capacidades son capaces. Gracias Jaime, puedes retirarte -la mujer se guardó las tres pokebolas blancas entre sus ropas y volteó a observarnos, con una sonrisa desafiante en su rostro- Normalmente les daría la opción de retirarse sin pelear, pero... digamos que hay días que soy caprichosa. ´La mujer arrojó una de las pokebolas al suelo en nuestra dirección. Delante nuestro una figura comenzó a tomar forma entre rayos de luz roja. Era una figura alta, corpulenta, y rápidamente pudimos reconocerla.
El exeggutor dio una vuelta para mirarnos a todos con cada una de sus caras y de pronto comenzó a agitar sus hojas, al mismo tiempo que estaban comenzaban a brillar. A nuestro alrededor, las paredes de la habitación comenzaron a cambiar. Recuadros azulados y verdes se materializaron, formando paredes... por delante de las paredes del edificio. Un cubo se había formado a nuestro alrededor, incluso debajo de nuestros pies. Ah, esto... lo han utilizaban en el circo para algunas prácticas. De ella nada podía entrar, ni salir. -Usenlo todo -dijo la mujer observándonos y moviendo uno de sus dedos lentamente de arriba para abajo, como si tuviera la orden para su pokémon lista para ser dada- muéstrenme toda la oscuridad que hay en ustedes, en sus corazones y mente.
