Cuchillas de Amistad

Para todos aquellos escritores que quieren compartir sus obras con el mundo, ya tienen el rincón para hacerlo. =)
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Alpargatacosmica
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Re: Cuchillas de Amistad

Mensaje por Alpargatacosmica »

Me dió mucha ternura :K

And for the records, yo iba a empezar a leer tu fic y eso xD de hecho es lo que voy a hacer, ahora cuando me desocupe de un par de cosas :kid además vos fuiste re buena onda con mis anteriores fics, te lo debo xD
Ahora despues lo empizo a leer :lolk y vamos a ver que onda, ademas si me gusta le voy a hacer algun dibujito :mycr xD pero no deberias rendirte al escribir :duda la inspiración suele venir de lugares raros.

Además no quiero quedar como uno de los unicos que escribe aca XD asi que que no decaiga!! :rokon
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xtetsuox
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Re: Cuchillas de Amistad

Mensaje por xtetsuox »

Bueno, recién lo leí xD. Lo hubiese leído antes, pero ha pasado mucho tiempo desde que no me metía de nuevo al foro. Problemas de estudio, entre otras cosas.

Me gustó mucho, en especial la narración. Es simple y dinámica (cosa que al menos a mi me cuesta bastante xD) y no sé. Luego de leerlo todo seguido, creo que quedé con las ganas xD

saludos y sigue trabajando, que espero con ansías el 8.
PD: Felicitaciones por el casi aniversario del fic (:
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[font="Comic Sans MS"] "No importa que tan buena sea tu técnica, siempre que la explicas deja de ser buena (todas las series shonen)" [/font]
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ASHLEY
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Re: Cuchillas de Amistad

Mensaje por ASHLEY »

Ya pasaron casi 4 meses desde el ultimo capitulo y no me enorgullece mucho eso... No escribi en parte por una falta de inspiracion y en otra por problemas con algunos personajes que espero que esten resueltos a esta altura. Les dejo el prox capitulo en la pagina 1 asi no tengo que pegarlo aca. Es el 8 para los que no se acuerdan.
Disfrutenlo. Se viene capitulo semanal.

CAPÍTULO 8: Encuentros pasados

Las luces de seis capsulas de cristal alumbraban una habitación bastante extraña. A un costado de la sala se encontraban tres de ellas apoyadas contra la pared, mientras que las restantes estaban ubicadas del otro lado del salón. Por medio del lugar se extendía una lujosa y larga alfombra color carmín que extrañaba por la decoración tecnológica de la sala. Paneles holográficos recubrían las paredes mostrando todo tipo de estadísticas extrañas, pero que no eran desconocidas para los hombres de guardapolvo blanco que realizaban su caminata usual, observando cada cápsula detenidamente y anotando en una pequeña tabla transparente un lenguaje indescifrable para una persona común, así las personas trabajaban minuciosamente sin descanso.
Dentro de aquellos misteriosos contenedores, que tanto inspeccionaban, se encontraban lo que parecían ser seres vivos, suspendidos en un extraño líquido azul en el cual se alborotaban varias burbujas.
Ninguno se movía. Parecían estar en una especie de sueño muy profundo del que no podían despertar.
De pronto una pequeña línea horizontal que se movía en uno de los paneles de las capsulas, cambio su color verde por un rojo intenso. La criatura del gran tubo de cristal comenzó a moverse violentamente lo que causó que el líquido se turbara de manera tal que el espécimen se perdió en un mar de espuma. El hombre que parecía a cargo del bienestar del monstruo, comenzó a presionar una secuencia de botones que hizo que una pequeña mano robótica dotada de una jeringa extraña, inyectara un líquido anaranjado haciendo volver a la criatura a su estado sumiso.
Un hombre entró por una de las puertas automáticas que se encontraba en el extremo sur de la penumbrosa habitación, seriedad se notaba en su mirada.
-¿Qué tan seguidas son las convulsiones?- preguntó sin cambiar la fachada.
-Cada hora señor, pero se vuelven más frecuentes- respondió rápidamente la científico.
Su voz denotaba miedo, pero no terror. Esto era debido al respeto que la Doctora Sakuragi tenía por ese hombre. No quería fallar, había estado trabajando demasiado tiempo en el proyecto y no podía permitir que el trabajo de su vida se le escapara de las manos. Otro hombre de bata se acercó hacia el par e hizo un ademán, en el cual pasaba su mano por su rostro rápidamente sin tocarlo, hacia el extraño hombre de traje.
-Señor, la conexión entre los especimenes se esta debilitando, hacemos todo lo que esta a nuestro alcance, pero la perdida de un experimento es inminente.
-No se preocupe ya he enviado un grupo de agentes, para que recuperen el restante- dijo despreocupadamente el hombre.- ¿Cuánto tiempo tenemos?
-No demasiado me temo, dos o tres semanas como mucho- se lamentó el hombre.
Tsukasa Sakuragi no pudo evitar intervenir, no quería quedar como menos.
-No estés tan nervioso Richard, ya hemos cometido muchos errores por tu ya tan famosa “impaciencia”- replicó con una sonrisa fugaz y arrogante.
“Maldita” trató de gritar Richard, pero el individuo frente a él lo detuvo levantando su manó con la intención de que se callase, por lo que tuvo que contener su ira.
-El progreso no se logra con peleas sin sentido- recitó- Les informaré cuando recuperemos el espécimen, hasta entonces sigan con el buen trabajo.
-Señor, hay algunos otros asuntos que requieren que…
-Sea lo que sea, estoy seguro que ustedes van encontrar la forma de solucionarlo. Me gustaría quedarme más tiempo, pero me temo que tengo que atender otros asuntos igual de urgentes.
Tsukasa entendió que era inútil arrastrar a aquel personaje hacia una charla biológica sin sentido, así que solamente saludo con aquel ademán extraño, como también su compañero, mientras veían como su “jefe” desaparecía detrás de las puertas automáticas por las que había entrado.
-Te odio Sakuragi, ¿lo sabias?.
-Si ya me lo habías dicho- respondió con una sonrisa falsa.
-Ahora por esto te toca cocinar
-Esta bien…- asintió la mujer de mala gana.

El hombre se retiró de la habitación con su imponente porte atravesando las puertas mecánicas. Ya había obtenido la información que necesitaba.
Por lo general nunca iba personalmente a comprobar datos sino que mandaba algún subordinado que cumplía sin reproche con la esperanza de ascender algún rango, pero esto era demasiado importante. Necesitaba escuchar el mismo, cada detalle.
Caminaba por el extenso pasillo del sector dos. Un suelo completamente de granito pisaban sus pies y varias tuberías recorrían el techo y las paredes pareciendo nunca terminar.
Algo lo detuvo en seco, quizá las palabras de la doctora, o tal vez aquellos recuerdos que últimamente rondaban por su cabeza más de lo usual.
Metió su mano dentro de su chaqueta y sacó un pequeño objeto. Su mirada quedó aprisionada en esa visión, ya no estaba en ese frío lugar, se encontraba desconectado de todo mientras su mente viajaba a un lugar diferente que solo él conocía.
Varias personas pasaban bruscamente frente al hombre, cada uno vestía unos uniformes, algunos iguales otros no tanto. Éstos hacían el mismo ademán extraño que los hombres de bata al individuo y se alejaban.
Uno de los caminantes lo sacó de su transe saludándolo respetuosamente.
A diferencia de los otros, éste vestía un lujoso traje negro y corbata ajustada. El sudor se le resbalaba de su rostro y cada tanto se le escapaba una mueca de dolor.
-Señor, tengo malas noticias, fallamos en la captura del objetivo- dijo penosamente el soldado –Asumo toda la responsabilidad Señor.
El hombre subió la mirada lentamente y guardando el objeto en su chaqueta preguntó:
-¿Qué sucedió?
-Fueron un par de chicos y sus pokémon, cuando entramos iba todo bien, pero luego ellos aparecieron y tenían…- El hombre levantó una mano ordenándole que se callara.
-¿Me estás diciendo que unos chicos vencieron a todo un escuadrón entrenado?- preguntó indignado.
-Señor, si me disculpa. No eran chicos comunes, tenían a X2 con ellos y sus habilidades en combate eran fuera de lo común.- El soldado era un mar de nervios.
Su primera misión como líder de escuadrón y lo había echado a perder, parecía que su ascenso duraría poco.
El hombre bajo su cabeza y llevo el pulgar y el índice a su frente en señal de frustración.
Ya había enviado un agente antes y no había vuelto a saber de él, y ahora pasaba esto. Parecía ser que las personas que le estaban trayendo problemas eran las mismas en ambos casos.
-Soldado
-Señor-respondió.
-Envíe a alguien de reconocimiento, quiero saber más de ellos.
-Pero Señor, si me da otra oportunidad yo podría…- el jefe volvió a interrumpirlo.
-Me gustaría dártela, pero no estas en condiciones de hacer nada en estos momentos- tomó un poco de aire y siguió ignorando el rostro de frustración de su subordinado. – Hacé lo que digo -el soldado asintió de mala gana –Y Remi- esté lo miro preocupado esperando una ultima reprimenda- anda a la enfermería y que te vean ese muñón.
El soldado asintió una vez más y se retiro después de un saludo.

Un viento fresco golpeaba la cara de los tres jóvenes parados frente al centro pokémon de Ecruteak. Dos desarreglados y mugrientos chicos luchaban por no caer al piso del cansancio mientras una chica se acercaba caminando hacia ellos. Tenía un largo pelo moreno que se mecía por el viento de la noche y unos hermosos ojos azules que combinaban con la bermuda y el sombrero que tenia puestos. Una vez que se encontró justo delante de ambos miró a Saito fijamente y sin previo aviso le dio una cachetada con todas sus fuerzas. El no trato de responder de ninguna forma, limitándose a recibir el golpe no estando seguro porque.
-Eso es por que seguro casi te matan hace poco.
Saito la miraba perplejo mientras se tocaba la mejilla donde había recibido el golpe, ¿cómo había adivinado?.
-No es muy difícil, solo con verte me doy cuenta- dijo con una sonrisa.
-¿Cómo hacés?, podés leer la mente o…
Sara se había adelantado para darle un calido abrazo interrumpiendo al chico. Quiso apartarla en un ataque de vergüenza, pero su voluntad no fue suficientemente fuerte por lo que le devolvió el abrazo unos segundos después. Ni siquiera él, un chico “duro” podía resistirse.
Hacia mucho tiempo que nadie lo abrazaba así y menos una chica tan hermosa como Sara. Por un momento recordó cuando todo el grupo estaba reunido en Goldenrod, y él y Sara se veían todos los días para hacer los “trabajos” de los que se encargaba la banda, pero solo fue eso, un momento, un momento que se perdió como una leve brisa. Esos tiempos no volverían jamás.
Cuando ambos se separaron una tristeza invadió a Saito y Sara no pudo evitar notarlo.
-¿Qué te pasa?, pensé que te ibas a alegrar de verme y no a poner esa cara larga.
-Nada, es solo que… no importa.
La chica se cruzó de brazos haciendo pucheros, ¿que le pasaba a ese chico? ni un “que linda que estas” o al menos un “me alegro de verte” un sonrisa tal vez…
-Yo estoy dibujado ¿no?- dijo Ryuji interrumpiendo los pensamientos de la chica.
-No, no, no disculpa Ryuji es que con la emoción de verlos y eso quede shockeada y entonces…- Sara hablaba nerviosa y atropelladamente en un intento en vano de explicar.
-Está bien, no me tenés que explicar nada. Yo se que ustedes siempre fueron “muy unidos”- dijo haciendo unas comillas con los dedos.
-¡Nada que ver!- gritaron los dos al unísono.
-Vieron, los dos respondieron al mismo tiempo, eso lo prueba- afirmó con una risita.
-¡Callate Ryuji!, nosotros solo somos amigos ¿entendés?, A-Mi-Gos, ¿O no Sara?- respondió rápidamente Saito.
-Cierto, cierto, además a mi no me gustaría un chico maleducado, flojo, malhablado y violento como Saito- contestó lo más rápido que pudo.
-Gracias Sara…- dijo tristemente el chico.
-Cuando es la verdad…
-Si bueno, pero lo pueden maquillar un poco al menos- dijo mientras se rascaba la cabeza llena de la mugre del bosque y los demás reían.
-Saito- este lo miró- ¿Qué vamos a hacer con Satoshi?
-¿Quién es Satoshi?- preguntó Sara intrigada.
-Un pendejo del orto que conocimos en el camino- contestó Saito sin frenar el paso.
-¿Qué hacemos entonces?- volvió a insistir Ryuji viendo que Saito había evitado la pregunta.
-No podemos dejar que nos siga, es peligroso, además él no tiene nada que ver en el tema. No quiero que le pase nada por mi culpa, ya casi no la contamos hace un rato y seguro nos esperan cosas peores.
-¿Desde cuando te importa tanto la gente?- preguntó Sara, pero Saito no le hizo caso.
-Entiendo…- dijo dubitativo- voy por nuestras cosas- prosiguió Ryuji mientras cruzaba por las puertas automáticas del centro pokémon.


Comenzaron a caminar por las calles pobladas de gente que iba de aquí para allá haciendo compras por todos lo puestos dispersos por el centro de la ciudad. Era una especie de festival en el que había artistas callejeros y demostraciones de pokémon en medio de las calles, todo esto mientras se dirigían a la casa de Sara que le había prometido al cansado par que no estaba muy lejos.
-Todavía me acuerdo cuando se hicieron pasar por los peluqueros del subterráneo, hicieron un desastre a esos pobres pokémon y casi le cortaron la cola a ese eevee.
-Nos persiguieron por meses- dijo Ryuji mientras miraba al cielo estrellado recordando.
-Si, no me voy a olvidar la cara del tipo cuando vio que le rapamos al electabuzz- dijo riéndose.
-Y… ¿Para que vinieron a Ecruteak?, pero más importante ¡¿Qué les paso que están así?! Y ¡¿Por qué tenés un yeso?!
-Larga historia…, pero cuando lleguemos te cuento. Apenas puedo caminar y hablar al mismo tiempo- se quejó Saito.
-Llegamos- dijo Sara después de caminar unos cuantos minutos más.
La casa no era demasiado grande, ni demasiado pequeña. Aunque algo antigua, podía verse en el tejado que no coincidía con los rustico del exterior, que había sido arreglada varias veces seguramente por el desgaste del tiempo.
Sara metió una pequeña llave en la puerta y luego de unas vueltas la abrio produciendo un sonido rechinante.
-Ya sé que es algo vieja, pero se conserva bien- dijo Sara al ver las caras del par.
-Si vos vieras mi casa ahora, bueno… al menos lo que quedo de ella, agradecerías tener esto.
El interior era mucho más vistoso que el exterior. Una gran sala con una mesa de madera apoyada en una alfombra con motivos de eevee se extendía en medio de la habitación en lo que parecía ser un living. Sobre la mesa había un simple florero, pero sin ninguna flor en el. A unos pocos metros de la mesa una pequeña mesada daba lugar a la cocina en donde estaba la heladera y algunas estanterías. Por último unos sillones miraban hacia una vieja TV que seguramente se usaba muy de vez en cuando. Aunque era una muy linda habitación todo estaba cubierto por un abundante polvo.
Los chicos se quitaron a mochilas y las colocaron a un lado de la puerta juntos con la katana de Ryuji y las wakisashi de Saito.

-Es raro- dijo Ryuji pensativamente.
-¿Qué cosa?- preguntó Sara.
-Falta el quilombo ¿no?
-Sip, eso pensaba justamente- afirmó Ryuji.
-Ya no soy la misma, ahora tengo todo ordenado como Dios manda- dijo altaneramente mientras hacia se señalaba a si misma con el pulgar.
-No te creo nada, déjame ver- dijo Saito mientras comenzaba a abrir puerta tras puerta de la casa.
-¡¿Qué estas haciendo!?, ¡deja mis cosas!- gritó histérica Sara – ¡No esa puerta no la abras!- dijo volviendo a gritar fuertemente viendo que Saito abría una de las puertas del extremo de la habitación.
-¡Lo sabía, vos no tenes la capacidad de tener las cosas ordenadas!- afirmó al ver detrás de la puerta.
Era una habitación de casi el doble de tamaño de la que estaban antes. Había papeles tirados por doquier hechos bola, doblados, algunos escritos y otros no. Una computadora sepultada en envoltorios de chocolates, latas de gaseosa y bolsas de comida rápida se encontraba contra una pared. Varios archiveros con los cajones abiertos y los ficheros salidos llenaban la habitación. Por último una cama bien arreglada estaba contra la pared llena de peluches de todo tipo de pokémon.
-Al menos tenes la cama hecha…- dijo Saito con cara de sorpresa.
-Sí, no me gusta dormir en una cama desordenada…- dijo por lo bajo -la realidad es que la habitación principal casi ni la uso, así no tengo que ordenarla. Así, si viene alguien se queda ahí. Me venia funcionando perfecto hasta ahora…
-Pero, podés pasar un trapo por lo menos, parece un arenero la sala.
-Si ya sé, ya sé- dijo mientras suspiraba y miraba al piso avergonzada.
Volvieron a la sala “ordenada” para sentarse en los sillones que habían visto antes. Saito se recostó en uno sin importarle lo sucio que estaba, después de todo el estaba igual o incluso mas sucio.
-¿Ahora me van a contar lo que paso?
-Mañana… tengo que dormir algo ahora- dijo mientras ponía su mano libre detrás de la cabeza a modo de almohada.
-Disculpa Sara, pero yo también voy a descansar sino te importa- agregó Ryuji mientras se tiraba boca abajo en otro sillón.
-Genial, me visitan después de meses, vienen a mi casa, se acuestan en mis sillones y ni siquiera me dicen que es lo que pasa- les dijo enojada.
-Cuando te ataquen un ejercito de arañas y…- dijo tratando de contestar Saito, pero cayó dormido casi al instante.

A la mañana siguiente un ruido despertó a Saito. Eran Ryuji y Sara que estaban mirando una pequeña TV mientras desayunaban en la mesa empolvada.
-El centro pokémon de ciudad Ecruteak a sido tomado por un grupo terrorista- dijo un hombre de traje y anteojos que sujetaba un micrófono- no tenemos claro aun los motivos por lo cuales realizan el ataque, pero se me informa que hay cientos de rehenes en el lugar, la mayoría entrenadores, sin contar los miles de pokémon que se encuentran alojados en el centro. Esperemos que ninguno trate de hacer algo por su cuenta y esperen a la…, un momento- dijo centrando su atencion a las puertas del centro- se escuchan disparados dentro…
Se podía ver como en el centro pokémon se estaba dando una gran batalla por el sonido de las explosiones y todos los tipos de luces que se escapaban por las puertas del mismo.

Saito se paró de un salto del sillón donde dormía y agarró sus armas de la pared en donde las había dejado apoyadas, pero antes de poder cruzar la puerta al exterior Sara lo agarró del brazo deteniéndolo.
-¡Déjame, esto es mi culpa, quieren a Sharp por eso atacaron el centro!
-¡Lo sé, Ryuji me lo contó todo, pero tenés que planear esto bien, no podés mandarte así como si nada, vas a hacer que te maten!
Saito se freno en seco, aunque le costara admitirlo Sara tenia razón.
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Última edición por ASHLEY el Viernes 2 Febrero 2018 8:28 pm, editado 2 veces en total.
Estas aburrida/o y ya te cansaste de leer las mismas boludeces de siempre, bueno una mas no te va a hacer daño.
Lee mi fic :" Cuchillas de Amistad"
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Shika
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Re: Cuchillas de Amistad

Mensaje por Shika »

me di cuenta ashley... baga xD
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Re: Cuchillas de Amistad

Mensaje por Scarlett »

Lo había leído el otro día escapándome de hacer tarea de matemáticas y me olvidé de comentar xD
Me va gustando bastante, y me dejó picada asique solo diré que espero el próximo :^^:
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ASHLEY
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Re: Cuchillas de Amistad

Mensaje por ASHLEY »

Pensaron que todo habia terminado? Bueno no estan equivocados. Y vuelvo con todas las ganas con un cap que todos esperaban (?)

Se que ya paso una banda de tiempo desde que actualize, pero no puedo no cumplir mi firma vieron.

Les dejo un resumen para el que no se acuerda como iba la cosa hasta ahora y no quiere leer todo de nuevo (osea todos).

Resumen:
Saito es un tipo cualquiera que vive con su hermana y termina la escuela sin tener una meta en la vida. El ultimo del secundario se encuentra con un sneasel que le roba la comida y entablan una pelea a muerte por las papas fritas y la chocolatada. Al volver a su casa se encuentra con que todo esta revuelto como si le hubiesen robado.
Inspeccionando la casa llega hasta su habitacion donde un hombre lo espera para pedirle que le entregue a su nuevo amigo y le cuenta que rapto a su hermana. Saito se rehúsa a entregarle al pokemon y entablan un nuevo combate donde este sale victorioso por muy poco. Al inspeccionar al hombre encuentran una esfera y una tarjeta como únicas pistas.
Saito acude a su amigo Ryuji por ayuda y este lo acompaña hasta Ecruteak para ver su amiga Sara que puede llegar a darle informacion acerca de lo que significan la esfera y la tarjeta con la esperanza de que lo ayude a encontrar el paradero de su sis.
En el camino conocen a Satoshi un entrenador cualquiera que se les une al grupo.
Cuando llegan a Ecruteak y se encuentran con Sara se enteran que los mismos tipos que les estan causando problemas toman de rehén todo el centro pokemon de la ciudad. Saito convencido de que todo es su culpa se decide a entrar al centro y salvar a todos. ¿Podrá hacerlo?

Y no sé, léelo vos y decime ¿que creías, que te iba a contar?

Acá el ultimo cap, recién salido del horno. No voy a actualizar mas el primer post porque me tarda un huevo en guardar los cambios porque son muchas palabras ya. Los voy a ir poniendo asi de ahora en adelante.

Capítulo 9: Asalto al Centro, primera parte

Saito sentía el fuerte y a la vez delicado agarre de Sara, que lo detenía en su camino a la puerta de salida.
—“No puede dejar que esa gente muera por mi culpa. Una cosa es que se metan conmigo, pero esas personas no tienen nada que ver en esto”— pensó mientras la chica lo agarraba mas firme-mente que antes.
Se dio vuelta y miró la cara de Sara que ahora era una mezcla de ira y su típica inexpresión.
—Mirá tampoco es que me importe tanto que mueras o lo que sea, pero si vas sin un plan o algo, no solo vas a hacer que te maten, sino que podes hacer que maten a alguien más. Deja de ser infantil y pensá bien en lo que vas a hacer.
—Vos no podés entender… porque nunca te preocupas por nadie— dijo todavía de espaldas.
— ¿Cómo que no?, me estoy preocupando de que no le mates a esa pobre gente
—Creo que tenés que hacerle caso Saito, tracemos una estrategia. No podemos ir cabeza a romper todo siempre.
Saito dio un tirón fuerte y se zafó del agarre de la chica. Esta se agarró la muñeca que le dolía por la fuerza que había usado Saito.
—¿Por qué no?, nos viene funcionando bien hasta ahora.
—Sí, bueno, también tuvimos mucha suerte…— le recordó Ryuji.
—Dejalo es demasiado inmaduro, mejor lo cagamos a trompadas y nos ahorramos la charla.
—Nunca pudiste ganarme en nada— le contestó Saito.
—Siempre tan engreído.
—Y vos siempre tan perra.
Ambos esbozaron una pequeña sonrisa sabiendo que la discusión había terminado.
Saito dejo las espadas que había levantado con su mano sana, se sentó en el sillón mas amplio, o más bien en la tierra con almohadones que Sara llamaba sillones y subió los pies en la mesita de café que tenía enfrente.
—Y bueno, ¿cuál es el plan?
Sara al escuchar esto, se recostó de lado en el sofá individual de al lado con sus pies colgado de uno de los brazos y su cabeza recostada en el otro.
—Podríamos usar el plano que tengo del centro para hacer una emboscada o algo— dijo mientras miraba al techo como si nada.
—¡¿Tenés un plano del centro?!— dijeron los dos al unísono.
—Sí, me contrataron para poner una red de cámaras en el C.P. el mes pasado— comentó como si nada.
—¿También tenés acceso a las cámaras?— preguntó Ryuji.
—Me tenés que estar jodiendo…
—¿Qué tiene de raro?, a veces trabajo en esas cosas, me pagaron bien y en efectivo. Ahora que lo pienso también podríamos usar las cámaras para ver como se mueven y el plano para saber en que parte están los tipos esos— dijo sarcásticamente –Pero si todavía querés ir a probar suerte no te lo voy a impedir Saitito— dijo con la sonrisa más sarcástica del universo.
Al chico se le subieron los humos por los cielos, Sara había estado planeando desde el principio molestarlo y lo único que había hecho desde que le contaron la situación había sido fastidiarlo solo por el hecho de que podía hacerlo.
—Por eso no quería venir…
—Bueno, bueno. Dejemos de pelear ¿por qué no traes el plano así podemos ver por donde entrar sin problemas?— trato de calmarlos Ryuji.

Sara los miró a ambos y comenzó a reírse a carcajadas, tanto que tuvo que pararse para recuperar el aire.
—Hace tanto que no me reía así, gracias por eso— dijo mientras se limpiaba una lagrima con la mano.
—Me alegro que nuestra ingenuidad te divierta— le dijo Saito.
—Vengan al “pensatorio”, que allá tengo los planos.

Ambos siguieron a la chica a la habitación desordenada en la que ya habían estado antes. Todavía no podían creer como alguien podía vivir en un lugar así, apenas se podía caminar por los envoltorios de comida, papeles tirados y botellas de gaseosa. Era como cruzar la calle en un día nevado cuando la nieve te llega hasta las rodillas, pero con mugre. Mucha mugre.

—Siéntense por ahí, mientras veo donde mierda lo puse— dijo sin mirarlos y mientras arrojaba papeles y todo tipo de cosas al aire de los archiveros y el escritorio.
Saito y Ryuji se sentaron en dos de las sillas de la única mesa de la habitación y uno de cada lado la mesa. Apenas se podían ver la cara por la montaña de papeles y basura que había sobre la mesa.

—¿Vos decís que lo va a encontrar este año?
—¿Querés apostar?
—Diez pokés a que no encuentra nada— dijo Saito
—Yo le tengo fe— e inmediatamente pensó – “tampoco es que me quede otro lado para apos-tar…”

La pila de papeles había crecido exponencialmente detrás de Sara, pero después de un buen rato exclamó:

—¡Acá esta, sabia que no lo había tirado con la basura el otro día!
—Pagame— le dijo Ryuji a Saito sin esperar un segundo.
—Para un segundo, ¿me estas diciendo que vos sacas la basura e igual tenés este quilombo?— dijo ignorando a su amigo.
— Hacete el boludo nomas— prosiguió un Ryuji al que nadie escuchaba.
—Si, capaz una persona tan “especial” como vos no lo entiende, pero el caos ayuda en el proceso creativo— dijo con aires de grandeza.
—Si lo que digas…

Sara se acercó a la mesa y arrastro sus brazos sobre ella tirando toda la basura al piso y dejándola semi limpia. In mediatamente apoyo un pequeño cuadrado negro con una esfera trasparente en el medio.
—¿Vos decís que eso funciona?
—La ultima vez que lo probé lo hacia, esperemos que ahora también lo haga.

Sara se acercó un poco mas al cubo y apretó varias de la superficie donde no había nada, cuando presionaba con el dedo varios cuadraditos de colores se encendían y apagaban milésimas de segundo después.

—Y creo que ya con eso…— decía mientras seguía apretando los lados del cubo— está— término de decir.
Segundos después la esfera del medio del cubo se iluminó y lanzó un pequeño cono de luz verde eléctrico que se difumino y se transformo en un edificio verde y cuasi trasparente.
El holograma del centro pokémon giraba ante ellos lentamente, pero ninguno de ellos parecía sorprendido de que un edificio holográfico saliera de la nada. Para las personas de ese mundo esa clase de tecnología era cosa de todos los días.

—Voy a enlazar las cámaras al plano para tener una mejor perspectiva— dijo mientras colocaba un pequeño teclado al lado del cubo— Apretó una tecla y tres pantallas holográficas aparecieron alrededor de la chica, luego se sentó para estar más cómoda en la ultima silla que quedaba libre de la habitación, no sin antes sacarle la basura de encima con una sacudida.

Tecleaba a una velocidad espeluznante, era como si esos pequeños botones fueran una parte más de sus dedos. Al mismo tiempo movía cosas de las pantallas holográficas que su vez eran táctiles. Corría imágenes de cosas inentendibles para una persona normal de una pantalla a otra como si lo hubiese hecho toda su vida, y lo había hecho. Para ella usar una computadora era como respirar, algo completamente natural. Entonces en las pantallas aparecieron varias ventanas con diferentes ángulos de las diferentes cámaras. Cada una mostraba casi cada parte del centro en tiempo real.

Sara hizo un ademan y las pantallas giraron hacia los otro dos que pudieron ver con claridad como los hombres de traje negro se movían de un lado para otro en el centro.

—Deben ser como veinte, capaz más— dijo Ryuji al mirar los hombres de traje que recorrían los pasillos del centro.
—No todas las cámaras funcionan, parece que encontraron varias, las desactivaron, rompieron o algo— decía sin despegar la vista de la pantalla – pero creo que con esto nos podemos dar una idea de como se mueven y esas cosas. Vos Ryuji siempre fuiste el de los planes que decís que tenemos que hacer

—¿Podés poner algunas marcas en el mapa para darme una mejor idea?
Tecleo unos segundos más y en el mapa giratorio aparecieron varios puntos rojos que se movían lentamente.

—Antes de que sigamos con esto, no sé si lo notaron, pero esto es obviamente un trampa para ustedes. E igual así van a ir a que le metan tres balazos en la cabeza. Si me preguntan, no es algo muy inteligente que digamos. Tampoco es que me importe mucho, pero siempre los imagine muriendo de una manera más poética o algo así.
—Creo que Saito lo sabia desde el primer momento, no te preocupes por eso— dijo girando a ver su amigo.
—Mirá, no tengo muchas alternativas tampoco, además hay alguien ahí adentro que tenemos que ayudar a como de lugar.
Entonces Ryuji se dio cuenta de quien era del que estaba hablado, Satoshi. Como había podido olvidarlo, no era que lo conocieran de toda la vida, pero ya habían pasado por bastante mierda juntos como para no recordarlo. Ryuji se agarró fuertemente el pelo con una mano al punto de casi arrancárselos tratando de entender el porqué, ¿por qué era que lo había olvidado?, ¿acaso ya no lo importaba la gente de su alrededor?, ¿tan insensible se había vuelto?

—Si lo que sea— dijo Sara.
Saito miraba el mapa tratando de armar un plan o algo, pero le era inútil pensar, tenía muchas cosas en la cabeza dando vueltas para pensar en algo más que golpear cosas.

—Ryuji ¿vos que decís que hagamos?— le pregunto Saito preocupado al ver la actitud de su amigo.
El chico saliendo del transe comenzó a articular pensamientos. Miró el mapa una, y otra vez, comenzó a darle vuelta a la mesa con una mano en el mentón y la otra en el codo buscando un forma de entrar.

—Esto es lo que vamos a hacer— los dos miraron sorprendidos, ¿ya había ideado un plan en tan poco tiempo?, bueno no era la primera vez que lo hacia, en “rebelión” lo hacia a diario, pero nunca los dejaba de sorprender— Miren los patrones en los que patrullan y en donde esta la mayor parte de hombres, parece ser que protegen mas que nada esta sala de acá y esta otra— dijo mientras señalaba dos grandes zonas del mapa.

—¿Y porque decís que le dan mas bola a esos dos lugar?
—Rehenes— afirmó Saito.
—Exacto— dijo Ryuji
—Pero la otra que tiene que ver— pregunto Sara dejando el teclado a un lado.
—Es el almacén de pokémon— los dos lo vieron intrigado— Si no me equivoco es donde el centro guarda todos los de los entrenadores de la región, por lo que si alguien entrara y…
—Los liberara…
—Seria un caos y tendría su propio ejército para acabar con esos hijos de puta— dijo Saito.
—Exactamente, por eso lo tienen resguardado con tanta gente.
—Y como pensás entrar “ahí” cerebrito, somos solo tres y ellos son millones defendiendo esa puerta.
—Tendríamos que hacer una buena distracción y acá es donde entras vos Saito
—Aja, te voy siguiendo ¿Qué tenés en mente?
—Lo que mejor sabes hacer, mandarte de cabeza al quilombo y llamar lo mas que puedas su atención, yo te voy a ayudar por supuesto. Mientras tanto vos Sara te vas encargar de acabar con los pocos que queden en el almacén y liberar todo lo que haya. Con suerte y algunos pokémon como la gente vamos a poder terminar con esto rápido.

—Muy lindo, pero jamás les dije que los iba a acompañar por lo que a mi respecta todos los que están ahí adentro se pueden cagar muriendo.
Ryuji ni se inmutó ante la respuesta de Sara, no parecía sorprendido por alguna razón.
—Bueno entonces somos nosotros dos nomas Saito…
—Espera un cacho— le dijo a Ryuji sin quitar la vista de Sara— ¿De enserio te vas a quedar acá rascándote a dos manos mientras nosotros nos arriesgamos el cuello allá?
—¿Y por qué no?, mira fuera de joda, somos amigos y todo, pero yo me vine acá para escapar de toda esta mierda. No quiero meterme en más quilombos con organizaciones malignas y esas cosas.

Sara se paralizo por un segundo. Un recuerdo de una chica fluyo por su cabeza.
Sobre sus brazos estaba una joven con la cara machada de un oscuro color escarlata. Esta la miraba fijamente mientras lloraba unas cuantas lágrimas.

—Que te pasó no sos la misma de siempre

“Disculpa que no te pude llevar al concierto”, estas palabras resonaron en la mente de Sara fuertemente. Palabras que no eran suyas, palabras que jamás olvidaría y quedarían marcadas en su memoria por lo que le quedara de vida.

—Yo…, yo… no sé de que estas hablando— balbuceó Sara.

Saito veía que de alguna manera esto le afectaba a Sara. Podía ser sensible de vez en cuando. Él sabía que nadie normalmente aceptaría una tarea como la que estaban a punto de emprender, pero Sara siempre fue dura. Ella nunca le daba la espalda a nada que supusiera un riesgo si era para ayudar a sus amigos.
Algo la había cambiado, el no sabia que y eso le preocupaba.
Aun así no podía obligar a nadie a seguirlo, era decisión de cada uno y aunque, sabía que sin Sara todo iba a ser el doble de difícil y complicado, no intento insistirle.
Los días de Rebellión habían quedado atrás.

Sara en un acto de evitar la mirada de Saito clavo la suya en las pantallas y no la despegó hasta que Ryuji comenzó a hacer las adaptaciones al plan sin la intervención de Sara.
Al comentar cada paso se notaba tristeza en la mirada de la chica, no quería abandonar a sus amigos, pero algo la detenía muy en el fondo.

El plan estaba hecho, Ryuji había encontrado un desagüe cercano por el que podían colarse en el centro sin ser vistos, aunque una vez adentro ser descubiertos era una tarea realmente sencilla si daban un paso en falso.

Saito se miraba el brazo enyesado mientras Ryuji preparaba el equipo que iban a necesitar dentro del centro. Sabía que estaba muy limitado con esa herida. Ya había pasado suficiente tiempo como para que se curase por lo que le pidió a su amigo que le diera una opinión. El chico sin dudarlo dio el visto bueno para que se sacara la prisión del brazo y como Saito no podía le pido que este lo hiciera por el.
Ryuji se acercó hasta el bokken que descansaba en la pared junto a los bolsos de viaje de ambos y lo tomo con una mano. Lo sostuvo a un costado como si la madera colgara de un cinturón invisible y agarró el mango como si intentara desenvainarlo. Entonces el yeso cayo en pedazos ante los ojos de Saito que apenas alcanzo a ver el movimiento.
Su destreza con la espada no había cambiado en nada aunque ya no tuviese que usarla a diario. Sara quedo sorprendida y aunque no lo admitió se podía ver claramente en su cara.

Saito se tocó el brazo ahora libre, lo giró, flexionó e hizo todo tipo de movimientos para comprobar su flexibilidad. Unos segundos después que estuvo convencido con el resultado fue a tomar sus armas y las blandió por primera vez con ambas manos. Su peso era extremadamente liviano, por lo que no le costaba en lo absoluto realizar todo tipo de cortes distintos en el aire. Los sables eran una misma arma separada en dos, una extensión de si misma.

Saito no había tenido tiempo reflexionar antes con tantos peligros encima, ¿de donde habían salido esas wakisashi?. Tenían una habilidad especial eso no estaba en duda, pero Ryuji jamás se había molestado en explicárselas, cosa que cuando tuviese la oportunidad no iba a dudar en preguntarle. Por ahora le bastaba con saber que eran unas magnificas armas.

Se sentía realmente bien de poder usar sus dos brazos después de tanto tiempo y no podía evitar pensar que quizás si hubiese tenido esa capacidad en el parque nacional no tendrían que haber sufrido tanto esa parte del viaje.
Ató ambas espadas con una cinta a su cintura y le dirigió la mirada a su amigo.

—¿Fueron seis cortes no?— le preguntó seriamente.
—Nueve en realidad, pero esta vez estuviste más cerca— rio el pelirrojo.

Con todos los arreglos hechos tomaron su bolsos sabiendo que podían llegar a volver como no y se dirigieron a la puerta de la casa. La razón por la que había ido a Ecruteak ahora tenía que esperar un poco hasta que pudieran resolver esto.

Sara estaba detrás de ellos cuando salieron al exterior. Los chicos se dieron vuelta para ver a Sara con los ojos vidriosos, esta rápidamente se paso la manga del buzo con para evitar que la vieran.

—Bueno deséanos suerte— le dijo Ryuji con una sonrisa.
—Yo… me hubiese gustado que las cosas fueran diferentes— dijo dudosa.
—Las cosas cambian no puede evitarse supongo. Desde que salí de Goldenrod que me estoy dando cuenta, pero no te preocupes les pateamos el culo y volvemos enseguida ¿ok?— entonces recordó que todavía no le había dado ni la esfera ni la tarjeta a Sara, por lo que busco en el bolsillo y le extendió las manos, ella hizo lo mismo y las recibió.

—Antes de que se vallan les quiero dar esto yo también— les dijo mientras sacaba algo de la pequeña cangurera que llevaba. Eran unos pequeños artefactos que Saito no conocía.
—Son para que se puedan mantener en contacto dentro del centro sin tener que sacar los Pokegear
Ambos se los pusieron en los oídos y los probaron para ver como funcionaban. Efectivamente eran muy útiles. Si llegaran a separarse tendrían una manera fácil de comunicación.

Ambos se dieron vuelta y se despidieron con una mirada de la chica que quedo detrás de ellos. Sara los continuo mirando mientras se alejaban lamentándose no poder ser la de antes, hasta que los perdió de vista mientras doblaban una esquina.
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Última edición por ASHLEY el Viernes 2 Febrero 2018 8:29 pm, editado 2 veces en total.
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Re: Cuchillas de Amistad

Mensaje por ASHLEY »

**Musica dramatica**
Si pensaban que iba a subir UNO en cuatro meses, están muy equivocados.
Aca hay otro para su deleite. Si pueden poner un comment estaria copado. Desde que se fue Danot hay telarañas por todos lados.

Capítulo 10- ¡La fuerza oculta de Satoshi!

Las lucen fluorescentes iluminaban el vestíbulo del centro pokemon. Un mostrador enorme ocupaba casi por completo una de las paredes de la habitación. Detrás de él, una máquina de igual tamaño completaba el espacio hacia la pared. Era una especie de caja abierta, sin tapa y color negro que se encontraba recostada diagonalmente contra la pared dejando ver unos agujeros en los que había unas cuantas pokebolas, aunque podía notarse que estaba no estaba funcionando, porque el panel donde se podía ver el estatus de los pokemon estaba desconectado

La habitación estaba repleta de mesas y grandes sillones color rojo que eran usados por los entrenadores que estaban de paso, pero ahora la mayoría estaban desocupadas, ya que, las personas, estaban agrupadas en un extremo de la habitación, con varios de sus pokemon liberados. Podían verse especies de criaturas para todos los gustos.

-¡No vamos a permitir que nadie nos tenga secuestrados así! ¡Quilava ascuas! – le gritó un chico a su topo de fuego que inmediatamente encendió las llamas en su espalda y exhaló un montón de pequeñas bolitas de fuego.

Un pokemon de cuatro brazos saltó a defender su amo y golpeo cada una de las bolas a una velocidad casi invisible para el ojo humano.

Una gran cantidad de ataques le siguieron al del quilava, hojas cortantes, chorros a presión de agua y rayos de todo tipo, pero todos fueron detenidos por una barrera invisible. Los entrenadores sorprendidos por la increíble defensa, no tuvieron mucho tiempo para evitar que un hombre velozmente cruzara a través de ellos y robara todas sus pokebolas. En un movimiento súper ágil movió sus manos en semi circulo, tan rápido que parecía que hubiese nacido con diez más y de las cuales salieron disparados decenas de rayos rojos a los pokemon que desaparecieron en un abrir y cerrar de ojos de la habitación.

-¡Llámenlos!- gritó un chico ya algo mayor- ¡Si los llaman, los pokemon pueden salir por si mismos de las esferas!

Todos le hicieron caso al chico que dio la orden, era joven de unos veinte más o menos, escuálido, con un pelo algo largo con reflejos azules. Todos llamaron a sus monstruos, pero ninguno salió por alguna razón. El ladrón soltó una
carcajada.

-No se molesten, active la seguridad de las pokebolas, ninguno va a poder salir por ahora.

Habían perdido todo en unos pocos segundos. Se sentían inútiles ahora, sin sus monstruos. Algunos comenzaron a buscar en sus cinturones mas pokebolas, pero el chico que les había dado la orden antes los detuvo. No podían actuar sin pensar, si no iba a pasar lo mismo.

Pero uno de los jóvenes jamás atacó con la multitud, no era por miedo o incapacidad, él solo esperaba. Esperaba una oportunidad para reaccionar, por qué sabía, que si hubiese atacado tan impulsivamente contra ese tipo de gente, sin un plan, nada bueno hubiese pasado y tuvo razón.

Satoshi quería esperar, pero no pudo evitar reaccionar cuando el mismo chico que había pedido que guardaran las pokebolas restantes, en un ataque de ira le dirigió un golpe al hombre. Éste le esquivo el puño fácilmente y contraataco con una patada que lo freno en seco. Entonces saco de su traje una pequeña cuchilla, pero justo antes de impactar contra su rival Satoshi se interpuso delante y su mente se abrió por un segundo.

Saito traía unas pequeñas ramas para iniciar un fuego en el medio del campamento mientras Ryuji leía un libro “comportamientos impredecibles de los pokemon arácnidos” recostado sobre un árbol. Satoshi estaba sentado sobre un tronco caído, que antes seguramente había sido un gran árbol, con una mirada afligida clavada sobre el suelo mientras movía unas hojas secas con una ramita. Bayleef estaba a su lado frotando su cabeza contra él, en una muestra de cariño, aunque esto no lo reconfortaba.

Saito se acercó al chico al ver que algo le preocupaba.

-¿Qué te pasa?, parece que te hubiese pasado un auto por arriba o algo por el estilo- preguntó sin tacto.

-Nada- contestó secamente.
-Dale, no seas boludo y contame. Casi nos matan ahí atrás, no creo que haya algo peor que una araña te succione los fluidos.

El muchacho suspiró antes de hablar.

-Me siento un inútil- dijo finalmente.

-Ya era hora de que te des cuenta- afirmó burlonamente.

-¡No me jodas, te estoy diciendo enserio!- exclamó en un grito.

-Esta bien, esta bien, no te enojes, ¿Qué te pasa?- preguntó.

-Allá atrás, yo…, no pude hacer nada para ayudar a nadie. Mis pokemon siempre pelan por mí, siento que yo nunca peleo por ellos ni me valgo por mi mismo, soy un parasito. Si no hubiesen estado ustedes seguro estaría…- El chico metió la cabeza entre sus piernas quedándose callado.

Saito se acercó y se sentó en el tronco junto a Satoshi con una manzana en la mano que le había lanzado Ryuji. Le dio un mordisco y dirigió la mirada al cielo que apenas se podía ver debido a los espesos arboles.

-Sabés yo odio a los pokemon y a los entrenadores- dijo mientras masticaba y bajaba la mirada hacia Spike y Sharp que cruzaban garras en una pelea encarnizada por la mitad del último sánguche. Satoshi lo miró sorprendido, varias preguntas se formularon en su cabeza: ¿él lo odiaba? Y ¿Por qué tenía pokemon si no los quería?

-Pero vos no me caes mal sabés, tratas de hacer las cosas por vos mismo, aunque te salga todo como el traste.
Satoshi no sabia si lo estaba insultando o simplemente trataba de animarlo, eligió la primera para variar.

-¿Por qué odias a los pokemon y los entrenadores si vos sos uno?- no pudo evitar preguntar ante tal revelación. Ahora estaba mirándolo y cuando se dio cuenta pasó su manga por su cara.

Saito le dio otro mordisco a la manzana. Y se tomó su tiempo para hablar como tratando de armar las palabras.

-La gente es cómoda, se la pasa dependiendo de los pokemon para hacer cosas. Ya nadie construye a mano, cocina o se defiende por ella misma.

Todos dependen de los pokemon en alguna medida. La policía espera que sus Arcanines atrapen a los criminales, los bomberos se quedan mirando como los pokemon de agua apaguen los incendios y rescatan a las personas, los científicos dejan que los Alakazam creen nuevas teorías usando su alto IQ y los entrenadores hacen que sus pokemon luchen sus batallas sin saber manejar un arma. Estaría bien si fuera que hacen una parte del trabajo, pero no es así. La mayoría la hacen los monstruos, por lo que la gente se volvió perezosa y arrogante. No creo que nadie en el planeta no los necesite para algo...- dijo dándole una ultima mordida a la manzana.

Satoshi lo miró sin poder creer lo que escuchaba, Saito no era tan idiota como él pensaba y aunque no estaba de acuerdo en algunas cosas decidió guardar silencio.

-Pero vos no sos así, querés hacer tu parte también y eso es lo que me gusta de vos.- Tiró la manzana hacia el dinosaurio verde y este la devoro en el aire con una sonrisa.

-Los pokemon no tienen la culpa de lo que la gente haga con ellos- dijo mirando como el Bayleef devoraba feliz la manzana mientras le hacia una caricia.

El bayleef asintió firmemente hacia Saito, pero este lo ignoró.

Saito se paró lentamente y se sacudió la tierra del pantalón que se le había pegado por sentarse en el tronco.

-Bueno, basta de charla por ahora. Te acordás cuando nos conocimos que te esquive la piña- le dijo haciendo un ademan de un golpe.

-Sí, ¿qué con eso?- preguntó mientras se paraba y sacudía también el polvo.

-No es muy difícil, es usar la fuerza de uno en su contra. Un movimiento básico de aikido. Hasta un boludo como vos puede hacerlo- contestó sin quitar la vista del fuego.

-¿Podés enseñarme?
Su pokemon se puso frente a Saito en pose de ataque intentando defenderlo, sabia lo que se venia.

-Voy a estar bien, no te preocupes- le dijo acariciándole la cabeza.
Saito vio este gesto intrigado, tenían como una especie de amistad que él no podía ver. Tenía algo así con Sharp, pero era diferente.

-Si, por qué no, estoy al pedo igual- contestó después de unos segundos.
Ambos se alejaron un poco del campamento para tener mas espacio para entrenar.

Saito le pidió que lanzara un golpe para mostrarle como hacer el movimiento y también golpearlo un poco para divertirse. Satoshi dudó, pero igual lo hizo. El resultado fue el mismo que aquella vez: el chico terminó en el suelo boca arriba con un dolor terrible en la espalda. Después de eso, Saito le mostró como era que tenía que tomar el brazo de su oponente para poder desbalancear su centro de gravedad.

Una vez terminada la explicación siguieron entrenando. Saito lanzaba un golpe y Satoshi tenia que tirarlo al suelo con el menor esfuerzo posible. El chico terminó con varios golpes en la cara hasta que pudo lograr su primer éxito, luego del cual, Saito, terminó muchas más veces en el suelo en comparación a los golpes que éste recibía.

Entonces sus pensamientos volvieron a cerrarse y el hombre estaba a unos centímetros de atravesarle el cuello con su arma. Tomó el brazo del cuchillo y giró sobre su eje para aprovechar todo el impulso del movimiento, entonces lo arrojó con todas su fuerzas a un lado de la habitación. No podía creer la distancia que aquel cuerpo había recorrido.

La cabeza del individuo golpeo contra una de las mesas de café en la caída dejándolo inconsciente en el piso.

El chico lo miraba atónito, en parte porque lo habían salvado de una muerte segura y en otra porque el hombre era casi del doble del tamaño de Satoshi y este lo había revoleado casi veinte metros como si de una bolsa de algodón se tratase.

-Gracias… no puedo creer que ese tipo casi me mata, fui un boludo al pensar que tenía una chance- le dijo tembloroso.

-No es nada, no podía dejar que te mataran por que sí- le respondió nervioso.

Los dos estaban cagados hasta las patas, es cierto que habían vencido a uno, pero quedaban como veinte más, sin contar los pokémon y no era muy alentador. Jamás Satoshi se había planteado la idea de hacerles frente, ahora no tenía opción.

Alrededor de veinte personas de traje rondaban la habitación. Tres rhydon patrullaban los tres pasillos que hacían de salida y otros dos mas eran seguridad dentro del lugar. Al ver a su compañero caído los dos pokémon dirigieron una mirada asesina hacia los dos jóvenes.

-Estamos jodidos- dijo Satoshi mientras le temblaban las piernas.

-Na ¿vos decís?, soy Kato por cierto- contestó sarcásticamente.

-Satoshi, un gusto- contestó con una sonrisa forzada.

Un sonido agudo que se apagaba y volvía a empezar comenzó a sonar, venia del escritorio en donde un muchacho pelirrojo de pelo corto y complexión atlética ahora recostaba sus pies mientras descansaba en una silla. Unos grandes goggles cubrían su frente. Sobre el mueble, dos discos de metal, de medio metro cada uno ocupaban todo el espacio.

-Parece que tenemos invitados- dijo en voz alta- grupos tres, cuatro y cinco, vallan a ver que pasa en la zona norte- ordenó ignorando completamente la acción de Satoshi- Y vos Ralph, levántate y deja de ser tan maricón- dijo mientras se volvía a sentar.

Diez de los uniformados desaparecieron por los pasillos mientras pasaban por al lado de los rhydon.

El hombre de casi dos metros, rapado y lentes oscuros se levantó de los escombros de la mesa. Un gran río de sangre le caía de la cabeza hasta el cuello.

-No me rompas las pelotas Reno, vos no volaste veinte metros- dijo mientras se limpiaba el saco con las manos.

-El gran Ralph vencido por un pibito de diez años- comentó sarcásticamente una chica de pelo corto, verde y lentes de sol amarillos. No era para nada desagradable a la vista.

El hombre rio a duras ganas y corrió hasta Satoshi una vez más con el puño levantado. Los entrenadores no hacían nada más que mirar mientras la mole se acercaba más y más, pero justo cuando iba a impactar el chico realizó el mismo movimiento y el hombre voló nuevamente y esta vez no sé levantó.

La mujer que lo había insultado antes se reía a carcajadas.

-Mátenlo no me importa como- gruño fuertemente con las pocas fuerzas que le quedaban.

Los rhydon como dos tanques comenzaron a correr hasta Satoshi con lo mirada asesina sobre sus caras. Los uniformados miraban el espectáculo entretenidos.

Satoshi no se movió del lugar, al contrario se paró enfrente del camino de las bestias.

-¡¿Qué estás haciendo?!¡Te van a matar!- le gritó Kato.

-¡No voy a correr más, voy a enfrentarme a estos tipos aunque me cuesta la vida!- le contestó.

“Yo no soy tan fuerte como para enfrentarme a una cosa así, no puedo hacerlo solo, lo lamento bayleef”

Satoshi liberó a bayleef en un reflejo, y esta, tuvo poco tiempo para desperezarse porque vio lo que se le venia encima. Rápidamente agitó la cabeza y cientos de hojas afiladas como la mejor espada salieron disparadas ante las moles de roca. Los pokémon no sé detuvieron ni por un segundo y siguieron avanzando mientras las cuchillas cortaban sus cuerpos como manteca. Satoshi aunque sabia de la ventaja de tipo, nunca se imagino que un par de hojas navaja podrían hacer tanto daño, hasta que vio, como uno de los cuernos rodaba por el piso. El rhydon se detuvo en seco y cayó desplomado.

Los entrenadores vitoreaban a Satoshi, algunos gritaban mientras que otros solo levantaban los brazos en señal de aprobación.

Pero la batalla estaba lejos de acabar, las hojas dejaron de golpear al último pokémon, rebotaban contra una pared transparente. Satoshi comenzó a buscar la razón de esto y la encontró a solo unos metros: un pokémon amarillo con una especie de melena blanca, gran nariz y un pequeño péndulo en la mano, se encontraba en transe. El hypno estaba creando la pared de cristal que defendía al pokémon mientras éste se acercaba como una locomotora.

Bayleef trato de detenerlo, pero el pokémon simplemente la atropelló y siguió su camino hasta Satoshi con las fauces abiertas.

Entonces Satoshi, sintió que alguien lo empujaba sacándolo del camino de la bestia: era Kato. La mandíbula del monstruo se cerró y lo atrapo a él en su lugar. Lo levantó como si nada mientras gemía de dolor. Se hubiesen podido escuchar las costillas del chico quebrarse de no ser por sus gritos.

El dinosaurio verde se levantó del suelo y comenzó a atacar en un intento desesperado para ayudar a Kato. Las hojas volvieron a rebotar contra la muralla invisible, pero bayleef no se detenía y seguía lanzando ataque tras ataque.

Satoshi buscó en su cinturón y lanzó una pokebola al aire que liberó un rayo blanco amorfo, un segundo después tomó la forma de un pequeño pájaro de ojos rojos que se paraba en una sola pata.

-¡Hot hoooT!- grazno alegre.

Satoshi no tuvo más que señalar al hypno para que el pajarito lanzara de sus ojos una onda psíquica transparente que distorsionaba el ambiente mientras avanzaba. El pokemon recibió de lleno el golpe y, aunque no le hizo mucho daño, fue lo suficientemente fuerte para sacarlo del trance.

Las hojas de bayleef dejaron de rebotar y comenzaron a atravesar al gran pokemon de roca que hizo hasta lo imposible para no soltar a su presa y mantenerse en pie. Poco duró antes de desplomarse en el suelo y soltar a Kato que cayó muy lastimado.

El chico corrió hasta su amigo y le recostó la cabeza en su rodilla.

-¡Kato, Kato! ¿Estás bien?- le preguntó histérico.

-Eso creo, debo tener mal sabor para que me haya escupido- rió- Gracias otra
vez por salvarme, parece que no me va a alcanzar la vida para pagarte.

Kato se veía muy mal. Se sostenía un costado donde seguramente tenía varias costillas fracturadas.

-No hay problema, por lo general es a mí a quien salvan. Es bueno ver que puedo ayudar a alguien de vez en cuando.

Reno se levantó y agarro los discos del escritorio. Comenzó a aplaudir sin razón aparente y todos hicieron silencio.

-Bravo, bravo. Lindo show el que me estas mostrando pibe. Veo que vos no sos un maricón como todos estos- decía mientras se acercaba y rostros de odio surgían por doquier –Tenés que disculpar a Ralph se sobresalta a veces, pero no tiene la culpa- dijo acariciando la pelada del hombre – Falta algo de tiempo todavía para que todo esto termine y como veo que no sos tan mal entrenador y también te sabes defender, te voy a proponer un pequeño reto. Si ganás todos se pueden ir, nosotros no vamos a hacer nada para impedirlo.

El Hoothoot se acercó hasta su amo dando saltitos y lo mismo hizo bayleef.
¿Qué podía perder? Después de todo estaba a su merced de todas formas y si había una chance de que esto fuese verdad no iba a desperdiciarla.

-¿Y si pierdo?

-Morís por supuesto.

Las luces rojas y azules de los autos de policía parpadeaban constantemente mientras la gente se mantenía atrás de una línea de contención que prevenía que se acercaran al centro pokemon. Madres gritaban desconsoladas pidiendo que les permitieran el paso para tratar de ayudar a sus hijos.

Un hombre cruzaba la multitud sin problemas, ya que la gente, se apartaba de su camino a medida que avanzaba en señal de respeto y admiración. Era rubio con una vincha violeta de tela muy desgastada en la cabeza y una bufanda descolorida. Su mirada transmitía paz, pero a la vez era muy intimidante.

Morty era un hombre que rondaba ya casi en los cuarenta años, pero no lo demostraba. Cualquiera que lo hubiese visto lo confundiría con un chico de veinte.

Caminó hasta llegar a la línea de contención, la levantó con una mano y cruzó. Se dirigió a una mujer mayor de pelo largo y azul que parecía estar al mando de la operación.

-¿Cuál es la situación Jenny?- preguntó despreocupado Morty sin mirar a la oficial ya que tenía la mirada perdida en el centro.

-¡Morty, gracias a Dios!- exclamó –Muy mal- dijo decepcionada-Hicimos todo lo que pudimos, hasta enviamos al equipo S.P.E.A.T (special pokémon squadron and tactics), pero esa gente no es normal. ¡Acabaron con todos en cuestión de segundos!, tienen una fuerza descomunal, nunca había visto algo así desde…

-Red- contestó con su tranquilidad habitual- si lo que decís es cierto y son tan fuertes como lo era Red, no creo que podamos detenerlos con métodos normales.

La oficial sentía miedo, si Morty, uno de los lideres de gimnasio más fuertes de la región, decía que no había posibilidad de detenerlos, esto, no iba a terminar bien.

-¿Qué es lo que vamos a hacer Morty?- preguntó preocupada.

-Entrar y detenerlos por supuesto. Deja todo en mis manos.

El alma le había vuelto al cuerpo a la policía.

-¿Qué es lo que están pidiendo?- preguntó Morty mientras sacaba un pokebola de la nada.

-Eso es lo más extraño, no piden nada más que cosas absurdas como comida de otra parte del mundo, pokemon legendarios y esas cosas- contestó- Para que alguien querría tomar de rehén a todo un centro pokemon para pedir estupideces- preguntó para sí misma.

-Para ganar tiempo obviamente, pero la pregunta es: ¿tiempo para qué?

El olor dentro de las alcantarillas era insoportable. El agua putrefacta corría por medio de los pasillos abarcando la mayor parte de ellos y por suerte para los jóvenes, que caminaban en la inmundicia, el lugar se había diseñado con unos pequeños caminos de cemento a los lados del “río” bastantes altos por lo que el nivel del agua quedaba varios centímetros abajo.

Ryuji y Saito caminaban por estos mientras los ratattas y raticates, sucios por la mugre del lugar, se les alejaban con cada paso.

El pelirrojo tenía en su mano un pokegear (una especie de reloj/teléfono/mapa entre otras funciones) que proyectaba un mapa holográfico del lugar con una pequeña flechita roja que mostraba su posición.

-“Pendejo de mierda, espero que estés bien”- pensaba Saito mientras avanzaban buscando la salida del laberinto. Cada camino era exactamente igual al anterior por lo que cada vez que daban una vuelta en alguna esquina nada cambiaba. Esto los obligó a depender en el dispositivo y no en sus ojos, cosa que a Saito le molestaba mucho.

Ryuji se detuvo y despegó la mirada del mapa que desapareció cuando apretó un botón. Subió la cabeza apuntando a una pequeña escotilla en el techo.

-Esta es, conecta justo con una bodega del centro- dijo guardando el pokegear en un bolsillo y acomodándose el bokken en el cinto- una vez que estemos adentro no hay marcha atrás- dijo mirándolo seriamente.

-Ya sé, no iba a venir hasta acá para echarme atrás- contestó decidido- pero por si las dudas ¿Cuánto es nuestro índice de éxito?- preguntó con una sonrisa forzada.

-Si lo que escuche en la radio es cierto y estos tipos destruyeron toda una unidad de S.P.E.A.T, una en mil y eso era si Sara nos acompañaba, ahora serian una en diez mil si no me equivoco.

-Bueno estuvimos en peores- trató de consolarse.

-Nop, creo que esta es la cosa más difícil que intentamos hacer- contestó Ryuji con su típica sonrisa.

Saito tragó saliva y giró la manivela para abrir la escotilla.
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Última edición por ASHLEY el Viernes 2 Febrero 2018 8:31 pm, editado 2 veces en total.
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Re: Cuchillas de Amistad

Mensaje por ASHLEY »

Otro cap nuevo. Paso una semana, les dije que iba a hacerlo semanal en algun momento ¿no?
Bueno ahora es oficial, es un cap por semana. Tengo que agradecérselo a una amiga que me apretó hasta poder hacerlo.
Voy a terminarlo este año, y si no voy a dejar de escribirlo. Por lo que si o si termina ya que no lo pienso abandonar.

Si les gustó, dejen un comentario no sean larvas. Que es lo que me da animos para seguir escribiendo. Sabrina, todavía espero el día que pases por aca.
Bueno no los molesto mas, aca el cap:

Capitulo 11: El peso de una vida

Sara se encontraba apoyada en la mesa de la sala escondiendo su cabeza entre los brazos, deseando que todo fuese diferente, que las cosas de alguna manera cambiaran. Pero todo no cambia con solo desearlo y era algo que estaba aprendiendo en ese momento.

-Vinyl…- susurró

De pronto el espacio al lado de ella comenzó a distorsionarse por alguna razón, algo borroso podía verse dentro, una figura incompleta que intentaba volver a tomar la forma que antes le pertenecía. Sara estaba muy angustiada como para notarlo, por lo que no prestó atención cuando el pokemon se materializó por completo. Era una pequeña criatura de apenas noventa centímetros de alto, una coraza marrón cubría su cuerpo como una armadura. Sus ojos estaban completamente cerrados.

El pokemon se dirigió a la cocina y dejó las dos bolsas con compras que tenía en las manos. No tardo mucho en acercarse a Sara y darle un pequeño toque con la mano para avisarle que había completado la tarea.
-Ahora no Trick, estoy de malas- dijo sin levantar la cabeza.

“No necesito leerte la mente para darme cuenta de eso”

-Entonces dejame tranquila.

“Por lo que siento dejaste solos a tus amigos, no creo que haya sido una decisión sensata”

-¿Y vos que sabes que es sensato y que no?, ¡Sos un pokemon y yo soy tu ama, no olvides eso!- le gritó frenética para después volver a esconder su cabeza.

“Lo sé, pero hay veces que los amos no pueden ver la verdad que esta frente a sus ojos y nuestra tarea es hacérselos ver, si no, no seriamos buenos compañeros”

-No entendés, ese día, lo que le paso a Vinyl, fue por culpa mía. Me prometí a mí misma que no iba a dejar que eso pasara de nuevo. No podría soportar que el pasado vuelva a atormentarme otra vez. No puedo.

“Quizás, la respuesta no solo sea resistir si no, aceptar. Antes de que nos encontráramos yo estaba perdido, la locura recorría mi mente, pero usted, ama, me hizo ver que siempre hay otro camino, que uno puede evolucionar, hasta una criatura como yo tiene un lugar en el mundo”

-Duele mucho Trick, no sabes cuánto. Yo no puedo ayudar a nadie ya, soy una inútil- dijo levantando la cabeza para mirarlo, tenía los ojos humedecidos, pero el pokemon estaba del otro lado de la habitación recostado en un sillón sin prestarle atención o al menos eso parecía.

“Y siempre va a hacerlo, pero Vinyl nunca hubiese querido verte así. Dándole la espalda a la gente que te necesita no vas a hacer desaparecer el dolor. Vos no sos una inútil, solo te pasaron cosas malas”

-Eso no importa ya, si voy puede que pase lo mismo.

“Solo tenemos una oportunidad para demostrar que de verdad valemos algo, que no solo somos un cascaron vacío y esta es la tuya. ¿Qué otra cosa puede importar más que esto?”

-No me importa lo que pienses. Todo quedo en el pasado ya, yo perdí mi oportunidad hace mucho aquel día.
“Esta es tu vida ahora Sara, no va a esperar que te levantes”

El pokemon terminó de pensar y levitó hasta el aparador de la habitación. Un cajón se abrió por arte de magia. Tomó el contenido y le dejó al lado de Sara.
Uno anteojos de luna llena, bastante amplios y de vidrios color violeta eléctrico ahora se encontraban sobre la mesa.

“Vinyl lo hubiera querido así”

La manivela giró haciendo un ruido chirriante por el óxido que la recubría. No había sido usada en años, por lo que a Saito le costó un poco abrir la entrada.
Subieron por la escalera uno por uno hasta entrar a lo que parecía ser un jardín gigantesco al aire libre, pero dentro del centro pokemon. Por lo que estaba conectado con unas puertas de vidrio al resto. Seguramente, los entrenadores disfrutaban ver como los pokemon jugaban a través de los cristales del otro lado. En el medio del lugar se encontraba una fuente de tres niveles y en la cima de ella una estatua de un magikarp que parecía estar saltando del mar, escupía un chorro de agua que mojaba los alrededores de la fuente. Estaba conectada por varios canales a dos lagunas que ocupaban gran parte del lugar. El suelo no era artificial si no que estaba recubierto de verde. Era un pequeño paraíso para que los pokemon de los entrenadores se relajaran del viaje.
Pero las risas y jugueteos de las criaturas no inundaban el ambiente. Apenas unos pequeños poliwag que se escondían dentro de la fuente y algunos rattatas detrás de una roca eran los únicos habitantes de ese magnífico lugar.

-¿Estamos dentro del centro?- preguntó Saito mientras se acomodaba las espadas al cinturón.
-Creo que sí, parece ser una especie de área recreativa o algo por el estilo- contestó Ryuji haciendo uso de su habitual sentido común.
-¿Por dónde empezamos?- preguntó el chico.
-¿Qué les parece si empiezan por nosotros?-dijo una voz desconocida.
Dos tipos de traje se levantaron de detrás de la fuente, estaban esperando que alguien cruzara por ese lugar al parecer.
-Bueno, olvidate del elemento sorpresa- dijo Saito sarcásticamente.
-Son dos, uno para cada uno- señaló el pelirrojo.
-No, vos tenés otra tarea, ya lo acordamos- contestó cortante.
-Saito, no podés encargarte de los dos, no son como los otros que nos veníamos enfrentando antes- le dijo preocupado.
-Tengo mis dos brazos ahora, es diferente- Ryuji lo miró aun más preocupado que antes- No me hagas repetírtelo ¡Andá!- le ordenó.

Ryuji sabía que Saito tenía razón y no tenían tiempo ahora que habían sido descubiertos. Tenía que llegar al almacén de pokemon y rápido.
Corrió entre los hombres que al instante de verlo pasar, lanzaron cada uno un puñetazo.

-¡Adonde creés que vas!- dijeron en medio del golpe

El chico siguió corriendo como si nada pasando entre medio de ellos. La razón de porque los golpes no habían dado era que Saito se había interpuesto en el camino de ellos bloqueando cada puñetazo con una wakisashi diferente, las espadas aun estaban envainadas. Ahora estaba parado en el medio de ambos.

-¿Qué hacen?, su oponente soy yo- dijo con una sonrisa maliciosa.

Saito se alejó de un salto hacia atrás para esquivar un nuevo puñetazo de uno de ellos.
Uno estaba pasado de peso. Tenía una pequeña barba candado y el pelo rapado. El otro en cambio era flaco de cabello castaño y anteojos de sol. Notablemente más alto que su compañero.

-Bueno Max, parece que tenemos un pendejo bien creído acá- dijo el gordo con una sonrisa macabra.
-Veo que si, Roland, ¿pibe no es muy tarde ya para que andes solo?, si llegas a última hora a casa se te va a enfriar el nesquik- le comentó burlonamente, dirigió la mirada a su compañero- ¿Qué hacemos con el otro?
-Dejalo, seguramente otro unidad lo despacha primero- dijo encogiéndose de hombros.

Saito desenvainó las armas una por una. Las vainas hicieron un pequeño sonido al chocar contra el pasto.

-¿Les parece si los elimino rápido?, no tengo tiempo que perder con basuras como ustedes- dijo con las espadas en mano.
-¡A quién le dijiste basura pendejo de mierda!- ladró el obeso mientras buscaba algo en un bolsillo.
Su compañero lo detuvo en el acto señalando a Saito despectivamente.
-Miralo bien, es al que estamos buscando. No podemos matarlo, el jefe lo quiere vivo- le comentó por lo bajo.

El hombre refunfuño.

-Lo que el jefe no sepa no va a hacerle daño, además solo somos un grupo de reconocimiento ¿no?- contestó mientras se ponía una manopla en cada mano.

El hombre corrió hasta Saito y aprovechando la velocidad de la carrera lanzó un puñetazo. Saito se limitó a mover la cabeza a un lado y le golpeo la suya con el mango de su arma. El hombre cayó de rodillas agarrándose con ambas manos donde le habían dado el golpe.

-Ya me enfrenté a un tipo de traje que peleaba de la misma manera y dejame decirte que no sos ni la mitad de bueno que él- alegó mientras la daba una patada en la cara y ponía al hombre de espaldas en el suelo.
-Así que vos fuiste el que mató a cuarenta y cuatro- comentó desde el suelo.
Se paró de inmediato, un pequeño hilo de sangre le salía de la boca, que no tardo en limpiarse con la manga del saco.
-¿Qué se siente tener esa sangre en tus manos?- dijo mientras arremetía nuevamente.

Lanzó otro golpe hacia el rostro de Saito, pero este lo bloqueo con una espada. Un sonido metálico se escuchó cuando la manopla chocó contra el acero de la espada. Empezó a dar un puñetazo tras otro, pero todos eran esquivados o terminaban en el mismo sonido.

-¿Qué se siente saber que una persona murió por tu culpa?

Saito comenzó a tener dificultades esquivando, los golpes le pasaban cada vez más cerca.

-Yo no sé de lo que estás hablando- contestó dudoso.

El hombre sonrió por dentro. Vio un espacio abierto y logró conectar un golpe.
Saito retrocedió apretándose el estomago. El puñetazo le había sacado el aire por completo y no podía respirar bien. Las manos con las que sujetaba las armas le temblaban, pero no era por el dolor. Los recuerdos le invadieron la mente sin permiso y salvajemente. De pronto solo podía ver la cara de aquel hombre cuya vida había arrebatado. Nunca antes le había afectado más allá de ese día. Pero era porque lo había enterrado en sus recuerdos más profundos o eso había creído.
De pronto sintió como un dolor indescriptible volvía a surgirle, pero esta vez venía de su mejilla izquierda. Saito rodó por el piso debido a la fuerza del golpe, soltando las espadas que se clavaron en el suelo cuando cayeron.

-Tenés suerte que haya sido mi pie y no la manopla si no ahora estarías muerto.

No podía moverse, el pánico lo había invadido por completo, era cierto, el no tenía ningún derecho de quitarle la vida a aquel hombre, pero igual lo había hecho. No era diferente a ninguno de ellos.
El chico sintió como Roland lo levantaba por la remera y lo ponía frente a él. Le dio un rodillazo en el estomago que de por sí ya le dolía. Entonces todo se volvió blanco.
Saito ya no estaba en ese jardín de hace unos segundos, ahora se encontraba en un espacio vacío sin fin, apenas un fulgor blanco que salía de la nada iluminaba el lugar donde estaba parado. El suelo era trasparente por completo y parecía tener un pequeña capa de agua, porque cada paso que daba dejaba ondas como las que hace una pequeña piedra al caer a un lago.
El ya había estado en ese lugar, aunque era un poco diferente a como lo recordaba.
Una pequeña bola de luz levitaba frente a él. Parecía que trataba de tomar una forma, pero no lo lograba.

-¿Por qué dejas que te hagan daño Saito?- preguntó la luz con una voz cálida que hacia ecos en el lugar.
-No lo sé, quizás quiero redimirme- contestó sin dudar.

Era una sensación extraña, sentía que conocía a esa criatura desde siempre. No tenía miedo, no sentía dudas y no necesitaba mentir. Se sentía, desnudo, pero a la vez en confianza, como si pudiera contarle cualquier cosa. Por alguna razón cuestionar la existencia de ese lugar no era posible, solo tenía que existir y nada más.

-Redimirte ¿Por qué?- dijo la luz intentando tomar una nueva forma inútilmente.
-Por lo que hice, le quité la vida a un hombre sin razón.
-Pero sí, tenías a una razón, querías proteger a los que querías. ¿O me equivoco?
-No, pero… tendría que haber pensado otra forma, no sé, otro modo de haber resuelto las cosas- se lamentó bajando la cabeza.
-Mi pequeño Saito… la vida de una sola persona es tan efímera, delicada y aún así te preocupas por quitar una. Es cierto que arrebatar una esencia no es la mejor forma. Pero nada se pierde todo se transforma y ahora esa vida es una nueva.
-No entiendo lo querés decirme. Le robé todo a ese tipo, no soy diferente a ellos.
-Claro que lo eres pequeño. Tu fuerza es para ayudar a tus seres queridos, ahora sientes remordimiento y tu alma sufre, solo eso, ya te hace diferente. Quizás tu le robaste la esencia a esa persona, pero si no lo hubieses hecho, el hubiese tomado la tuya y la de quien aprecias. Ese fue tu pensamiento en ese momento.

Saito no podía hablar, esa luz lo conocía a la perfección, parecía como si fuese parte de él.

-Saito, quitar una vida no es puro, pero si la gente que te importa depende de eso, quizás y solo quizás merezca la pena el que una vida se pierda, si crees que no fue lo correcto y quieres redimirte ayuda a todos los que te necesitan ahora. Siempre sentirás ese dolor, pero ese es el peso que deben llevar personas como tú. Personas que defienden a sus seres amados. Solamente morir no ayudaría en nada y ciclo no terminaría correctamente.
Tenía razón, quitar una vida era incorrecto, pero no podía permitir que alguien que quería muriera por un capricho de un desconocido. De ahora en adelante buscaría otra salida y su fuera necesario hacerlo otra vez no miraría atrás. Ese sería el peso que tendría que cargar.

-¿Quién sos?- no pudo evitar preguntarle igual que aquella vez.

-Un amigo.

-Creo que lo maté Max, mirá no se mueve- dijo cacheteándole la cara al chico.
-Bueno, vos solo vas a tener que vértelas con Reno, a mi no me cuentes- dijo Max sentándose en el suelo.

Entonces el joven abrió los ojos con una sonrisa y se encontró con el rostro de aquel que lo había golpeado tan salvajemente antes. El hombre lo soltó por el miedo que le había causado esa mirada y retrocedió unos pasos.

-¡Roland, está vivo! ¡Tenemos suerte!- dijo alegre -¿Qué te pasa? ¿Por qué lo soltás?
-No lo sé, solo sentí que... nada olvidate- contestó nervioso después de mirar por un segundo a el joven.

Saito corrió hasta una de sus espadas y la sacó de la tierra. Como un demonio arremetió contra Roland que lo único que pudo hacer fue defenderse el rostro debido a la velocidad del ataque. Ambas manoplas cayeron hechas cientos de pedazos al suelo.

-¡Vamos Roland, es solo un chico, termina con él!- le gritó su compañero.
-Tenés razón, no sé que me paso- dijo retomando la compostura.

Un nuevo puñetazo se dirigió hacia Saito, este lo esquivo sin dificultad y se colocó en la espalda del hombre a una velocidad tan asombrosa que Roland lo perdió de vista.
Saito no tenía dudas, no tenía miedo, su mente era libre al fin. Sus pensamientos estaban concentrados en una cosa y solo una cosa: salvar a Satoshi.
La espada se movió tan rápido que nadie pudo ver cuantos cortes le había realizado al hombre. ¿Cincuenta? ¿Cien?, nadie lo sabía.
La sangre estalló de golpe en cada corte y el hombre cayó al suelo inerte.

-¡¿Qué me hiciste bastardo, no me puedo mover?!- dijo Roland que estaba tirado en el suelo.
-Nada en especial, solo corte los tendones de tus piernas y brazos para que no pudieras moverte. Vas a vivir, pero dudo que puedas volver a caminar, si no es con un bastón- dijo el chico mientras sacudía la espada para limpiarle la sangre.
-¡Pendejo asqueroso! ¡Como te atreves a hacerme esto!- gritó tratando de levantarse inútilmente.
-Callate si no querés que te corte la lengua también- le contestó mientras se dirigía hacia su otra espada y la levantaba del suelo.

Saito se limpio un poco la sangre de la cara que le brotaba por unos cortes que le habían hecho los golpes del matón.

-Vos sos el siguiente- dijo con una mirada sin emoción hacia Max.

El flaco dio un paso hacia atrás, luego otro, y otro más, hasta que pasó su mano por el cinturón y el alma le volvió al cuerpo. ¿De qué tenía miedo? ¿De un chico con cuchillos?, Roland siempre había sido un estúpido que se dejaba llevar, pensaba tratando de convencerse. Eso era, se había dejado llevar por la emoción y se descuido, pero eso no iba a pasarle a él.
Buscó en el cinturón una vez más y lanzó dos pokebolas al aire que liberaron dos bestias temibles. Las dos median más de dos metros y estaban completamente cubiertas de acero. Se paraban en dos patas y tenían dos cuernos que le salían de unos pequeños agujeros en la cabeza.
Rugieron ferozmente mientras plantaban sus ojos en la presa que tenían frente a ellos.

-Aggron ¡maten a ese chico!, ¡No me importa cómo, solo mátenlo!- gritó desesperado.

Ambos abrieron la boca y una pequeña bola amarilla comenzó a materializase dentro.

-Estoy muerto…- dijo por lo bajo.

De las bolas, dos grandes láseres amarillos y anaranjados salieron disparados hacia Saito. En el camino ambos se juntaron formando uno solo, aumentando el doble su tamaño y cambiando su color a un rojo escarlata. A medida que avanzaba el ataque, y aunque no lo tocasen, el suelo se partía en pedazos. La fuerza de aquel rayo era descomunal.
El rayo tardo exactamente cincuenta milésimas de segundo en llegar hasta el chico. Cincuenta milésimas fue el tiempo que tuvo para pensar en cómo esquivar el ataque. Dicen que cuando uno está a punto de morir el tiempo se detiene y le da a la persona tiempo de pensar. Pero en realidad no lo hace, solo pasa más lento y aunque Saito tuvo ese instante y visualizó como esquivar, el que lo traicionó fue su cuerpo, que no logró responder a tiempo.
Gracias a esto tuvo tiempo de ver como una sombra corría a una velocidad normal al lado del laser que se movía lentamente solo frente a sus ojos. A que rapidez corría Sharp hasta este día no sabría decirte, pero lo que si te puedo decir es como se trepo por una de las bestias, como sus garras comenzaron a brillar con un azul intenso y golpearon ambas mandíbulas desviando el laser hasta la estratosfera donde se disipó por completo.
Saito nunca estuvo más contento de ver a ese pokemon en su vida. Pero no tuvo tiempo de seguir observando cómo las mandíbulas de los pokemon se congelaban por que ahora las garras de Spike brillaban de un rojo intenso y golpeaban a ambos pokemon, dejando dos grandes haz de luz roja en el aire que ahora formaban una equis.
Las grandes corazas de los pokemon habían sido perforadas como si de papel se tratase y de las heridas comenzó a brotar el liquido escarlata.

-¡¿Quién carajo sos?!- le gritó frenético.

Max se había tropezado en un intento de retroceder inconscientemente por el miedo.

-Solo un chico al que ustedes le sacaron todo y quiere recuperarlo- dijo mientras se acercaba a los Aggron que derramaban demasiada sangre.

Saco un pequeño espray de su bolsillo y se los aplicó para que las heridas dejaran de sangrar.

-¿Por qué los curas?, son tus enemigos- le preguntó el hombre.

-Porque un amigo me dijo una vez que los pokemon no tienen la culpa de lo que gente haga con ellos- contestó seriamente.

Spike y Sharp lo miraron y asintieron al mismo tiempo.

-Esto no termina acá, nosotros solo somos agentes menores, si te enfrentas a los agentes mayores o a nuestro jefe Reno. ¡Vas a morir, te lo aseguro! O peor aún, escuché que quieren experimentar con vos y hacerte todo clase de pruebas, mataría por ver eso- rio tan desesperadamente que parecía que estuviese loco.

-Que lo intenten- dijo mientras le daba un golpe en la cabeza y lo dejaba inconsciente.
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Última edición por ASHLEY el Viernes 2 Febrero 2018 8:32 pm, editado 2 veces en total.
Estas aburrida/o y ya te cansaste de leer las mismas boludeces de siempre, bueno una mas no te va a hacer daño.
Lee mi fic :" Cuchillas de Amistad"
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ASHLEY
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Re: Cuchillas de Amistad

Mensaje por ASHLEY »

Nuevo cap para la chusma. Me re gaste en este asi que un comentario estaria bueno. Este capitulo esta dedicado a Sabrina, que me inspiro a empezar a escribir.

Capítulo 12: Disc wars and Ice

El Híper rayo salió del centro pokemon haciendo un gran espectáculo de luces rojas. La gente lo miraba atónita mientras desaparecía y apartaba las nubes de su camino dejando un gran espacio vacío en el azul del cielo.
Un hombre observó escéptico el poder de aquel ataque, aunque preocupado por dentro. Dentro de unos minutos tendría que entrar en ese lugar y eso no era muy alentador. Solo su experiencia le mantenía los pies en la tierra.

La vida le había enseñado que no había nada que no se pudiera manejar con el pensamiento correcto.
Morty miró con una sonrisa triste a Jenny, aunque con un dejo de felicidad. Así se expresaba él, parecía que nunca podía mostrar su verdadera cara. Era un fantasma tanto dentro, como fuera de su gimnasio. Un pokemon comenzó a emerger de su sombra lentamente con una sonrisa macabra mientras sacaba una lengua extremadamente larga. Su color violeta era despectivo de los pokemon de su tipo.

El pokemon comenzó a volar dando vueltas de arriba hacia abajo sobre sí mismo como en una especie de juego extraño.

-Vamos gengar, no tenemos tiempo de jugar ahora.- Miraba el centro concentrado mientras regañaba a la criatura.
La oficial y el entrenador cruzaron miradas por un segundo.
- Jenny, no hagas nada estúpido.

El gengar frotó sus manos y volvió a entrar en la sombra de su amo. Es lo último que pudo verse de ellos antes de que desaparecieran en una niebla violeta.

-No sé qué haría si no te tuviera Morty...- dijo por lo bajo la oficial.
-Siempre voy a estar a tu lado Jenny, no te preocupes, no voy a tardar mucho- le susurró un poco de la niebla que se había acercado a su oído. Luego desapareció por completo en el aire.

En el extremo de la multitud una chica ocultaba su cabeza con la capucha blanca de su campera. Unos extraños anteojos de sol le cubrían el rostro por lo que era irreconocible. A su lado un pequeño abra dormía sentado sin preocupaciones.

Se acercó a uno de los espectadores lentamente con las manos en los bolsillos mientras se ajustaba los lentes con el dedo índice apretando el centro del armazón. Su criatura no se movió.

-Nene, ¿Se sabe alguna novedad en todo esto?- preguntó acomodándose la capucha con una mano.
-¡Morty acaba de entrar para patearles el culo a todos esos tipos!- contestó el chico emocionado.
-“Morty, esto se va a poner feo, pero era de esperarse”- pensó Sara.
-Morty es mi líder favorito ¿sabés?, su gengar es invencible. En todo el tiempo que lleva de líder de gimnasio jamás le ganaron. Además es súper inteligente, la policía siempre lo llama cuando hay problemas. ¿Sabes por qué?, ¡por qué es el mejor entrenador del puto mundo! ¡Ese es el porqué! Nadie puede hacerle frente, siempre que…

El chico no paraba de dialogar. Disfrutaba mucho hablar de su héroe, por lo que podía estar horas contando historias de lo magnifico que era.
La ciudad le tenía mucho aprecio al líder. Sus servicios con la policía lo habían hecho el héroe de los jóvenes. Todos querían ser como él o al menos parecérsele.

Los líderes de gimnasio son los combatientes de elite de la región, la mayoría son entrenadores que ponen fin a su viaje por el mundo, porque entienden que tienen que pasar su conocimiento a generaciones venideras. Aunque otros solo buscan fama y reconocimiento sin trabajar por ello. Estos últimos siempre son gente que no dura ni dos semanas en el puesto. Aunque son hábiles, la vida de un líder no es fácil. Además de mantener un cierto nivel de habilidad, están obligados a trabajar como un grupo de elite que se encarga de problemas demasiado peligrosos e importantes que muy pocos pueden llevar a cabo.

Muchas veces esto los lleva a viajes peligrosos para calmar manadas de pokemon salvajes o apoyo para conflictos civiles y militares. Esto no es obligatorio para ninguno, pero ayuda a mantener la licencia del gimnasio que puede llegar a perderse si no se cumplen ciertos requisitos.
Aunque una vez hecho cierta cantidad de servicios, un líder puede decidir atender exclusivamente su gimnasio y rechazar cualquier otro pedido.

Morty ya había cumplido con esto hace mucho y aun así con sus cuarenta años, continuaba ayudando a la policía y la liga en todo lo que podía. Esto le había atribuido el respeto y la admiración de todo Ecruteak.

La chica miró una vez más el centro pokemon tratando de descifrar lo que pasaba dentro. Aunque sin éxito. Se dirigió un vez más el pequeño que seguía dando su discurso.

-¿Y aparte de eso?- Volvió a acomodarse los anteojos. Se le caían por tener la cabeza gacha.
-¿Vos donde vivís?, ¡¿no viste ese rayo gigantesco que salió del centro hace unos minutos?!- contestó con emoción el chico- cualquiera que haya tocado eso seguro esta en pedazos ahora.
-Por lo visto ya empezaron, no les costaba nada pasar sigilosamente…- susurró.
-¿A quiénes?- preguntó el chico.
-A nadie, gracias por todo lindo- le dijo con una sonrisa que hizo sonrojar al pequeño.

La chica señalo a un lado y el chico giró inmediatamente para ver lo que pasaba. No había nada en ese lugar por lo que volvió hacia la joven, pero ni ella ni su pokemon se encontraban en ese lugar.


Satoshi se encontraba frente al que parecía ser el líder del golpe. Apretaba fuertemente su puño intentando controlar la ira que sentía hacia ellos. Si lograba completar el desafío, quizás podía liberar a todos. Igualmente sabía que las posibilidades de que aquel hombre cumpliera su palabra era una en un millón. Pero valía el intento, por Dios lo valía, eso es lo que pensaba.

-¿De qué trata entonces?- preguntó Satoshi.
-Es muy simple- le contestó mientras le arrojaba uno de los aros de acero que tenía en las manos –El objetivo es simple, golpear al oponente tres veces con el disco antes que el otro- le explicaba mientras pasaba el aro de una mano hacia la otra.

Satoshi miró con detenimiento el aro. No era demasiado grande, ni demasiado pequeño, media casi lo mismo que su ante brazo. Estaba hecho de una especie de cristal que él nunca había visto antes, podía verse a través de el con una gran claridad, esto le hizo cuestionarse la resistencia de aquella extraña arma. Casi como si pudiese leerle la mente, Reno apretó fuertemente la agarradera del centro del disco y una decena de púas salieron alrededor de toda la circunferencia del objeto. Con un movimiento estilizado lanzó el aro hacia una de las mesas que estaba cerca. El disco rápidamente llegó a su objetivo y como si fuese un trozo de papel la cortó en dos mitades y trazando una elipsis volvió a la mano de Reno inmediatamente contrayendo sus púas.
Satoshi miró con terror como ese vidrio que parecía tan frágil había partido aquel mueble en dos y no dudó ni por un segundo que si eso llegase a tocarlo, tendrían que juntar los pedazos su cuerpo por el suelo.

Los rehenes se petrificaron en un instante por la limpieza del corte que había realizado el arma. Muchos agradecían no haberse tenido que enfrentar a ese tipo y ahora observaban callados y aterrorizados sabiendo que Satoshi podría morir en el momento que esa cosa lo tocara.

-Esto es un chakram. Un arma muy antigua, pero poderosa como podes ver. No te preocupes, los primeros dos golpes no van a activar las púas, pero creeme que si te golpea igual te va a doler bastante. A la tercera vez que te golpee las púas van a salir y eso es un game over obviamente- explicaba mientras el chico tragaba saliva deseando profundamente estar en cualquier otro lado.

-Mira pibe, te doy un chance de que te retires. No es necesario que te sacrifiques por estos inútiles. Miralos, están cagados hasta las patas- dijo señalando a los entrenadores que temblaban y se escondían unos detrás de otros.

Kato, uno de los pocos que no estaba poseído por el miedo, se acercó hasta Satoshi y puso una mano en su hombro pidiéndole que aceptara la oferta de retirarse. El chico la rechazó nuevamente.

-Nadie se acerca para ayudarte chico, todos esperan que alguien como vos los salve. No hacen nada por sí mismos. ¿De verdad vas a arriesgarte por esta gente?, no seas iluso, no vale la pena ayudar a cobardes como estos- dijo mientras se rascaba la cabeza despreocupadamente. Su flequillo azul se despeino con esto.

-Yo soy como ellos también. Dependo de los demás para defenderme, no lo malentiendas, pero si no hago algo ¿Quién más va a hacerlo? Aunque sea débil, tengo que hacer todo lo que este a mi alcance para frenar a basuras como vos- le contestó seriamente señalándolo con el dedo.
-Si es lo que querés, no te voy a detener. Un hombre elige su propio destino. Pero no te digas que no te avise- le dijo riéndose felizmente.

Solo cinco personas de traje habían quedado en la habitación. De los cuales uno era Reno el líder, Ralph el pelado que había mandado a volar Satoshi, la chica de pelo verde que reía sarcásticamente a cada comentario que soltaba Reno y los otros dos que parecían agentes de clase baja. Los demás habían ido a revisar los alrededores por órdenes del líder.

-No tenés que hacer esto Satoshi, esperemos a la policía. Seguramente ellos ya están por entrar ¿no?, no debe faltar mucho para que entren- dijo atropelladamente por los nervios.
-Kato, no creo que la policía pueda hacer algo antes de que nos maten a todos. Y si esta puede ser una salida yo… no voy a desperdiciarla. ¡No voy a ser un inútil nunca más!- le contestó enérgicamente.
Kato vio que no había manera que pudiese convencer a su amigo por lo que se limitó a responder:
-Pateale el culo entonces.
-Dalo por hecho- le contestó mientras ambos chocaban sus puños en un saludo.
-Mitsuki, cuánto tiempo nos vas a hacer esperar. Podes armar el campo querida- le dijo a la chica que dejo de reírse al recibir la orden.

La mujer lanzó una pokebola al aire liberando una pequeña jirafa de dos colores. Su cola tenía una pequeña segunda cabeza que lanzó varios mordiscos intimidantes al aire y su cabeza en lugar de orejas dos antenas blancas ocupaban su lugar. Era un girafarig.

El hypno que antes había defendido a los rhydon se acerco hasta la pequeña jirafa. Ambos cerraron los ojos, las antenas del cuadrúpedo brillaron con un color arcoíris y el otro se concentró en su péndulo fuertemente. De pronto cientos de pequeñas paredes trasparentes comenzaron a aparecer alrededor de Reno y Satoshi. Cada una se iba acoplando a la otra a medida que aparecían. En unos segundos habían encerrados a ambos en una habitación de lo que parecía ser puro vidrio.

Kato fue empujado varios metros por las paredes de cristal que lo alejaron de Satoshi. Comenzó a golpear el vidrio tratando de llamar la atención de Satoshi, un ruido seco se escuchaba con cada golpe, este giró para verlo y se dio cuenta de la distancia que los separaba.

-Satoshi, están usando el ataque reflejo para encerrarte. Un pokemon bien entrenado solo puede crear una pequeña pared, pero estos parecen que pueden crear todas las que quieran sin ningún problema. Están a otro nivel- le gritó Kato desde el otro lado de la celda.

Satoshi tragó saliva, no había vuelta atrás. Volvió a mirar el chakram en su mano esperando averiguar algo que no supiese. Algo que lo ayudara en lo que venía, aunque solo pudo ver un gran aro de vidrio que no podía imaginar cómo tenía tanto poder destructivo.

-Podes usar cualquier cosa que te parezca útil, incluso tus pokemon. No creo que tenga que mencionarte esto último. Aunque, si decidís hacerlo, no te garantizo que no salgan lastimados. Esta en vos elegir eso.

-Podés guardarte los consejos- le contestó con la cara más seria que pudo poner.
Como quieras pibe, comencemos con esto.

El hombre se inclinó y se puso en una especia de pose de batalla. Saltó hacia un lado y le lanzó el disco directamente. Satoshi veía como el chakram se acercaba rápidamente y en un reflejo se tiró al piso segundos antes de que lo golpeara. Cuando volvió a mirar, el chakram ya estaba nuevamente en la mano de Reno. ¿Cómo podía ser?
Todo tenía que ver con las paredes hechas del ataque reflejo dedujo rápidamente ya que por algo había armado ese escenario y no creía que fuese porque se viera bien o para proteger a los demás de los posibles golpes.
El disco volvió a aparecer frente al chico y este tuvo que improvisar una rodada hacia un costado evitando el golpe. Nuevamente miró y el aro ya estaba nuevamente en manos de Reno.

-Vamos no es divertido si no atacas también- le gritó Reno desde el otro extremo de la habitación.
-“La mejor manera de ver que pasa es lanzarlo yo también”- pensó mientras se paraba y arrojaba el disco contra Reno con todas sus fuerzas.

Un paso a un costado fue lo único que necesito para no recibir el ataque de Satoshi. El arma rebotó en la pared que tenía detrás y esta se ilumino de un color blanco por un segundo e inmediatamente se dirigió hasta el chico que se agachó por puro reflejo intentando evadir su propio disco, pero este se limitó a golpear suavemente el reflejo detrás de él y caer inerte al suelo.

-Se supone que lo tenés que agarrar pibe- le dijo Reno lanzando de nuevo.

Satoshi no tenía tiempo de esquivar el disco casi estaba encima suyo por lo que tomó el del suelo y lo arrojó como pudo. Ambos chocaron en el aire y un sonido chirriante se escuchó dentro del salón. Ambos fueron directamente hacia las manos de sus propietarios y esta vez Satoshi atrapó el de él.

-¡Bien ahí Satoshi!, pudiste contrarrestarlo- le gritó Kato desde el otro lado del vidrio.
-Gracias, pero fue por muy poco. Parece que los reflejos permiten que el disco rebote y vuelva a tu mano o algo así. Es muy ingenioso- le contestó.
-Muy bien pibe. Yo lo llamo “Death Reflect”. Ahora viene la parte difícil, preparate- le dijo con una sonrisa. Parecía ser que de alguna manera estaba disfrutando de la experiencia.
-¡¿Esta era la parte fácil?!- gritó preocupado.

Ambos lanzaron al mismo tiempo, los discos se cruzaron en el camino, pero no se tocaron. A Reno no lo costó trabajo esquivar, bastó con un simple paso a un costado, Satoshi en cambio apenas se las arregló para tirarse de cabeza hacia el suelo. Reno corrió hasta el aro que volvía y lo atrapó antes de que el chico pudiese levantarse, saltó y con gran fuerza lo volvió a lanzar. Satoshi ahora no tenía su disco para defenderse, todavía no había regresado, por lo que tuvo que rodar de nuevo para intentar evadir. Lo logró justo a tiempo antes de que el chakram golpeara en el suelo y dejara un gran agujero. Sabía que no iba a poder esquivar por siempre, a duras penas podía hacerse a un lado y parecía ser que a Reno no le costaba trabajo esquivar sus ataques. Tenía que pensar en algo.

No tenía otra opción más que cambiar de estrategia. Buscó en su cinturón, sacó la pokebola de Bayleef y la lanzó. El pokemon ni siquiera tuvo que desperezarse porque y bien se materializó, planto sus cuatro patas enfrente de reno y le lanzó una mirada de ira, estaba preparada para la batalla.

-¡Bey, bey!- gritó la criatura.

-Bayleef tenemos que derrotar a este tipo con esto- le dijo levantando el chakram del piso- esa cosa de cristal parece débil, pero puede hacer un daño aterrador. Tené cuidado, es muy ágil, no pude ni tocarlo todavía.

-¡Bey!- asintió el pokemon con determinación.

-Buena decisión al liberar a tu pokemon, pero nunca quites los ojos de tu objetivo- dijo Reno con las manos vacías.

Satoshi comenzó a buscar frenéticamente con la mirada por toda la habitación, pero no lo vio hasta que fue demasiado tarde.
El chakram de Reno había rebotado en una de las paredes y se dirigía a la espalda de Satoshi. Mientras liberaba a su pokemon se había distraído por un segundo y el hombre había aprovechado la oportunidad. El disco golpeo la espalda del chico, o al menos es lo que parecía. Las lianas del pokemon habían salido intuitivamente armando un pequeño resorte vegetal que cubría el punto ciego del chico. El chakram comenzó a cortar las lianas del pokemon planta y bayleef no tardo en sentir el dolor soltando un pequeño sollozo, ya que esos látigos eran una parte de ella.

-¡Bayleef, no es necesario que lo detengas, solo desvíalo! ¡Te estás lastimando!-le gritó a su pokemon que ahora cerraba los ojos en un intento de resistir el dolor.

Bayleef hizo caso y con un latigazo golpeó el arma haciendo que se alejara a la pared más cercana mientras rebotaba en varios reflejos produciendo un sonido chirriante para después volver a las manos de su dueño.

-Uff, estuvo cerca, si no hubiese sido por vos bayleef…- la miró preocupado.
-Bien hecho kid, enhorabuena por haberlo evadido- lo alentó burlonamente.
-Bey, bey- sonrió el pokemon al recibir los halagos de su entrenador con una mueca de dolor en la cara.
-Y felicidades para tu pokemon también, es un gran Bayleef- dijo aplaudiendo cortadamente.

El pecho del chico se lleno de ira. Reno los subestimaba sin lugar a dudas y solo jugaba con él por alguna razón. ¿Por qué no lo mataba de una vez?, ¿qué es lo que estaba esperando? Con su agilidad podría haber acabado con todo en cuestión de segundos, pero había armado todo este escenario ¿para qué? Es cierto que parecía disfrutar esta batalla, aunque Satoshi apenas podía responder a los ataques, por lo que la parte de ser un “reto”, estaba descartado. Pero, ¡¿Qué era lo que estaba pensando?! ya había obtenido tres medallas, había derrotado a un ejército de arañas asesinas, cruzado cuevas más oscuras que el infierno mismo, se recordó. Si pensaba que esto le iba a ser fácil a ese tipo derrotarlo, estaba equivocado.

Busco nuevamente en su cinturón y liberó todo pokemon que pudo encontrar. Las pokebolas volaron en el aire abriéndose y liberando a sus huéspedes. Hoothoot volvió a aparecer agitándose un poco para sacarse el sueño de encima, era un pokemon nocturno después de todo. A lado del pájaro un pequeño can oscuro aullaba intimidadoramente. Una vez que terminó su grito de guerra bajo la mirada, inclinó sus patas delanteras y comenzó a gruñir a Reno mientras escupía unas pequeñas llamas de su nariz. Sobre una gran roca redonda cubierta de pequeños picos se posaban dos pidgeys que graznaban constantemente. Era un sonido completamente irritante, tanto era así que de la roca surgieron dos pequeños brazos que trataron atrapar a las aves que emprendieron vuelo y comenzaron a picotear al graveler que ahora había dejado su cara al descubierto y se paraba sobre dos patas que parecían muy endebles.
La sala se había llenado con el equipo de Satoshi, un ejército listo para acatar cualquier orden que el chico impartiera.

-Lindo team kid, veamos qué es lo que saben hacer- lo desafío Reno.
-Callate, ya estás muerto- le respondió- Gente, tenemos que derrotarlo ya no importa cómo. Sé que va en contra de las reglas atacar personas y que les dije que jamás lo haríamos, pero este tipo…, este tipo…-balbuceó- este tipo se lo merece. Si ganamos vamos a poder ayudar a toda esta gente- dijo señalando a todos los entrenadores- ellos cuentan con nosotros y yo cuento con ustedes. ¿Entendido?- todos los pokemon asintieron.
-Bueno, terminemos con esto- habló Reno mientras estiraba una mano al aire.

El disco que Satoshi tenía en la mano comenzó a ejercer fuerza para escaparse como si estuviese vivo. El chico lo sostenía con todas sus fuerzas, pero el aro hacia cada vez más y más fuerza para escaparse. Finalmente Satoshi no pudo hacer más que soltarlo y verlo volar hasta la mano de su oponente que lo tomó con una sonrisa.

-¡Tramposo! Dijiste que cada uno iba a usar un disco- le reprochó.
-Eso era antes de que sacaras tu pequeño ejército personal. ¿Qué oportunidades creés que tenga si no tengo mis dos armas?- se burló Reno- además, demostraste ser mucho mejor de lo que pensaba, creí que serian uno o dos golpes y todo habría terminado, pero no fue así.
-“Qué está diciendo, si tuve ojete nada más. Bueno, me sacó el chakram, pero por lo menos…, por los menos…, no puedo pensar un lado bueno para esto. Si con uno era letal con dos va a ser súper letal o algo así. Tengo que dejar de pensar estas cosas…”
-Pidgeys tornado y vos graveler lanza rocas al tornado. Si ese hijo de su madre lo toca quiero que quede destrozado. Ustedes bayleef, houndour usen hojas navajas y ascuas para llevarlo hasta el tornado. ¡Ahora ataquen!- les ordenó a sus pokemon.

Los pajaritos comenzaron a volar trazando un circulo uno detrás del otro a una velocidad infernar. Un viento fuerte se levantó por el rápido vuelo de las aves, Satoshi tuvo que sostenerse la gorra con una mano y taparse la cara con la otra ya que el aire le daba directamente en los ojos y le obstruía la visión. Unos segundos después un pequeño tornado se había creado frente a ellos que succionaba todo lo que tenía cerca. Los pidgey tuvieron que resguardarse detrás del pesado graveler para no ser absorbidos. Bayleef y houndour se mantenían en pie, aunque este último al ser mucho más liviano le costaba horrores resistirse al feroz viento.

Rápidamente el gran pokemon de roca chocó sus puños y comenzó a golpear el suelo sacando grandes pedruscos para luego arrojarlos a la masa de aire. Se había vuelto toda una fuerza destructiva de temer aquella cosa.

Reno observó como el ataque se dirigía hacia él, no podía notarse preocupación alguna en su mirada, es más, seguía sonriendo aún más que antes.

-¡Defendete de eso pelotudo!- le gritó Satoshi que ahora se aferraba a bayleef para no salir volando.
-Me la estas poniendo difícil kid, la verdad que sí- dijo mientras se agachaba un poco y preparaba cada disco.
El tornado se acercaba imponentemente hacia Reno que hizo el ademan para lanzar ambas armas.
-¡Ahora ascuas y hojas navaja! ¡No lo dejen que ataque!- les ordenó a sus pokemon.

Bayleef agitó la gran hoja de su cabeza y decenas de misiles vegetales fueron disparados hacia Reno, mientras que Houndour abrió su boca y comenzó a escupir pequeñas bolas de fuego.

Debido a los ataques de los pokemon Reno no pudo lanzar sus armas y se vio obligado a esquivar con un salto de mariposa ambos ataques. Su cuerpo voló por el aire y las hojas y el fuego cruzaron por debajo y encima de él. Su agilidad asustaba, pero Satoshi ya tenía considerado esto. Volvió a ponerse en posición de ataque, pero nuevamente se vio obligado a esquivar los ataques de los pokemon hierba y fuego. El tornado viajaba lento, pero seguro y en el momento que impactara el chico sabia que ningún humano podría quedaría en pie ante tal ataque.
-Interesante estrategia, hacerme esquivar para que no pueda evadir el tornado de rocas. Muy ingenioso. Aunque lamento decirte que vas a perder igual.

Reno rebosaba de confianza aunque esquivar cada ataque le pedía una gran cantidad de esfuerzo y poco a poco lo iban arrinconando contra una de las esquinas de la prisión de cristal.

-“Ya casi te tengo. Solo un poco más, solo un poco más…- pensaba desesperadamente Satoshi. Si esto no funcionaba la iba a tener difícil porque su lista de ideas no era mucho más grande.
Reno volvió a esquivar una y otra vez sin dificultad, aunque varias hojas habían impactado en su ropa causando varios cortes por los cuales había perdido media corbata.

-“Solo un poquito más…”- su corazón latía intensamente por la adrenalina.

Solo bastaron dos ataques más para encerrarlo por completo. Había chocado contra una pared y ya no tenía ningún lugar a donde huir.

-“Estas acabado”- pensó con una sonrisa victoriosa.

Los dos poderosos ataques de fuego y hierba se dirigían a un indefenso Reno que ahora se había quedado sin espacio para evadir. Justo cuando iban a impactar, éste saltó esquivando las hojas.
-“No importa, ahora no tiene forma de evadir las ascuas…”
Satoshi había cantado victoria demasiado rápido. Mientras estaba en el aire Reno giró su cuerpo horizontalmente y pateo una de las paredes impulsándose lo suficiente para evadir las bolas de fuego.
-“Mierda, es un maldito mono el hijo de puta”- maldijo para sus adentros
Entonces el hombre vio su oportunidad y lanzó ambos discos hacia Satoshi que había abandonado el escudo de roca que hacia su graveler.

-¡Al fin lo que estaba esperando! ¡Bayleef reflejo!- le gritó con todas sus fuerzas a su pokemon.
La criatura cerró sus ojos fuertemente y los abrió mostrando un resplandor azul. Una pequeña pared transparente, igual a las que los encerraban, apareció enfrente de los chakram de Reno que apenas se habían alejado de él. Ambos rebotaron en el reflejo del dinosaurio verde y volvieron inmediatamente hacia su dueño que ahora estaba completamente indefenso a solo unos centímetros del piso. Como Satoshi lo esperaba, impactaron de lleno seguido del gran tornado de rocas que lo succiono por completo. La victoria estaba decantada.

-¡¡¡Muy bien Satoshi, lo lograste, le ganaste a ese tipo!!!- gritó intensamente Kato mientras golpeaba con ambas manos el cristal causando un sonido ahogado.

El chico victorioso cayó al piso de golpe, de verdad lo había logrado. Ahora contemplaba el tornado que contenía al que antes había sido su oponente. Apenas podía verse dentro por la cantidad te pedruscos y tierra que daban vueltas sin cesar.

-Bien hecho equipo, sin ustedes no hubiese sido posible.

Ambos pidgey graznaron felizmente, graveler golpeo sus puños y flexiono ambos brazos mostrando lo que parecían ser músculos, Bayleef, como su pokemon más antiguo, se acercó y acurrucó junto a su entrenador. Houndour era un pokemon muy orgulloso por lo que giró la cabeza en señal de rechazo, pensando que él no podía ser derrotado, por lo que los halagos estaban de más.

-Bueno, ya terminó todo. Ahora déjenme salir- les dijo a Mitsuki y Ralph.
-¿Estás seguro que terminó?, por qué no miras otra vez- le contestó Mitsuki que ahora estaba sentada en el escritorio que otrora había ocupado Reno.
-Ya lo derroté, ninguna persona puede salir de pie de...

Satoshi dejó de hablar cuando el tornado empezó a ser devorado poco a poco por un tipo de material cristalino y transparente. Desde el piso, el hielo comenzó a subir hasta la punta del ataque hasta que se transformó al tornado por completo en una hermosa escultura cristalina y azulada. De pronto el hielo comenzó a quebrajarse.

Primero era una pequeña grieta que comenzó a ascender y después decenas de grietas se abrían paso por todo el cono de hielo, hasta que este estalló por completo y miles de pequeños granizos fueron expulsados por toda la habitación. Las piedras golpeaban en todas las paredes rebotando por todos lados y chocando con los pokemon de Satoshi, pero eran demasiado pequeñas para causar un daño significante. Igualmente todos menos Bayleef se encontraban detrás del gran pokemon de roca por lo que no sintieron el impacto.

Ahora un Reno todo desarreglado se sacudía la ropa con ambas manos sacándose la tierra de encima. Apenas
parecía afectado por el gran ataque que había preparado Satoshi, aunque sus manos sangraban un poco por alguna razón. Ahora tenía los goggles puestos que seguramente los había usado para poder ver dentro de la tormenta de arena.

El chico estaba boquiabierto en el suelo sin poder creer como semejante ataque no lo había dañado. Había sido su mejor estrategia hasta le fecha y no provocó casi ningún rasguño. ¿De qué mierda estaba hecho ese tipo? No pudo evitar pensar. Ya no tenía más trucos, su ataque más poderoso había fallado.

-¡¿Cómo puede ser?! ¡Ese tipo es un monstruo!- gritó Kato.
-Uff, eso estuvo cerca. Te digo que pensé que no la contaba- dijo Reno mientras terminaba de acomodarse el maltrecho traje.

Su pelo color azul, ahora todo desordenado, le cubría la cara. Con su mano lo tiró hacia atrás como pudo y trato de peinarlo un poco con ambas, pero era completamente inútil, eso no era un pelo, era un desastre.
Entonces vio su corbata cortada y no pudo evitar lamentarse.

-Esta era mi única corbata y mi favorita. Bueno ahora que lo pienso, cómo puedo elegir una favorita si solo tengo una…, pero bueno vos entendés el punto- comentó mientras levantaba el pedazo que le habían cortado y se la guardaba en un bolsillo.

Satoshi tragó saliva y se puso de pie sin saber que hacer ahora que no tenía ningún plan de respaldo.

-¿Cómo es que no te golpearon mis ataques? ¿Acaso falle o algo? Y ¿Cómo congelaste el tornado sin un pokemon?- preguntó seriamente el chico.
-Wow, wow, wow. Son demasiadas preguntas para alguien tan pequeño- rio- Pero bueno, déjame decirte que me sorprendiste con ese movimiento. Un ataque con doble distracción y una carta bajo la manga. Me saco el sombrero ante vos Satoshi ¿Lo dije bien?, bueno lo haría… si tuviera uno.
-Contestá mi pregunta- le repitió el chico.
-Está bien, no te enojes- rió Reno- Mirá realmente no pude esquivar nada me tomaste muy por sorpresa. Tuve que sacrificar mis manos para atrapar ambos chakrams antes de que me golpearan- le dijo mientras le mostraba como ambas palmas estaban completamente desgarradas- Por eso no me golpearon, si no seguramente ahora estaría en el piso pidiendo auxilio o algo por el estilo.

Satoshi estaba completamente sorprendido. El reflejo de bayleef se había materializado apenas milésimas de segundo después de que él había lanzado los discos por lo que atraparlos a esa distancia… requería una velocidad de reacción sobrehumana, pero él lo había hecho sin problemas. Definitivamente estaba en otra liga. No quería imaginarse que clase de poder tendría uno de sus pokemon, si ya él solo, era así de fuerte.

-Eso no responde a lo del tornado- le contestó Satoshi con la mejor cara de póker que pudo poner.
-A eso iba, que impaciente… Fue todo gracias a estas bellezas- respondió alzando con una mueca de dolor ambos chakrams.
-Si son solo armas. ¿Cómo crearon hielo?- le preguntó intrigado.
-Ah, pero son armas muy especiales. Solo hay nueve más como estas en todo el mundo, aunque ninguna otra que sea un chakram. Se les llama armas del génesis.
-¿Armas del génesis?- repitió intrigado.
-Exacto. Las armas del génesis son legendarias o algo así, se dice que fueron un regalo de los creadores Caos y Order hacia los humanos para terminar la guerra en contra de los pokemon que hubo hace mil años. Pero en realidad yo no creo un comino en esas cosas de dioses, aunque admito que controlar un elemento no es algo normal- rió por lo bajo.

Entonces la mente de Satoshi viajo al pasado. Viajo a aquel bosque en el que había estado a punto de morir hacia solo unas semanas.

-¿De dónde sacaste esas cosas?- le preguntó Satoshi a Ryuji que intentaba leer un libro titulado “comportamiento habituales de los arácnidos”.
-Interesante, muy interesante- dijo Ryuji para sí mismo.
-Hey, te estoy hablando- le reprochó Satoshi.
-Disculpá, estaba enfrascado en este libro. ¿Sabía que esta es la época de apareamiento de los ariados?, yo también me enojaría si estuviera haciendo mis cosas y un par de chicos me interrumpieran.
-Si… lo que sea…- le contestó arrastrando las palabras- Entonces las espadas esas…- dijo haciendo un ademan para que prosiguiera.
-Se las saqué a mi viejo del almacén. Hace algunos años un hombre algo viejo pasó por el negocio que quería cambiarlas por algo de comida. Cuando mi viejo las vio, le parecio extraño que alguien quisiera venderlas, estaban en un excelente estado y valían mucho más que unos cuantos sacos de arroz. Pero el hombre se limitó a decir que le traían malos recuerdos y quería deshacerse ellas. Le advirtió que nunca las acercara al fuego si no quería causar un incendio. De más está decir que mi viejo jamás entendió que quizo decir con eso, por lo que obviamente un día las metió en la chimenea de casa para ver qué pasaba. Y bueno… lo demás es historia. Por alguna razón el metal absorbe el fuego y lo controla de alguna manera, pero sinceramente no sé muy bien cómo funciona.
-Pero vos le ordenaste a Flame que lanzara un fuego fatuo para encenderlas ¿No es así?- le preguntó mientras observaba a Flame pelear por una manzana con Bayleef.
-Si… bueno…, en realidad no estaba seguro que funcionase- dijo rascándose la cabeza nerviosamente.
-Ósea, que estemos vivos ahora es cuestión de suerte… genial…- suspiró Satoshi.

-“Esas armas deben ser las mismas que tiene Saito…”- razonó.
-Bueno si no tenés más preguntas, creo que es momento de terminar con esto- dijo mientras metía la mano dentro de su saco y sacaba dos pokebolas. Extendió la mano y las soltó al suelo liberando su contenido. La típica luz blanca fue despedida por ambas esferas materializando a dos pokemon. Uno era un gran pato azul, bípedo que poseía una pequeña gema roja en la frente que resplandecía fuertemente. En sus patas y manos tenía tres dedos unidos por una membrana que lo ayudaba a nadar más rápidamente.

El otro era un gigantesco oso blanco de casi tres metros que lanzaba un viento helado con cada respiración. De sus fauces salían varios picos de hielo que parecían dientes enormes. Era tan grande que su cabeza tocaba el techo de la habitación de cristal.

Satoshi no dudó en sacar su pokedex y apuntar a ambos pokemon para saber a lo que se estaba enfrentado. Sus miedos se habían hecho realidad esos pokemon se veían terriblemente poderosos.

“Golduck, Pokemon pato. Forma evolucionada de Psyduck. Golduck es experto en usar sus membranosas manos y pies, eso le convierte en el Pokémon nadador más rápido de todos. Sus grandes poderes psíquicos lo convierten en un pokemon de cuidado.”

“Beartic, pokemon oso ártico. El aliento helado de Beartic puede crear colmillos y garras de hielo que usa para cazar a sus presas. Son grandes nadadores por lo que se alimentan mayormente de pokemon acuáticos. Extremadamente peligroso. Vive en las zonas heladas del norte de Unova.”

-Te quiero presentar a Donald y Teddy. ¿Son lindos no?- comentó mientras beartic lanzaba un rugido que hubiese intimidado al más valiente charizard. Por su lado golduck permanecía callado.

Ambos chakram comenzaron a crecer exponencialmente con cada giro, hasta que midieron casi un metro de diámetro. Las púas dieron acto de aparición cuando tomaron el máximo tamaño posible.

-Vamos, equipo nosotros podemos contra esas cosas, sea lo que sea que nos tiren- les dijo lo más confiado que pudo a sus pokemon. Pero la mano de la pokedex le temblaba y no podía dejar de mirar los datos que ahora mostraba:

Golduck Nivel 100
Beartic Nivel 100

El miedo le recorría la espalda a Satoshi, un miedo que jamás había sentido antes. Eran los pokemon más poderosos que había visto en su vida, nada se comparaba al poder de esas cosas.

Reno levantó un chakram hacia sus pokemon que ahora se reflejaban en el hielo de dentro y el otro hacia Satoshi y su equipo. El hombre asintió y golduck tomó una gran cantidad de aire, así también como beartic. Golduck abrió la boca y disparo un gran láser azul y blanco que congeló todo el piso por el que pasaba. Beartic en cambio lanzó de sus fauces una cantidad exagerada de granizo, nieve y hielo que destruyó por completo varios reflejos que tenía cerca. Pero los devastadores ataques no estaban dirigidos hacia sus oponentes, si no que fueron disparados hacia el gran chakram que ahora parecía un espejo mediano en las manos de Reno. El espejo de cristal comenzó a brillar con un fuerte blanco y literalmente se tragó ambos ataques. Entonces el otro chakram comenzó a brillar también con el mismo color blanco intenso cada vez más y más.

-¡Sea lo que sea hay que defendernos!, ¡bayleef pantalla de luz!, ¡Graveler riso defensa! ¡Los demás, escóndanse detrás de Graveler y Bayleef!, ¡Avancemos ahora, antes que disparen esa cosa!- les gritó a sus pokemon que obedecieron inmediatamente.
Todos corrieron hacia Reno con una mínima esperanza de poder detener el ataque antes de que saliera.
-Ex frost- susurró Reno.

El chakram brilló intensamente cada vez más hasta que luz fue tan poderosa que el arma expulsó el ataque. Un láser azul de proporciones descomunales fue disparado, alrededor de veinte veces más grande que el rayo de hielo anterior que había realizado el golduck junto con el la tormenta de nieve que ahora llevaba cientos de picos helados listo para atravesar a cualquier cosa. Por ultimo pilares y pilares de hielo comenzaron a crecer de la nada en el suelo, creando un camino que se dirigía hacia Satoshi. El ataque cubría absolutamente toda la habitación por lo que no había posibilidad de escapar.

Satoshi avanzaba gritando junto con sus pokemon mientras la pantalla de luz que había creado bayleef era destrozada en pedazos.

Al ver esto el graveler del chico dio media vuelta y abrazo a Satoshi cubriéndolo con su cuerpo. Ambos pidgey volaron hasta donde estaba la roca y cubrieron los espacios que sus brazos no alcanzaban a tapar. Houndour abrió la boca y lanzó su mejor ataque de ascuas hacia graveler que comenzó a calentarse intensamente hasta que tomó un tono rojizo. Bayleef sabía que también tenía que proteger a su entrenador y junto todas sus fuerzas restantes para crear no una, ni dos, si no cinco pantallas de luz que crearon una gran pared amarilla enfrente de la roca.

Ninguno iba a dejar que le pasara algo a Satoshi incluso si tenían que perder sus vidas para protegerlo.

El ex frost pulverizó por completo cada reflejo de la sala de cristal, los cuales desaparecieron al instante noqueando a los dos pokemon psíquicos que mantenían el ataque, chocó con la defensa de bayleef y ahí se detuvo por unos segundos. La fuerza de voluntad que realizaba el pokemon vegetal para mantener la pared era indescriptible, pocos pokemon en la historia habrían podido contener tal ataque aunque sea unos segundos, pero bayleef sabia que en el momento en que su defensa flaqueara seria el final de todo. Poco a poco las paredes de luz fueron agrietándose y con cada segundo que pasaba el hielo ganaba más terreno.

-¡Déjenme, tengo que ir a ayudarla!- gritaba desesperadamente Satoshi tratando de liberarse del fuerte agarre de su graveler. El pokemon roca no lo soltaba, tenía que protegerlo a toda costa.

Finalmente el pokemon no pudo resistir más y el ex frost destruyó en pedazos las paredes de luz y avanzó hasta consumir por completo la figura de bayleef, houndour y el escudo de pokemon que protegían a Satoshi. Siguió su camino hasta destrozar por completo la última pared de reflejos que quedaba en pie. Kato corrió desesperadamente hacia un lado esquivando el ataque por muy poco. Ahora se dirigía a los entrenadores que estaban inmóviles del miedo en un extremo de la habitación.

De pronto una niebla violeta se interpuso en el camino de sus víctimas. Morty salió de dentro de ella con su pokemon fantasma gengar. Rápidamente lanzó una pokebola que liberó a una especie de dama con un gran vestido blanco y cabello corto y verde.

-¡Gardevoir, Gengar, black hole ahora!- les ordenó a sus pokemon.
Ambos monstruos y entrenador juntaron sus manos para luego enfrentarlas a las del otro, dejando un gran espacio en el que comenzó a surgir un pequeño vórtice negro. La pequeña anomalía comenzó a crecer hasta medir unos escasos cincuenta centímetros. Ahora solo ese pequeño vórtice se interponía entre el ataque de hielo y los entrenadores.

Cuando el ex frost chocó con el black hole en miniatura comenzó a ser absorbido rápidamente como si fuese un montón de tierra siendo aspirada, aunque de una manera más peculiar. Aunque el pequeño vórtice apenas tenía una decima parte del tamaño del ataque, de alguna manera lograba que todo el hielo convergiera en él y fuese succionado. Unos segundos más tarde el ex frost fue consumido por completo, el vórtice había desaparecido y tanto pokemon como entrenador respiraban agitados por el gran esfuerzo que les había tomado mantener el ataque.

-Uff, cuantos años pasaron desde la última vez que tuve que usar eso… no recordaba la energía que precisaba- dijo Morty tomando aire –Siempre es un gusto verte Reno- comentó sarcásticamente.
-Igualmente Morty. Ya me preguntaba por qué todavía no habías aparecido, ¿no estás demasiado viejo ya para encargarte de estas cosas?- se burló.
-Dicen que los cuarenta son los nuevos veinte, así que todavía me queda tiempo para limpiar las sabandijas como vos. Me entere lo de tu abuelo, una lástima realmente- dijo con aires de superioridad.
-No te atrevas a mencionar su nombre- le advirtió.
-Pryce se avergonzaría de vos en estos momentos- le reprochó.

Morty caminó hasta donde se encontraba un gran bloque de hielo y le pidió a su gengar que lo derritiera. El pokemon encendió su puño en llamas y golpeo el hielo derritiéndolo en segundos. Dentro estaban un graveler completamente congelado y dos pidgeys inertes, cubiertos de nieve y aferrados fuertemente a un chico completamente pálido y casi inconsciente.

-Ayuda a bayleef y los demás, por favor, te lo suplico…- susurró antes de perder el conocimiento.
-Dalo por hecho- le respondió Morty aunque ya no pudiese escucharlo.
Bayleef yacía en el piso completamente inconsciente a solo unos metros. Su piel había perdido su característico verde y lo había cambiado por un azul pálido. Le costaba trabajo respirar, pero seguía viva.

Ryuji se escabullía por los pasillos del centro mientras sostenía el bokken de su cinturón con una mano y haciendo el mínimo ruido posible para pasar desapercibido. No quería perder el tiempo en batallas inútiles. Era una carrera contra el reloj ya que no sabía hasta cuando tiempo los de traje iban a mantener una actitud tan controlada ya que estaban hablando de personas que hacían estallar un casa por el solo hecho de atrapar un pokemon.

Sacó el pokegear de su bolsillo para ver una vez el mapa del lugar. Apenas podía guiarse con lo que veía al andar, todos los pasillos lucían igual y no podía encontrar ningún cosa que le hiciera distinguir si estaba en la dirección correcta ya que los carteles holográficos que daban indicaciones estaban apagados por lo que era muy fácil perderse.

Usando una función del pokegear activo el pequeño audífono que le había entregado Sara antes de salir, esperando hablar con Saito y preguntarle cómo se encontraba. Habían pasado varios minutos desde que se habían separado y estaba preocupado por la seguridad de su amigo.

Intentó llamar una vez, escuchó un sonido y espero pacientemente, pero Saito no respondió. Lo intentó una, dos, tres veces y no recibía respuesta. Finalmente se dio por vencido deduciendo que el dispositivo funcionaba mal o algo por el estilo, para su sorpresa la voz de Saito finalmente pudo escucharse.

-¿Hola?, probando, probando… yo sabía que esta mierda no iba a funcionara. Cuando me encuentre con Sara otra vez le voy a…
- Funciona vos sos el boludo que no lo sabes usar- lo interrumpió Ryuji.
-¿Ryuji sos vos?- preguntó Saito sorprendido.
-¿Quién mas puede ser?, ¿pudiste terminar con los tipos esos?- le preguntó.
-Me costó un poco, pero sí. ¿A que no sabés?, ¡Encontré Sharp y a Spike! Bueno… como ellos me encontraron. Igual, eso es bueno, ahora tengo refuerzos al menos. Pudiste encontrar el almacén.
-Todavía no, pero estoy muy cerca. Según el mapa está a solo unos metros- le contestó mientras guardaba el pokegear y seguía corriendo.

Dobló una esquina y vio a lo lejos como dos hombres de traje custodiaban una puerta. Sabía que ese era el lugar.

-Lo encontré, aunque está custodiada por dos tipos- le dijo a Saito.
-¿Podés con eso?- le preguntó preocupado.
-No es problema.

Ryuji sacó de dentro de su mochila una pequeña bola violeta y la lanzó hacia los hombres. Ambos miraron con intriga mientras la bola rodaba lentamente y chocaba sus pies. De pronto el objeto comenzó a expulsar una cantidad de humo exuberante ocultando toda la sala y haciendo toser a ambas personas. Ryuji aprovechó la oportunidad y corrió hasta la nube de humo violeta y golpeó a ambos en la nuca con su bokken dejándolos inconscientes sin problemas.

La puerta automática y entro en la sala donde todos los pokemon estaban almacenados.

-Tengo una noticia buena y otra mala- le contó a Saito a través del audífono.
-Las buenas primero- le respondió el chico.
-Las buenas son que logre entrar al almacén de los pokemon sin que me descubrieran
-Eso es genial Ryuji, ¿Cuáles son las malas?
-Las malas son que no hay ninguna pokebola acá- dijo inspeccionando las estanterías vacías.
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Última edición por ASHLEY el Viernes 2 Febrero 2018 8:33 pm, editado 1 vez en total.
Estas aburrida/o y ya te cansaste de leer las mismas boludeces de siempre, bueno una mas no te va a hacer daño.
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Re: Cuchillas de Amistad

Mensaje por ASHLEY »

Update con ArtWork porque puedo. Bueno tenemos por primera vez un dibujo de la serie. Les presento a:

Reno

[spoiler]Imagen[/spoiler]
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Última edición por ASHLEY el Viernes 2 Febrero 2018 8:52 pm, editado 1 vez en total.
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Re: Cuchillas de Amistad

Mensaje por ASHLEY »

Volvi, despues de 5 meses mas o menos. Ya se... no me tiren con nada. Le faltan banda de acentos por que solo le pase el caza faltas... perdon por eso pero sinceramente cero ganas de minuciosamente, me voy a volver pelotudo si no. Disfrutenlo.

Capitulo 13: Asalto al centro pokemon, parte 2

Saito le hablaba a la nada mientras apretaba su oreja izquierda con un mano en un intento de cambiar las palabras que Ryuji le había dicho hacia unos segundos.
-¿Cómo que no hay nada?- dijo exaltado- Revisaste bien el mapa y decía que los pokemon tenían que estar guardados ahí, no creo que no hayamos equivocado…- murmuró el joven.
-Yo tampoco, las estanterías que tendrían que estar llenas de pokebolas están vacías. No nos equivocamos, alguien movió las pokebolas o algo. No estoy seguro, pero estamos en un problema. Sin esos pokemon no tenemos muchas chances de correr a los tipos del centro sin arriesgarnos el cuello.- Hablaba mientras revisaba por enésima vez cada repisa en busca de alguna pista, algo que le dijera que les había pasado a las pokebolas perdidas.

-¿Entonces qué hacemos?- le preguntó el adolescente.
-…..
-¿Ryuji?- volvió a insistir al no recibir respuesta
-….
-¡Ryuji la puta madre, te estoy hablando!- le gritó eufórico al ver que lo ignoraba.
-Podes aguantar cinco segundos, estoy pensando- le contestó finalmente.

Ryuji metió la mano en su bolsillo sacando así su pokegear. Apretó unos botones haciendo aparecer el mapa holográfico de capítulos anteriores. Pasando la mano por el holograma, cambiaba cada habitación que inspeccionaba detalladamente buscando el indicio que los llevara a los pokemon perdidos. Entonces cuando observaba por decima vez una habitación sus ojos se abrieron de par en par.
-Los pokemon no están porque fueron trasportados a otro lado- dijo observando la maquina que tenía enfrente. Unas grandes mangueras salían de ella, se conectaban a una cinta transportadora.
Al ver que su amigo no entendía de lo que estaba hablando, trató de explicar más detalladamente.

-No estoy seguro como funciona, pero parece que esta máquina envía los pokemon a otro lado- el joven se acercó para inspeccionar el aparato tocando una parte de la manguera- está caliente, parece que la usaron hace poco.

-Entonces busquemos a que habitación del centro las llevaron, no es tan difícil.
-No entendés, creo que ni siquiera están en esta ciudad, si no que las teletransportaron a otro centro o algo por el estilo- un miedo en su voz podía notarse, su plan se había ido por el inodoro.

-Estamos jodidos
-Más o menos- le confirmo lo más tranquilo el pelirrojo.
- Entonces va a tener que ser old school me parece
-No creo que funcione muy bien eso- dijo sarcásticamente con una sonrisa que Saito no podía ver.
- Ya les ganamos a varios, no pueden quedar muchos más. Además tampoco es que sean tan fuertes- se jactó el chico.
-Sí pudieron con el S.P.E.A.T (special pokemon squadron and tactics), no creo que nosotros seamos una mayor amenaza. Creo que solo dimos con la punta del iceberg, los tipos con los que nos enfrentamos apenas eran más fuertes que algún matón de calle.
-Habla por vos mismo, a mi casi me desintegran dos dinosaurios robot. No fue como un paseo en el parque que digamos. Pero, por lo menos con Sharp y Spike, tenemos una oportunidad.
-¿Sharp y Spike?- preguntó.
-Sí, aparecieron de la nada y me salvaron de los robots. SI no hubiese sido por ellos, estaría muerto.
-Parece que les estas agarrando cariño- lo molestó.
-Supongo, pero no dejan de ser bichos raros para mi.- Sharp le lanzó una mirada asesina y Spike solamente se cruzó de garras y giró la mirada.
-Ahora se ofenden, lo que me faltaba
-Dales tiempo- rio Ryuji y suspiró- el problema es que nos quedamos sin ningún plan.
-No importa lo hacemos a la antigua, no nos queda otra. Si atacamos desde dos lados diferentes y con tus bombas de humo, tenemos que tener una chance de ganar.
-Si vos lo decís- dijo aceptando la mentira de su amigo.
-Vamos a donde está el quilombo de una vez y terminemos con esto.

El líder de gimnasio tomó en sus brazos al congelado Satoshi y lo llevo a un sillón lejano para dejarlo descansar mientras le pedía a Kato que lo cuidara. Gardevoir levitó a Bayleef y sus otros pokemon junto su entrenador e inmediatamente Morty saco de su bolsillo unos pequeños espray que vacio en los pokemon inconscientes del chico sin poder creer el estado deplorable en el que estaban. Seguramente alguno de ellos no lo lograría, no pudo evitar pensar.

-Si ya terminaste del limpiar la cancha, ¿podemos terminar con esto?- se rio Reno.
-No puedo creer que te hayas rebajado a este nivel- dijo decepcionado.
-La inflación cambia a la gente. Me gano la vida como puedo- se burló.
-Pryce estaría decepcionado de vos. El era un gran hombre ¿Cómo podes hacerle eso a su memoria?
-El viejo esta muerto y ustedes se encargaron de eso.
-Nosotros no hicimos nada de eso y lo sabes.
-Lo dejaron que se pudriera solo y sin un dólar en el bolsillo. Pero supongo que así es como la liga maneja a sus retirados, como basura.
-¡SABIA QUE LO CONOCIA! ¡ES EL NIETO DE PRYCE, EL MEJOR LIDER DE GIMNASIO QUE TUVO MAHOGANY!- gritó Kato sorprendido.
-Decilo más fuerte, creo que en la otra cuadra no te escucharon- suspiro- Nunca fui muy apegado al viejo, así que no sé porque estoy diciendo esto. Solo me llena las bolas que un hipócrita como vos me venga a dar sermones.
-Yo no tuve nada que ver con lo que le paso a Pryce.
-Aunque tampoco hiciste mucho que digamos. Terminemos con esto, ¿querés? No tengo tiempo para estas trivialidades de todas maneras.
-¡NO! ¿Por qué estás haciendo esto, decímelo?- le preguntó Morty irritado.
-Dinero, ¿Qué más puede ser?- dijo encogiéndose de hombros con una sonrisa.
-¡Deja de tomarme el pelo! ¡Decía…
De pronto el líder sintió un dolor punzante en el hombre. Cuando giró a ver, un pequeño cuchillo se había clavado. Con la mano extendida la mujer de cabello verde lo veía con desprecio.
-Qué carajo te importa, ¿no te dijo ya el por qué?- dijo la mujer que acompañaba a Reno.
-¿Por qué hiciste eso Mitsuki?- La chica lo miró extrañada, como cualquier persona normal lo hubiese hecho si la regañaran por atacar a un enemigo. -¿Por qué no apuntaste al cuello?- le dijo seriamente.
Mitsuki rió una vez más.
-Lo hice, pero vos sabes la mala puntería que tengo- respondió mientras jugaba con una daga entre sus dedos.
Morty sacó la daga enterrada en su hombro y la lanzó al piso mientras un gesto de dolor aparecía en su cara mientras el acero iba abandonando su piel. Esta hizo un sonido metálico vibrante que se mantuvo unos segundos hasta que se desvaneció. El piso se manchó con un poco de la sangre del entrenador.
-Bien será por las malas- dijo mientras se sostenía donde tenía la herida- Gengar, nightmare- le ordenó a su pokemon.
El fantasma rió malévolamente mientras el sonido de sus carcajadas inundaban todo el ambiente.

-Mitsuki, esto se va a poner feo. Ejecutemos el plan de respaldo- le dijo mientras veía como el fantasma se preparaba para lanzar su ataque y la mujer desaparecía de la vista como si de otro espectro se tratara.
-Siempre me toca a mi hacer estos trabajos de mierda- refunfuño- ¿Por qué no enviás a Ralph?, es el más el inútil de todos los generales.
La cara de Ralph había pasado de un color blanco claro o un rojo tomate con esta ultimo. Intentó responder, pero apenas podía articular palabra alguna. Solo podía emitir sonidos como: Vos, grr, matar entre otras cosas.
-Después de que fue vencido por un chico de diez años, no le tengo mucha confianza por ahora. Disculpa Ralph, pero me atengo a los hechos- dijo encogiéndose de hombros.
Mitsuki aceptó la tarea de una vez y desapareció de la vista en un abrir y cerrar de ojos como si la nada se la hubiese tragado.
Entonces la oscuridad se apodero de la habitación por completo. La luz de las lámparas fluorescentes y pantallas holográficas que había en el centro no solo habían desaparecido si no que todo objeto físico también la había hecho.
Reno miró a su alrededor y no pudo ver nada más que negro, aunque sabía que estaba en el centro pokemon y Ralph estaba solo a unos metros no podía ver nada mas que a sí mismo. Había sido aislado del mundo como lo conocía y encarcelado en una prisión de oscuridad eterna en la que las distancias y el mundo físico no existían.
-Es el mejor ataque de Nighmare que he visto, tengo que admitirlo Morty- le gritó Reno a la nada.
Morty, desde su punto de vista, observaba como un pequeño domo negro había envuelto a sus oponentes. Y ordenó con un ademan a su pokemon que concluyera el ataque.
Cientos de hoyos comenzaron a aparecer por toda su superficie. Reno sintió como algo paso a toda velocidad a su lado y se clavaba al suelo a solo a unos centímetros de él. Cuando giró pudo ver en la oscuridad una gran púa negra unida a la oscuridad. De pronto otra más caía del techo y casi lo ensartaba si no hubiese hecho un roll hacia adelante. El verdadero ataque comenzó y cientos de púas en todas las direcciones comenzaron a atacarlo por todos los lados y ángulos posibles. La gran agilidad de Reno le permitía a duras penas esquivar los ataques realizando todo tipo de piruetas y contorciones extrañas, pero cuando uno de las púas doblo noventa grados en medio vuelo para atacarlo, sus reflejos no dieron abasto y le perforaron un hombro.
-“Estamos a mano supongo”- no pudo evitar pensar.
El ataque era devastador por más que corrió en línea recta por más de cinco minutos no podía salir del domo. Parecía un espacio sin fin.
Varios gritos pudieron escucharse desde donde estaba.
Reno giró para ver si los pilares oscuros todavía estaban detrás de él y se sorprendió al ver que no solo lo seguían, si no que una pared de púas de quilómetros de largo lo perseguía a toda velocidad. Volvió la vista al frente solo para descubrir que otra cantidad similar avanzaba hacia él. Lo único que pudo hacer fue detenerse y sentarse de piernas cruzadas en el suelo mientras la sangre se escurría de su herida. Sonrió levemente.
Morty sin ninguna expresión observaba el domo junto a sus dos pokemon, mientras gengar reía frenéticamente.
Un pequeño resplandor rojo comenzó a surgir de dentro del iglú negro que fue creciendo cada vez más y más hasta que ocupo todo el domo y lo hizo volar en miles de pedazos que cayeron al suelo y se partieron como si de vidrio se tratase. Unos segundos después los trozos desaparecieron y pudo verse la figura del hombre sentado y sonriendo satisfactoriamente.
Reno se encontraba junto a sus pokemon oso y pato. El golduck flotaba en el aire con los ojos encendidos de color rojo. Tenía varias heridas en todo el cuerpo debido al ataque del gengar, pero estaba en pie a diferencia de su compañero peludo que se encontraba tirado en el suelo inconsciente. El pobre no había podido esquivar el ataque. Los dos agentes que habían quedado se encontraban tirados en el piso desmayados con las mismas heridas que el oso. Los ojos de Machamp brillaban con el mismo color rojo que los del pato, aunque estaba terriblemente herido. Una vez que el resplandor se fue cayó inconsciente.
Ralph se encontraba junto al pokemon lucha, respiraba agitadamente y tenía las manos destrozadas. Su pokemon lo protegió lo más que pudo, pero se vio obligado a tener que defenderse con las manos desnudas.
-Excelente uso de prophecy, tengo que admitirlo. Hacía mucho tiempo que nadie destruía así el ataque de gengar.- lo halago Morty.

Nota del autor: Prophecy es un ataque que permite destruir las ilusiones de los fantasmas como también permitir que los pokemon lucha puedan golpearlos aunque sean incorpóreos.

- Gracias, aunque lo teníamos preparado desde un principio. ¿Pensaste que vendríamos a tu ciudad sin tener una forma de hacer frente a tus pokemon?- se jacto- Igualmente es increíble las bajas que tuvimos. Machamp, Teddy, Ralph ya no está en condiciones de pelear y mis últimos dos minions. Pensándolo bien no fue muy buena idea usar la mitad de mi energía en la pelea con el chico ese- dijo observando a un Satoshi que apenas respiraba.
Reno rio alegremente. Era una risa legítima y despreocupada. Disfrutaba la situación por alguna razón.
-Última oportunidad Reno, tira tus pokebolas y entregate. No tiene porque terminar mal.
-Espera, todavía tengo un as bajo la manga. Ustedes los líderes son tan creídos a veces.
Entonces Mitsuki volvió a entrar en la habitación por uno de los pasillos cargando a cuestas a alguien. Se puso al lado de Reno y tiró el cuerpo al suelo.
Morty que hasta ahora no había demostrado ninguna emoción abría los ojos de par en par exaltado. La persona que había traído la chica era Jenny que ahora se encontraba atada de pies y manos y tenía varios golpes en la cara.
-¿Por qué tardaste tant0?
-perdón es que me tope con un obstáculo de camino. Veo que me voy dos segundos y nos bajan a medio team.
-Fue mala suerte, pero si te quedes quedar cerca no me voy a oponer.
-Me tomé la molestia de maquillarla para la ocasión, dijo la chica sacando una daga de su espalda.
-¡Bastarda! ¡¿Qué le hiciste!?- le gritó frenético Morty.
-Abuse un poco de ella antes de traerla, pensé que era obvio. Pero no es nada a lo que voy a hacerle si no guardas a tus pokemon y tiras tus pokebolas.
-Estoy bien Morty, no les des nada- dijo la oficial a duras penas.
Inmediatamente Mitsuki le dio una patada en el estomago y Jenny se retorció del dolor.
Morty guardo sus pokemon y sin dudarlo lanzo su cinturón con pokebolas a los pies de Reno.
-Ahí tenés, dejala tranquila ahora. Esto es entre vos y yo- le dijo conteniendo su furia.
Reno levanto a Jenny y se la lanzó a Morty que la atrapo en el aire y la acurruco en sus brazos. Pasó la mano por su rostro y corrió un mechón de cabello que le cubría la cara.
-Eso es en lo que estas equivocado, el mundo no gira en torno a tu estúpida orden lideres y elites. Y eso es lo que vas a entender dentro de poco.
-Nunca pensé que llegarían a esto, perdóname Jenny- le dijo a la chica que ahora dormía.
-No quería recurrir a un plan tan bajo. Pero es más simple que lidiar con voz. Tenés que admitirlo.
-Nunca te voy a perdonar por esto Reno.- El odio en sus ojos era indescriptible.
-Porque me importa tanto.- dijo sarcásticamente.
Metió la mano en un bolsillo sacando el pequeño llavero en el que se había transformado su arma y volvió a hacer crecer uno de los chakrams.
-Bueno Morty, creeme que no tengo nada en contra tuya, pero sos un gran obstáculo y sacarte de en medio es demasiado tentador para dejarlo pasar.
Reno levantó su arma mientras apuntaba hacia el cuello del líder de gimnasio. Entonces la bajo y todo el mundo quedo en silencio. Ahora el chakram giraba sobre el filo de una espada clavada en la pared.
-Creo que llegamos justo a tiempo, es como una película. El héroe siempre llega tarde- dijo Saito desde la otra parte de la habitación.
-Ahora nos mostramos…, bueno deci que no son tantos.- dijo mirando a las tres personas paradas de traje- parece que ya acabaron con varios antes de que llegásemos.
Sharp y Spike afilaron sus garras.
-Bueno llegaron, pensé que nunca iban a aparecer (?).- dijo Reno confuso.
-¿Quiénes son? Corran antes de que los maten- les dijo Morty.
-Venimos a ayudar. No te preocupes.- le contestó Ryuji tranquilamente.
-¡Váyanse de acá, no es lugar para un par de pibes!
Saito hecho una mirada general a la sala y vio como en el grupo de chicos del extremo de la habitación había varias clases de personas. Estaban los más pequeños, no más grandes de diez años, que lloraban desconsoladamente. Por otro lado estaban los mas adultos que se dedicaban a mirar con ira a los dos enemigos que quedaban en pie y por ultimo estaban los que simplemente tenían la mirada perdida en algún lado, traumados por haber perdido a sus pokemon.
En el suelo varios de los terroristas descansaban, producto del ataque de Morty o de algún pokemon de entrenadores. Pero lo que llamo más la intención de Saito fue una figura inerte recostada sobre uno de los pocos sillones que quedaban intactos, junto a varios pokemon inconscientes desparramados por el piso cerca de él.
El chico dejo caer la espada junto con la funda de la que recién había lanzado y corrió hasta Satoshi. Tenía la cara blanca y helada como si hubiese estado en una tormenta nevada por horas, cortes por toda su ropa de los cuales se escurrían hilos de sangre y apenas respiraba.
Sus pokemon no estaban mejor que él. Sus coloridos pelajes y pieles habían desaparecido como si alguien hubiese borrado los tonos con una goma y reemplazado por blanco y azul. Pequeños trozos de hielo recorrían los cuerpos tanto de los monstruos y entrenador. Junto a ellos un joven lo protegía celosamente.
-¡No te acerques! ¡No voy a dejar que le pongas una mano encima!- le grito Kato con un cuchillo en la mano. Era demasiado pequeño y tenía un filo dentado, seguramente era el que usaba en el día a día para las cosas cotidianas.
Saito no lo escuchaba, estaba perdido en la cara de su amigo, no podía creer que algo así le hubiese pasado, parecía un cadáver y no el Satoshi que él había conocido. Su expresión de amabilidad y felicidad habían sido reemplazadas por un frío vacio. Parecía que ya no sentía nada.

-¿Lo-lo conocés?- tartamudeo Kato

Como un reflejo acaricio su cabeza. La gorra Satoshi se resbalo y cayó al suelo dejando caer una larga cabellera rubia que llegaba a tocar el piso. El nuevo peinado le daba una expresión más femenina al rostro del chico, casi como si fuese otra persona. Entonces Saito se dio cuenta.
-Es una chica. Porque nunca me lo dijo- murmuro Saito- Cuídala por favor, ¿Cuento con vos?- le preguntó a Kato.
-Claro, pero ¿Quién sos?
-Un amigo.
Kato miro como lentamente se alejaba sin decir una sola palabra mas, sabiendo que al ver los ojos del chico había una ira contenida que le daba miedo de solo pensarlo y lastima del que pudiese cruzarse con el en ese momento.
Saito se acercó nuevamente a Ryuji y a sus pokemon y levantó su arma del suelo.

-Son tres y ese esta herido. Vamos por ese y después nos encargamos de los demás- le dijo Saito- Ustedes dos, cúbrannos con lo que puedan.
El pelirrojo asintió, Sharp lo miró determinado y lanzo un cuchillazo en señal de aprobación y Spike se cruzó de garras y erizó sus espinas.
-Vos viejo, alejate de acá y llevate a esa chica con vos- le ordenó señalando a Jenny que yacía en su brazos.
-No sé quien sos, pero ese hombre que ves ahí no es alguien normal, no vas a poder ganar. Si seguís con esto lo único que vas a lograr es que te maten.

-Puede ser, pero si no lo hago yo ¿Quién lo va a hacer? ¿Esos inútiles de allá?- dijo lanzando una mirada hacia los entrenadores que bajaron la cabeza en vergüenza.

Todos corrieron a una velocidad frenética hacia Ralph que se puso en guardia inmediatamente. Reno no dudo, llamó a su arma que aun giraba sobre la espada y agrandando la otra las lanzó hacia ambos. El topo se interpuso en medio de su trayectoria y estas golpearon contra sus espinas que de alguna forma se habían vuelto tan duras como el acero. Mientras tanto Sharp creaba un pequeño pilar de hielo que bloqueaba los cuchillos de Mitsuki.
Ralph, ahora sin apoyo, lanzó dos puñetazos hacia delante para interceptar a alguno de sus nuevos rivales, pero estos simplemente fallaron mientras los jóvenes lo rodeaban. Mientras tenia los brazos extendidos ambos le dieron un golpe con sus armas a cada uno al mismo tiempo. El resultado fue un sonido de “crack” mientras observaban con las extremidades del hombre se volteaban en un ángulo imposible. Inmediatamente le dieron un golpe en la nuca y cayó completamente derrotado.
-Uno menos, faltan dos.
Reno y Morty miraban asombrados como habían actuado en pocos segundos liberándose de uno de ellos aunque este hubiese sido Ralph. Los entrenadores vitoreaban ahora a Saito y Ryuji que se dirigían contra Mitsuki.
Un rayo amorfo y azul dibujo una línea frente a ellos del cual surgió inmediatamente un muro de hielo deteniéndolos por completo.
-Todos calmados un segundo- dijo Reno deteniendo a su pokemon- No sé quien pansas que somos, pero no tenemos nada en contra tuya y si frenas ahora, no vamos a tener que matarte.
-Lo lamento, pero ya es muy tarde ahora. Ven a esa chica…
-¿Chica?- preguntó Ryuji
-Después te cuento- le contesto- Es un buen amigo, nunca les voy a perdonar lo que hicieron- dijo furioso.
-Hey nosotros no tuvimos nada que ver el se abalanzó sobre nosotros y no nos quedo más que defendernos- le contestó sarcásticamente Reno.
-Van a pagar con sangre
Pero antes de que el chico se lanzara al ataque, Ryuji lo detuvo con una mano.
-Díganme, para que están haciendo esto. ¿Buscan algo en particular?- preguntó Ryuji tranquilamente.
-Es obvio lo que buscan Ryuji, ellos quieren a Sha…- El pelirrojo inmediatamente le tapo la boca.
-Que no te ciegue la ira Saito, estos tipos claramente no tienen ni idea de quienes somos, ni tampoco están al tanto de Sharp. Si jugamos bien nuestras cartas podemos seguir en el anonimato por un tiempo más- le susurró al oído.
Morty los vio intrigado y supo de inmediato que algo escondían.

-¿Que es lo que ganan con esto?- volvió a preguntar.
-Digamos que no nos interesa un centro de morondanga, lo que buscamos podría decirse que es tiempo- contestó Reno.
-Siempre tan boca floja Reno, no sé como llegaste a jefe sinceramente
-Ups, siempre se me escapan estas cosas. Tratar de parecer cool todo el tiempo es agotador- se rio mientras se frotaba la nuca.
-Ya veo- susurró el chico, mientras Morty lo miraba de reojo.
-¡Basta de charla! Van a pagar por lo que le hicieron a Satoshi- dijo Saito no pudiendo resistir su rabia por más tiempo.
Sharp ahora afilaba sus garras mientras varios recuerdos pasaban por su mente, creía que había visto a aquellas personas en algún lado, pero no podía recordar bien en donde algo le nublaba la mente y no entendía por qué. De pronto se vio arrodillado tomándose la cabeza con sus garras. Spike se acercó preocupado para ver qué era lo que le pasaba, pero el gato lo alejó como pudo con un arañazo.
Un hombre, un líquido, burbujas y varios tubos eran las imágenes que se le presentaban. Ahora no podía detener los recuerdos y cada foto mental nueva era una aguja que se le clavaba en la cabeza aumentando el dolor aun más.
Saito ahora lo miraba preocupado y corrió en su ayuda por alguna razón que no podía comprender. No sabía desde cuando le importaba tanto esa criatura, pero ahora estaba a su lado levantándolo del suelo y tomándolo en sus brazos.
Sharp miro a su supuesto entrenador y no vio su rostro, si no otro que le causaba el más inmenso desprecio y terror. Entonces un acto de puros reflejos lanzo un zarpazo a la cara del joven que sin poder verlo venir lo recibió de lleno. Su rostro se lleno de sangre rápidamente. El corte recorría toda la mejilla izquierda hasta el cuello.
Sharp gritaba agitadamente en los brazos del chico como si alguien lo estuviese lastimando seriamente.

El grito ahora había hecho despertar algunos recuerdos de parte de Reno.
-¿Ese no es…?
-No tengo idea, pero es nuestra chance ahora. Deja de pensar, que nunca lo haces, y ataca ahora- le regaño Mitsuki.
-Está bien, está bien no me retes- le dijo mientras ambos se lanzaban al ataque junto al golduck.
Ryuji tomo su espada en ambas manos y se puso en guardia.
-¡Te voy a dar todo el tiempo que pueda, trata de controlar a Sharp! ¡Rápido saca la poción de mi bolsillo!- le dijo desesperado.
-¡El no está herido, fue a mí al que le cortaron la cara! – decía mientras el sneasel seguía pataleando y lanzando zarpazos a la cara del joven.
-¡Es para vos boludo! ¡Al menos te va a detener la hemorragia!
Saito hizo lo que le ordeno y tomando la poción se alejo del campo de batalla unos cuantos pasos junto a Spike que lo acompañó sin dudarlo. Saito le dijo que ayudara a Ryuji en lo que pudiese, pero el pokemon negó con la cabeza. No podía actuar por si mismo necesitaba un entrenador, pero Saito le insistió y el pokemon accedió preocupadamente.
-¡¿Sharp soy yo, no me reconoces?!- le gritó a su pokemon.

Ryuji bloqueo el chakram que Reno ahora usaba cuerpo a cuerpo para atacarlo con su espada que sostenía con ambas manos. Reno intentó atacarlo con el otro, pero no pudo por que el chico se las ingenio para desviar su brazo con una patada improvisada mientras daba un salto hacia atrás con la otra pierna ya que había perdido el punto de apoyo para poder seguir deteniendo el primer chakram. Mientras tanto Mitsuki se puso a sus espaldas y lanzó varios cuchillos mientras el chico estaba en el aire y le era imposible esquivarlos.
Algunos entrenadores gritarle “Detrás tuyo”, pero no tenía tiempo de esquivar las mortales dagas. Spike acudió en su ayuda y con un brillo de su garra golpeo todos los cuchillos que cayeron al suelo con un sonido tintineante. Lo que no pudo ver fue al Golduck que ya había lanzado un rayo de hielo a su posición que dio de lleno en el pobre pokemon que salió despedido hacia una de las paredes cercanas chocando fuertemente. Varias de sus extremidades estaban congeladas , pero intento levantarse con toda su fuerza de voluntad solo para ser rematado por otro rayo de hielo. El pokemon había quedado completamente inconsciente.
-Gracias Spike- susurró Ryuji.

Saito seguía tratando de hacer entrar en razón a su pokemon mientras veía como su Sandslash mordía el polvo. Cerró los ojos fuertemente en su impotencia e intento una vez más.
-¡Vamos Sharp, recordá las cosas que vivimos juntos, ese bosque de mierda que trato de matarnos, como le ganamos al pelado que destruyo mi casa, el viaje que hicimos!- Sharp no reaccionaba- No solo estoy haciendo esto por mi hermana, también lo hago por vos. Antes de esto nunca pensé que iba a tener un pokemon. Pensaba que la gente los usaba como herramientas nada más y aun lo hago, pero yo no te veo como eso ¡Vos sos mi amigo Sharp! ¡Somos amigos!

Por un segundo el pokemon recordó la tranquilidad de la sombra de un árbol y una persona que le sonreía alegremente.

“Somos amigos”

Esas palabras resonaron en su cabeza. Abrió los ojos y ahí estaba Saito abrazándolo mientras la sangre de su rostro caía sobre su cabeza. El pokemon corrió la sangre de la cara de su entrenador y vio lo que había hecho. Inmediatamente las lágrimas empezaron a brotar de su ojo y comenzó a llorar desconsoladamente mientras lo abrazaba.

-Está bien boludo no llores, esto se puede curar – pero el pokemon no le hacía caso- ¡Que no llores que me vas a hacer llorar a mí!- le gritó e inmediatamente el también comenzó a llorar por alguna razón.

Saito dejo a su pokemon en el piso y se aplicó la poción en el rostro que inmediatamente dejo de sangrar, aunque el corte seguía doliendo como mil demonios.

A solo unos metros Ryuji cubría nuevamente los ataques de Reno a duras penas mientras intentaba esquivar las dagas de Mitsuki. La batalla ya le había cobrado, sus ropas tenían varios cortes manchados con sangre y tenía una saga clavada en un brazo. Aun así seguía luchando como si nada.

-Me sorprende la habilidad que tienen para combatir- dijo Mitsuki deteniendo el ataque.
-A mi también te digo la verdad, para ser un par de pibes pelean como profesionales- le contestó Reno- Me causa mucha intriga, ¿se puede saber quiénes son?- dijo mientras se tiraba el cabello hacia atrás con una mano.

-¿y por que tendríamos que decirles algo?, si ustedes ni se presentaron- le contestó Saito que ahora se unía a Ryuji- Disculpa Ryu, pero creo que ahora está bien, ¿Cómo tenés ese brazo?

-No es nada, solo un rasguño. Lo importante ahora es terminar con esto.

-Oh cierto que modales los míos- dijo Reno golpeándose la palma de su mano con un puño- Yo soy Reno y esta de acá es Mitsuki, ambos somos parte de Heather.

-No era necesario que dijeras eso ultimo- le reprochó la chica.

-Heather… pensé que era solo un mito- dijo Morty con la oficial en brazos.

-¿sabes quienes son Morty?- le preguntó el pelirrojo.

-Algo, pero en realidad nadie sabe a que se dedican. Se los cree un mito urbano.

-Sinceramente esto no es muy encubierto que digamos- acotó Saito.

-Los tiempos cambian kid y dentro de poco vas a ver como nada va a ser lo mismo que ahora conoces.

-¿podes cerrar la boca por un segundo Reno? Tenés esa costumbre de hablar de más siempre.

-Perdón, perdón- dijo apresuradamente- Es que ese chico se me hace familiar como si lo conociera de toda la vida o algo así.

-Pero siempre estas largando cosas que…

Mientras discutían Ryuji aprovecho el tiempo para interrogar un segundo al Gym leader.

-¿Por qué nadie escapa Morty que es lo que están esperando?

Morty sorprendido por la pregunta tan coherente del pelirrojo en semejante situación no dudo en contestar.

-Se encargaron de sabotear el sistema de seguridad y todas las salidas. Los pasillos que dan al exterior están bloqueados por paredes de automáticas de metal que bloquean el paso. Y a la mayoría de los entrenadores les fueron arrebatados su pokemon por lo que no pueden escapar del lugar.

-Ya veo, por eso la alcantarilla por la que vinimos se cerró y bien pasamos. Se puede entrar pero no salir- contestó Ryuji.

-Entonces lo que tenemos que hacer es desactivar el sistema de seguridad el centro. Pero mientras tengamos a estos tipos enfrente no vamos a poder. Pero más importante: ¿Qué carajo es eso de Heather? ¿Son los mismos tipos que atacaron mi casa no?- pregunto Saito.

-Usan los mismos uniformes, por lo que puedo deducir que son las mismas personas. Pero es la primera vez que escucho hablar de ese grupo. Es algo así como el team rocket de hace veinte años por lo visto.

-No, ellos son diferentes, nadie sabe lo que buscan y hasta hoy yo dudaba de que existieran. La elite tiene que enterarse de esto.

-Bueno, bueno, lo hablamos cuando terminemos con el trabajo- dijo Reno terminando la discusión con la chica- Por tus prejuicios Mitsuki nunca nos dijeron quienes son, te das cuenta.

-No les importa quienes somos, quiero saber donde esta Reiko.

-¿Reiko?- preguntó intrigado Saito.

-La chica que raptaron, no te hagas el pelotudo conmigo- le contestó enojado.

Morty miró a Saito seriamente. Ahora entendía que era lo que movía al chico.

-Vas a tener que ser un poco mas especifico, raptamos gente todo el tiempo- le contestó sin importancia.

-La chica de Goldenrod que vivía en la casa que ustedes quemaron.

Reno miró hacia el techo y comenzó a pensar.
- Creo que uno de los agentes en Goldenrod murió ahí o algo por el estilo buscando algo si no me equivoco. Pero que yo sepa nunca raptamos a nadie de ese lugar. Es una organización muy grande y no esperes que esté al tanto de todo lo que pasa. Pero estoy seguro que no trajimos a nadie de Goldenrod en los últimos meses.

-¡MENTIRAS!- dijo Saito mientras se lanzaba al ataque con sus armas desenvainadas.

Reno bloqueo el golpe con uno de sus chakram. Ahora lo único que los separaba era el filo de sus armas.

-¿Qué gano con mentirte kid?- le dijo mientras hacía fuerza para no ceder ante la presión de la espada del chico.

-¡NO ME MIENTAS, SE QUE USTEDES LA TIENEN!- le gritó frenéticamente.

-Por Arceus que sos cabeza dura, no podría mentirte aunque quisiera. Soy un terrible mentiroso.

-Es verdad- acoto la chica.

Unos cuchillos de Mitsuki hicieron que Saito diera un salto hacia atrás y se alejara de Reno.

Si ellos no sabían nada y eran por lo visto de cargos altos en esta extraña organización. Saito ya no sabía qué hacer. Sus ánimos estaban por el piso al no recibir ninguna clase de pista acerca del paradero de su hermana. Quería saber, se sentía frustrado e impotente frente a la situación que tenia encima. Y además de todo estaba Sharp, ellos no sabían que el pokemon que tanto querían estaba frente a sus narices.

-Van a pagar, por lo que le hicieron a Satoshi y a mi hermana. Los voy a hacer pagar, se los juro.

-¿vos, hacerme pagar a mi? ¿Escuchaste lo que dijo Mitsuki? ¿No es gracioso el pibe?
-Creo que habla en serio. Yo no me descuidaría si fuera vos- dijo mientras balanceaba un daga entre sus dedos.
-Como quieras, igual ya es la hora- Dijo mientras comenzaba a hablar por un pequeño comunicador- Equipos alpha, bravo y todo aquel que ande dando vueltas. Reúnanse en el punto de encuentro para evacuación.

Segundos después todas las puertas del lobby se abrieron y comenzaron a entrar un agente tras otro hasta que hubo alrededor de treinta personas de traje en la habitación. A pesar de que la cantidad de gente era importante el lugar era tan grande que apenas se notaban.
A la señal de Reno todos lanzaron pokebolas al aire y la habitación se lleno de tres decenas de monstruos, uno más feroz que el otro listos para el ataque.

-¿Tenés algún otro?- dijo Saito confiado. Aunque sabía que no tenía ninguna oportunidad.
-Es toda la gente que tenemos en el centro- contesto Reno.
-Mejor, así cuando acabe con todos no voy tengo que ir a buscar a los que queden dando vueltas.

Los jóvenes volvieron a empuñar sus armas mientras Ryuji liberaba a su Charmeleon. Sharp ahora recuperado afilaba sus garras junto a ellos y cuando estaban a punto de lanzarse al ataque las pantallas holográficas del centro cambiaron la imagen que versaba: “No Signal”. En su lugar una figura encapuchada con un par de anteojos de lentes violeta estaba sentada frente a un panel lleno de botón palancas y luces.

-Hey Bitches! Aquí DJ Pon 3 trasmitiendo en vivo desde la sala de seguridad del centro pokemon de Ecruteak. La primera canción se la quiero dedicar al estúpido del pelo azul por dejarme el camino libre hacia la sala de control.

De pronto las puertas que bloqueaban cualquier escape de la sala se abrieron.

-¡Es Sara! No puedo creer que haya venido la muy trola- dijo Saito.
-Puedo escucharte Saito. No podía dejarte con toda la diversión- dijo la chica en la pantalla- Y ahora el tema principal, gracias a mi amiga Marin. Decí hola Marin- en la pantalla se pudo ver como la imagen giraba y enfocaba a una de las enfermeras del centro que saludaba alegremente –Tengo el acceso al sistema de transporte de pokemon del centro.
-Esa es la chica que nos atendió hace unas horas ¿Cómo llego hasta allá si estaba acá hace solo un rato?- dijo uno de los entrenadores.
-No sé, pero se ve más linda en la tele- dijo otro.

-Así que cientos de pokemon de toda la región fueron transportados desde sus centros pokemon y se dirigen ahí en este momento- dijo con una sonrisa- Yo si fuera ustedes correría.

De pronto decenas de pokemon comenzaron a entrar en la habitación y se pusieron frente a las criaturas de los agentes de Heather.

-Let’s get this party started! - gritó Sara al microfono mientras todos se lanzaban al ataque.
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Última edición por ASHLEY el Viernes 2 Febrero 2018 8:35 pm, editado 2 veces en total.
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Re: Cuchillas de Amistad

Mensaje por Coqui »

Me re gusta che. Me encanta como marcás la personalidad de cada personaje. Me cago de risa con los diálogos bien argentos, como por ejemplo:
Saito escribió:-¡Es Sara! No puedo creer que haya venido la muy trola


Escribís bastante sencillo y entretenido, me gusta la forma que va tomando la historia, eso de las ármas genesis, los experimentos, heather y no se que más, la verdad que va quedando copado. Espero que no te pegues otro cuelgue de 4 meses porque, por lo menos yo, quiero seguir leyendo :D
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Re: Cuchillas de Amistad

Mensaje por ASHLEY »

Un capo Coqui. Que bueno que te haya gustado, le pongo todas las ganas a cada capitulo aunque nadie me ponga un solo coment. Shame on you PA!!!!

Esta semana voy a largar otro para tu disfrute y por tu buena onda ahora me pongo a leer tu fic. See ya!
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Re: Cuchillas de Amistad

Mensaje por ASHLEY »

Cap nuevo, ya se que pasaron muchos meses, pero si les interesa leerlo. Aca ta.


Capitulo 14: Asalto al centro pokemon, parte 3

Ambas grupos de bestias chocaron empezando la encarnizada batalla dentro del centro pokemon.

Algunos de los jóvenes reconocieron rápidamente a sus criaturas y las comandaron en batalla pidiéndoles todo tipo de ataques mientras que los pokemon que restaban simplemente atacaban a cualquiera que veían, causando caos y destrucción por doquier.

Del lado de los entrenadores la variedad del tamaño de las criaturas era enorme, los había tan chicos como el par de growlithes que mordían el brazo de un gran nidoking y tan grandes como el dragonite que luchaba a puño limpio con contra un feraligart.

Pero aunque eran muchos más los pokemon de los entrenadores, la experiencia de los monstruos de Heather era superior y poco a poco comenzaron a ganar terreno derrotando cuanto pokemon se les cruzaba en el camino.

Así se vio como el poderoso dragón que comandaba un joven de barba candado caía a merced de un puñetazo cubierto de hielo de parte del lagarto mientras que los pequeños canes de fuego mordían el polvo tras un poderoso terremoto del pokemon veneno.

-¡Dreiko! ¡¿Cómo pudiste dejarte derrotar por esa cosa?!- regaño el chico del dragonite que ahora lo regresaba a su pokebola con el láser de luz rojo de su pokebola, mientras que el pequeño niño hacia lo mismo con sus dos perritos que ahora descansaban en sus esferas.

Saito giraba la cabeza frenéticamente buscando con la mirada a Reno. Con tanta conmoción lo había perdido de vista y encontrarlo ahora entre tanto ataque y pokemon parecía una tarea imposible. Eran pocos los pokemon que luchaban, alrededor de unos cincuenta, el problema es que cuando estás buscando mientras intentas que algún rayo no te vaporice o alguna cuchilla te decapite es difícil concentrarse.

Sharp y Ryuji se encontraban pegados a su espalda/rodillas, por la pequeña estatura del pokemon, cubriendo todos los ángulos posibles para evitar cualquier ataque.

El brazo de Ryuji no se encontraba nada bien, después de la daga que Mitsuki hábilmente había clavado en su brazo, y le costaba sostener su arma. Saito entorno un poco la cabeza para observar la herida preocupado, aunque el chico lo regaño para que se concentrara en su línea de visión.

Entonces sintió como algo que no era la espalda de su amigo rozaba la suya y un olor dulce y conocido invadía su olfato. Rápidamente giró para ver qué era lo que lo amenazaba. Y ahí estaba, justo detrás de él, una joven de su misma edad que vestía una campera que cubría su cabeza con una capucha blanca y unos anteojos de cristales violetas que escondían sus ojos, se paraba en medio de su tan elaborada formación como si nada junto a un pequeño pokemon
amarillo con una pequeña armadura marrón que levitaba a su lado. El chico no tenía idea como era que se había escabullido entre los tres sin haberla notado, pero eso no era lo importante ahora.

-Me acuerdo que una vez me dijiste que el punto debilidad de esta formación siempre fue el centro- dijo Sarah que ahora se acomodaba los anteojos con el dedo índice.

-Es cierto, siempre tuviste buena memoria- le contestó Saito, mientras amago un abrazó que en mitad del viaje se transformó en extender la mano para un saludo, mano que Sarah hizo a un lado para después abrazar al chico con todas sus fuerzas.

Saito quiso hacerla a un lado con todas sus fuerzas, pero sucumbió a la calidez de Sarah, ella siempre había sido su debilidad. Entonces un recuerdo vino a su mente, recuerdos de Rebellión, de cuando Ryuji, Sarah, Vinyl y él siempre estaban juntos en aquel paredón gigante de GoldenRod. Casi podía sentir la calidez del sol de la tarde que acariciaba su rostro mientras miraba hacia el cielo sin ninguna preocupación, sin nada que lo obligara ni metas que perseguir, sin nada que estudiar, sin nadie que salvar, solamente ese momento, puro solo Y así de repente como apareció, el recuerdo volvió a esconderse en su mente cuando
Sarah abrazo a su compañero por igual.

-¿Qué fue lo que hizo cambiar de opinión?- preguntó Saito.

-No lo sé, creo que no podía dejarlos solos en esto, no sería lo que un amigo haría supongo…, además ustedes estarían perdidos sin mí y harían que capturaran al pobre de Sharp- dijo acariciando la cabeza del pequeño pokemon que soltó un ronroneo.

-Eso te lo puedo asegurar- contestó Ryuji.

-No tenemos mucho tiempo antes de que esos tipos derroten a los pobres pokemon que liberé. ¿Cuál es el plan?- preguntó la chica intrigada.

Todos miraron de inmediato a Ryuji sin dudarlo un segundo. Este se exaltó por un momento y comenzó a pensar como siempre lo hacía. Cubrió su barbilla con sus dedos índice y pulgar formando una L. Ese era el gesto con el que siempre pensaba el pelirrojo y que los había sacado tantas veces de problemas. Tantas que sería imposible contarlas con los dedos de las manos.

Masculló algo en voz baja, haciendo cálculos en el aire con los dedos y segundos después empezó rápidamente a explicar el plan.
-Sarah, necesito que busques al hombre de pelo azul y le saques las pokebolas de Morty, si él puede recuperar sus pokemon va a poder controlar la situación. Una vez que lo encuentres hace algún tipo de señal para que Saito pueda confrontarlo, vos Saito quiero que protejas a Satoshi, mientras este inconsciente es un blanco fácil para cualquiera que quiera hacerle daño. Yo tengo que encontrar a Morty, no tengo idea de donde este en medio de tanto quilombo y hacerlo entrar en razón. Parecía estar en shock por lo que le paso a la oficial. Terminemos con esto de una vez por todas- finalizó golpeando sus manos.

Saito pensó en decirle las nuevas noticias acerca de Satoshi y como les había ocultado quien, pero entendió que no era el momento adecuado y tenía que concentrarse.

-Tenemos tareas que cumplir, gente, a trabajar- ambos hicieron un saludo y todos se dirigieron a diferentes partes de la gigantesca habitación tratando de cumplir cada uno con el plan de Ryuji.

Sarah guardo su pequeño pokemon devuelta en su esfera y se adentró en la muchedumbre sin ningún problema. Se movía con soltura y elegancia esquivando todo tipo de ataques con tan mínimos movimientos que parecía que fuese cuestión de suerte el hecho de que no la golpearan. Claro que no era así, ella sabía muy bien cómo moverse con soltura sin que la detectaran, causar el menor ruido y con la menor cantidad de movimientos.

Mientras giraba sobre su eje para esquivar un lanzallamas de un pequeños charmander y saltaba sobre la cabeza de un golem para alcanzar el otro lado de la habitación pudo ver como Reno se escondía detrás de un gran Blastoise que lanzaba poderosos chorros de agua con sus cañones a quien osara acercarse a él y a Mitsuki que cargaba a Ralph en un hombro.

Miró detenidamente al hombre buscando donde se encontraban las dichosas pokebolas que los sacarían de esta situación y ahí estaban. Colgando del cinturón de Reno meciéndose de izquierda a derecha una pequeña tira de pokebolas colores blanco y escarlata.

Tenía que acercarse sin que se dieran cuenta, iba a ser difícil. Parecía que Reno se encontraba desprevenido, pero Mitsuki miraba por todos los puntos ciegos para evitar cualquier tipo de ataque mientras su jefe despachaba a todas las personas que podía con su tortuga gigante. Solo necesitaba una distracción que como iba la situación seguramente era solo cuestión de tiempo. Obviamente podría ir e intentar quitárselas, pero sería una sentencia de muerte segura. Un solo golpe de esos cañones de agua y seguramente sus huesos quedarían hechos añicos. Solo le quedaba esperar.

Morty se encontraba en una esquina de la habitación cuidando de Jenny que no se encontraba en buena forma y respiraba dificultosamente. Le limpiaba el sudor de la frente con un pequeño paño mientras la miraba y sonreía tranquilamente. Nada más le importaba en el mundo en ese momento, estaba completamente cegado a lo que pasaba a sus alrededores. Entonces sintió un sacudón en todo el cuerpo y vio como todo a su alrededor se movía sin descanso, algo lo llamaba, pero no iba a apartar la mirada de su amada, no podía, eso podría implicar perderla y no iba a hacerlo. El mundo volvió a moverse, esta vez con más violencia y no le hubiese hecho caso si no hubiese sido por una fuerte presión en su mejilla que hizo que cayera al suelo.

-¡Mortymer, despertar de una vez, hay vidas en juego!- le gritó Ryuji que acaba de darle un puñetazo.

Morty había vuelto del lugar en el que estaba y ahora lo observaba a Ryuji detenidamente. Todavía parecía confundido como si parte de el todavía estuviera en aquel limbo.

-¿Cuánto tiempo estuve fuera?- preguntó a Ryuji como si nada.

-Unos minutos. ¿Qué fue lo que te paso?

-Mi alma debe haberse conectado. Suele pasarme muy poco, nunca pierdo la conciencia de este modo.

-Eso quiere decir que ella…

-No, Dios no, está viva. Solamente en un sueño muy profundo.

-Bueno, eso es fascinante, pero tenemos problemas más urgentes ahora. Mi amiga ahora fue a recuperar tus pokebolas para que saques a todos de acá.

-Es imposible, jamás podrían burlar a Reno y a su gente. Jugaron conmigo como un juguete, ustedes, quien quiera que sean, no tienen posibilidades. Lo mejor que podemos hacer es obedecer lo que nos digan.

-Hay un montón de gente que está peleando para salir de acá con vida Morty. No podes defraudarlos.

-El nivel que tienen es muy diferente, Reno esta en otra liga muy diferente a la de los entrenadores comunes. Mi prioridad es salvar vidas, ayúdame a detenerlos.

-No voy a hacer eso, porque nosotros no somos entrenadores comunes.

Dicho esto Ryuji le dijo que cargara a Jenny y la llevara junto al herido Satoshi y así poder darle mayor protección a la chica. El entrenador la llevo en sus brazos hasta donde se encontraba Saito que ahora luchaba con las espadas envainadas contra uno de los hombres de Heater. Saito logró propinarle una patada en el estómago y cuando el agente se llevó las manos al vientre para recuperar aire el chico le dio otra en el mentón y el hombre cayó al suelo inconsciente.

-¿Quiénes son ustedes?- dijo Morty sin cambiar su expresión apática al ver la habilidad de combate Saito.

-Es una historia bastante larga y no tenemos tiempo- dijo Ryuji.

-Parece que nunca se acaban, pensé que quedaban pocos- dijo Saito.

-Los que quedan valen por cien, ese es el tema

Morty acostó a la chica junto a Satoshi de manera delicada y se dirigió a Saito.

-Pareces ser el líder de esta “mini” operación, con sus habilidades podemos tener una oportunidad. Pero una vez termine esto vamos a tener una larga conversación acerca de todo.

Mientras tanto Reno seguía ordenando poderosas hidro bombas a la gigantesca tortuga azul que le hacía caso sin dudarlo.

-¿Sabías que es mi pokemon el que estas usando no?- le dijo sarcásticamente Mitsuki.

-Claro, solo déjame usarlo un cachito más- dijo mientras le ordenaba al blastoise que atacara a un pequeño niño que salió despedido por la potencia del agua de uno de los cañones- ¡¿Viste como voló!?- rio- Dios esta cosa es tan divertida ¿Dónde me consigo uno?

-Deja de jugar, ¡ShellShocker Hidro Bomba al techo, quiero una salida ya!- gritó Mitsuki. Era increíble como la chica podía gritar y mantener esa expresión sombría.

El pokemon obedeció y los cañones se movieron lentamente en dirección al techo. Cuando alcanzaron su posición hicieron un pequeño sonido de encaje como si el cañón fuese el de un verdadero tanque y disparó con un fuerza descomunal.

La roca cedió casi instantáneamente y los escombros volaron por todos lados mezclados con el agua del ataque. Algunos golpearon un pequeño rattata que quedó sepultado luego de escupir un chirrido de dolor. Ahora había un gran agujero en el techo del centro.

-Reno, es hora de que nos retiremos. Anda vos primero, me aseguro de que quede todo en orden y te sigo.

Reno intento objetar, pero conocía el carácter de su teniente y sabía que cuando ponía esa cara de seriedad no era opción discutirle.

Salto sobre uno de los cañones de la bestia y la chica ordenó un chorro de agua. Acto seguido Reno salió disparado hacia el agujero del techo.

-“Esta es mi oportunidad, si no lo hago ahora no va a haber otra chance”
Metió la mano es su bolsillo, sacó una pokebola y la abrió liberando un pequeño pokemon verde con una gran hoja en su cabeza y un collar de semillas que le recorrían el cuello. El monstruito salto a su hombro listo para recibir órdenes con una mirada de determinación.

-Anna, látigo cepa. Traeme ese cinturón- le ordeno señalando a Reno que ahora volaba por el aire directo al agujero.

El pokemon hizo un pequeño movimiento con la cabeza y disparo un liana de una de las semillas de su cuello directo hacia Reno. El látigo alcanzo el cinturón del hombre, lo envolvió y tiro de él trayendo todas las pokebolas de Morty hacia Sarah en un abrir y cerrar de ojos. Cuando Reno intento reaccionar ya era tarde Sarah se había perdido entre la multitud y él ya estaba en el techo del centro.

-Ja, ¡Dios que soy buena!- se dijo a ella misma.

Sarah acaricio a su pokemon.

-Buen trabajo.

Una canción infantil empezó a sonar de la nada. Saito se llevó la mano al bolsillo y saco un pequeño reloj con una malla de un solo lado. Apretó el centro de la pantalla y la voz de Sarah se escuchó en la habitación.

-Las tengo. Reno salió del edificio por un agujero en el techo del centro, esto yendo para dárselas.

-¡Excelente, sabía que podíamos confiar en vos!

-Meh, fue fácil. Nada que mis habilidades no pudieran manejar.

El teléfono de Reno sonó. Ahora estaba en el techo y una fuerte brisa le peinaba el cabello.

-Si ya sé, pero no lo vi venir. Esos pibes saben muy bien lo que hacen, si le devuelven las pokemon a Morty, vamos a estar jodidos.

-De todas maneras ya terminamos. No cambia nuestros planes- le contestó Mitsuki.

Saito giro sus armas trazando dos círculos a sus lados para luego envainarlas en las fundas que colgaban horizontalmente en la parte baja de su espalda.

El caos todavía reinaba en esa sala, cuando de entre el humo salió Sarah agitando el cinturón de pokebolas de Morty y gritando frenéticamente.

-¡Lo conseguí chicos!, no estoy tan oxidada como pensaba- dijo con una sonrisa.

-¡Bien hecho!, sabía que lo ibas a lograr, nunca tuve dudas- le contestó Saito.

-Excepto que dijiste “espero que no la caguen mata…”- intentó terminar de contar Ryuji antes de que Saito le tapara la boca.

-Tomá, espero que termines con todo este quilombo de una vez, “líder de gimnasio”- le dijo Sarah a Morty que ahora miraba las pokebolas en su mano perplejo, incapaz de creer que un par de chicos hayan recuperado sus pokemon de aquellos delincuentes.

-Vamos a tener una larga charla después de esto, pero por ahora hay trabajo que hacer.

Libero a todos sus pokemon y se adentró en el humo de la batalla desapareciendo de la vista de todos.

-Bien espero que valga la pena ayudarlo- dijo Sarah perpleja.

-Yo se poco de todo este tema de los pokemon, pero ¿se supone que los líderes de gimnasio son fuertes no?

-Son designados por la liga para representar a la ciudad de donde son, así que si, tienen que ser los poderosos de la región o algo así.

-Llego el momento de ir por Reno, pero necesito que alguien cuide de Satoshi aunque bueno… no creo que sea su verdadero nombre- dijo Saito recordando
el cabello largo de su “amigo”.

-Yo lo hago, mi brazo derecho casi no me responde y duele bastante también. Esa chica se aseguró de eso- dijo mostrando como algo de sangre le recorría el ante brazo en donde Mitsuki había clavado sus dagas- pero puedo manejar mi espada con la otra mano tranquilamente.

-Está bien Ryuji, pero donde esta Reno, ese el tema.

-Por eso no te preocupes, como gran espía que soy, se dónde está- dijo frotándose el puño contra su campera- Ves ese agujero en el techo, subió por ahí hace apenas un minuto.

-Deja de hacerte la grosa dios… ¿cómo vamos a hacer para subir hasta ahí?

-No me hago, soy- dijo Sarah con una sonrisa- yo puedo subirte, pero vas a estar solo, no te voy a poder acompañar.

-Está bien, tengo que ajustar cuentas con él, además de averiguar algo sobre Reiko. Esta decidido entonces. Sharp, ¿estás bien para seguir?- le preguntó al pokemon que estaba a su lado.

El Sneasel se estremeció. Los recuerdos le recorrían la cabeza y lo hacían temblar como nunca lo habían hecho. Instintivamente corrió y se escondió detrás de Ryuji.

-¡Bien, no te necesito de todas maneras, me desfiguraste y ahora te vas a quedar oculto ahí como un inútil, por mi está bien! ¡No necesito de un pokemon para valerme por mi mismo!

-Saito, no lo trates así, sabes que no es su culpa…- le intento decir Ryuji, pero Saito ya estaba desapareciendo dentro del humo.

-Tengo que seguirlo- dijo Sarah que corrió detrás de él.

-Traten de no morir en lo posible.

-¡No te prometo nada!- gritó Sarah mientras desaparecía entre el mismo humo.

Corrieron entre los ataques y la gente esquivando tanto como pudieron hasta llegar hasta donde se encontraba el gran agujero en el techo.

-Bueno acá estamos, espero que estés listo para ese tipo. No tendrías que haber tratado a si a tu pokemon, no se lo merecía vas a necesitar de su ayuda- le dijo Sarah algo preocupada.

-Primero que nada, él no es mi pokemon, me sigue porque le conviene y segundo no necesito ayuda de ningún pokemon. Puedo hacer esto solo, no soy como todos estos que necesitan de un monstruo para lograr sus metas.

-No creo que sea justo lo que decís, ¿tus pokemon no te ayudaron a llegar a hasta acá después de todo?

-Solo tengo dos y uno lo robe, te digo que no son míos.

-Si pelean por vos son tuyos Saito… pero hace lo que quieras no me voy a meter en donde no me llaman. ¿Listo?- le dijo mientras juntaba sus manos formando un escalón.

Saito asintió y corrió hasta dar un salto donde se encontraba Sarah pisando sus manos y esta lo impulso con todas sus fuerzas hacia el aire. Saito apenas logro agarrarse de la punta de los escombros del techo. Y estaba a punto de caerse cuando sintió que algo lo levantaba con la fuerza suficiente para hacerlo subir. Cuando miro hacia abajo el chikorita de la chica lo estaba levantado con todas sus fuerzas para ayudarlo a subir, apenas podía con el peso, pero después de un último esfuerzo logro subirlo.

-No mueras gil…- dijo Sarah por lo bajo.

En el techo lo esperaba Reno que fumaba un cigarrillo y exhalaba el humo antes de soltarlo al suelo y pisarlo con un zapato.

-Bueno, si tardabas cinco minutos más me iba.
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Última edición por ASHLEY el Viernes 2 Febrero 2018 8:36 pm, editado 4 veces en total.
Estas aburrida/o y ya te cansaste de leer las mismas boludeces de siempre, bueno una mas no te va a hacer daño.
Lee mi fic :" Cuchillas de Amistad"
en la seccion Fan Fic del foro
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ASHLEY
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Re: Cuchillas de Amistad

Mensaje por ASHLEY »

Tengo pensado continuar esto, por si a alguien le interesa(?) Tengo que acomodar todo para que vuelva a ser igual de "bonito". Me comio el cap 9 el nuevo foro por alguna razón. Y veo que los script de spoiler no funcan o que onda, hay mucho laburo que hacer T_T
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